EL BOLSHOI REAFIRMA SU GRAN CLASE EN 'LA BELLA DURMIENTE'
El Ballet del Gran Teatro Bolshoi de Mosc¨² visita Espa?a por segunda vez en este a?o. Tras el paso por el Liceo de Barcelona, ahora la gran compa?¨ªa de Rusia ha desembarcado en Santander con m¨¢s de 200 personas y varias toneladas de decorados. La primera oferta ha sido La bella durmiente, con coreograf¨ªa original de Marius Petipa sobre la partitura encargada a Chaicovski, en la revisi¨®n de 1973 de Yuri Grigorovich. Los dise?os de escenograf¨ªa y vestuario fueron realizados por el colaborador habitual de este ¨²ltimo, el pintor teatral giorgiano Simon Virsaladze, y a¨²n se usan trajes y telones de los confeccionados hace 27 a?os en los que hay una clara inspiraci¨®n del arte franc¨¦s y de los cuadros de Lancret y Fragonard y los retratos cortesanos de Van Dick.Las funciones de Santander est¨¢n siendo m¨¢s afortunadas que las de Barcelona, a pesar de los problemas t¨¦cnicos de car¨¢cter menor, atribuibles a los movimientos de mec¨¢nica esc¨¦nica propios de un gran teatro de ¨®pera, los cambios r¨¢pidos de decorado con apenas una pausa de pantomima musical. Aqu¨ª estuvo el fallo y eso resinti¨® la magia de la noche, que en el tercer acto se remont¨®.
La princesa Aurora la recre¨® la joven Anastasia Gori¨¢tcheva, que posee puntas seguras, equilibrio virtuoso y musicalidad. Le dio elevada contrapartida, en el papel del Hada de las Lilas, Maria Allash, con sus acentos elevados. El pr¨ªncipe Desir¨¦e fue encarnado por el georgiano Nikolai Tsiskaridze, en cierto sentido heredero de una tradici¨®n del baile viril que iniciara Vajtlan Chabukiani, en los cuarenta. Tsiskaridze une a sus cualidades nobles un salto potente, un sentido a¨¦reo y entonado a todo su cuerpo. El Hada Carabosse, provocadora del encantamiento del pinchazo con el huso, papel que tradicionalmente hace un travestido, lo hizo Alexei Loparevich, del que hace una creaci¨®n de acento fantasmag¨®rico y expresionista muy ruso.
La nota oscura la puso el director de orquesta Alexander Kopilov, que a pesar de llevar d¨¦cadas en el foso del Bolshoi se empe?a en dirigir ballet sin mirar a los bailarines. Resultado, que se las ven y se las desean los que est¨¢n sobre el escenario. Esto se complica m¨¢s si pensamos que Petipa en los d¨ªas que gestaba La bella durmiente le escribi¨® a Chaicovski en una carta el t¨¦rmino melod¨ªa coreogr¨¢fica, lo que explica por s¨ª solo el ajuste de relojer¨ªa que debe existir entre paso y comp¨¢s.
Ning¨²n ballet como La bella... habla m¨¢s cercanamente y preconiza el gran ballet sinf¨®nico y abstracto. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que m¨¢s de la mitad de la lectura cor¨¦utica del tercer acto no tiene argumento, es baile en estado puro, danzas que se encadenan dentro del canon estil¨ªstico petipatiano: el academicismo finisecular ruso, estilo matriz de todo el ballet moderno. Grigorovich ha respetado estos presupuestos dando adem¨¢s un toque estil¨ªstico t¨ªpico de Mosc¨². Las bailarinas moscovitas no bailan como las de San Petersburgo, por mucho que se hable de globalizaci¨®n art¨ªstica. A¨²n hace d¨¦cadas, cuando el Bolshoi se surt¨ªa de estrellas venidas de la Venecia del Norte, esas primeras bailarinas terminaban modificando sus maneras y haci¨¦ndose chicas Bolshoi como le pas¨® a ¨¦toiles de la talla de Ul¨¢nova, Timofieva o Semeniaka, todas ellas legendarias int¨¦rpretes de la princesa Aurora.
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