El rabo le toc¨® a El Juli

Todos los a?os, en esta feria simp¨¢tica y facilona, los presidentes de las corridas llegan a la plaza con un amplio surtido de trofeos, entre los que no falta alg¨²n que otro rabo. Raro es el a?o en que de esos rabos prevenidos no le toca alguno a ¨¦ste o a aquel torero.En esta corrida, el afortunado con la piltrafa fue El Juli. Un Juli que no quiso irse de vac¨ªo, despu¨¦s de no haber obtenido nada en su primer toro y de ver que Eugenio de Mora se llevaba tres orejitas.

Para conseguir ese so?ado rabo, Juli¨¢n tuvo la enorme suerte de encontrarse con la buena clase del sexto toro. El Juli, adem¨¢s, lo entendi¨® de manera superlativa. Le dio distancia y lo embarc¨® con la mano derecha en series muy ligadas, sin perderle pasos ni corretear. Tal vez le quedaron algo aceleradas, pero eso es lo que caracteriza su toreo. Los muletazos con la mano zurda fueron de tono menor y cuando la casta del toro le apret¨®, la privilegiada cabeza de El Juli le llev¨® a aliviarse con ayudados por bajo para igualar al toro. La estocada, a tumba abierta.

Con el toro anterior realiz¨® una labor mec¨¢nica, con facilidad, pero sin gustarse. De sus desastrosos tercios de banderillas lo mejor es no decir ni p¨ªo.

Eugenio de Mora tuvo el m¨¦rito de mantener en pie, con su temple y su t¨¦cnica, a los dos inv¨¢lidos que le correspondieron. Pero por eso no se deben dar nunca tres orejas, ni siquiera en esta bondadosa plaza.

Luguillano llev¨® muy bien, a media altura, a su primer toro. Lo mejor fue la fase final, en la que derram¨® arte en unos derechazos a pies juntos. Se pele¨®, m¨¢s en lidiador que en artista, con el cuarto y, merced a eso, le cogi¨® el ritmo a la embestida. El p¨²blico, ni se enter¨®. Y, para colmo, se meti¨® con ¨¦l injustamente.