La chica de los p¨¢jaros JACINTO ANT?N
Dicen que la alondra conmueve lo m¨¢s puro que hay en nosotros.La chica de los p¨¢jaros, hasta entonces algo inexpresiva, puso a danzar las manos. Mimaba la forma en que se ha de coger un ave para no da?arla. Sus dedos de ni?a sujetaron un imaginario petirrojo, acariciaron un jilguero, acunaron un pinz¨®n, componiendo im¨¢genes de sabor prerrafaelita. "As¨ª se hace, con el cuello aqu¨ª, entre los dedos y las patas arriba; de esta manera les puedes medir las alas. Has de ir con cuidado, si no tienes miedo es mejor. Lo m¨¢s divertido es mirar la edad, el sexo... es complicadillo, pero...".
Ciara Escoda, de Santa Coloma de Cervell¨°, tiene 23 a?os, pero parece mucho m¨¢s joven. Es ligera y cristalina, y una reposada alegr¨ªa natural la reviste como una prenda fresca. Ha acabado Biolog¨ªa, en la rama de Organismos y Sistemas, y es una entusiasta de la zoolog¨ªa. Lleva a?os observando p¨¢jaros. El verano pasado estuvo en el delta del Ebro, adonde acude con frecuencia, colaborando en el anillado de aves con el Grup Catal¨¤ d'Anellament (GCA). Tambi¨¦n pas¨® unos d¨ªas en la isla del Aire, junto a Menorca, clasificando aves marinas.
"Es muy dif¨ªcil encontrar trabajo relacionado con la biolog¨ªa", explica Ciara; "yo he hecho de monitora de la naturaleza para ni?os -no fija, eh- en el parque del Garraf y en el de Collserola. En el delta del Llobregat mostrando fochas y patos a colegiales. En Santa Coloma de Cervell¨® constituimos un grupo ecologista y organizamos alguna salida. Y los domingos trabajo en un bar".
Ciara ha participado varias veces en las campa?as veraniegas de anillado diario de aves en la Estaci¨®n Biol¨®gica del Delta del Ebro. Bonita experiencia, ?no? "S¨ª, s¨ª. Dorm¨ªa all¨ª en la estaci¨®n. Compras y cocinas t¨² misma. Comes con la gente. Siempre hay otras personas del grupo, y veterinarios, porque hay tambi¨¦n un centro de recuperaci¨®n de animales, y ornit¨®logos extranjeros. El trabajo consiste en que hay 30 redes puestas en diferentes lugares, y cada hora tienes que pasar para ver si ha ca¨ªdo alg¨²n p¨¢jaro. No puedes esperar m¨¢s de una hora porque entonces el p¨¢jaro atrapado sufre". La joven lo dice sin apenas entonaci¨®n, pero transmite la impresi¨®n de que la sola posibilidad de que el ave sufra se le hace inaceptable. Y de alguna manera ese sentimiento irradia de su persona y uno se encuentra pensando que s¨ª, que por supuesto el pajarillo no debe sufrir. Ya dijo Blake que un petirrojo en una jaula enfurece a todo el cielo. "Entonces se le liberas de la red, se pone en una bolsa y se lleva al centro. All¨ª se le pone un anillo de identificaci¨®n en la pata, se le mide, se pesa, se sopla el plum¨®n y se observa y anota la cantidad de grasa que tiene debajo -lo que sirve para saber si el p¨¢jaro acaba de llegar o est¨¢ listo ya para emigrar-. Tambi¨¦n se mira si tienen par¨¢sitos y se analiza el color, que es un indicador del estado del ave. Los datos se pasan al GCA y con ellos se hacen estudios de poblaci¨®n. Sol¨ªamos dar la primera pasada a las ocho de la ma?ana y la ¨²ltima al acabar el d¨ªa, para evitar que alg¨²n ave quedase atrapada toda la noche. ?Qu¨¦ encontr¨¢bamos? Pasiriformes, aunque a veces ca¨ªa algo m¨¢s gordo. Hay zonas de captura diferentes, tamarindos, ca?izares, cerca del agua".
Ciara parece recordar algo de repente: "Ah, tambi¨¦n he anillado golondrinas. Y el a?o pasado tambi¨¦n lim¨ªcolas, en un campo enfangado". Se inclina hacia delante en la mesa, lo que hace brotar de su camiseta un cord¨®n de cuero que lleva al cuello con una min¨²scula concha marina, y dice en un travieso tono confidencial: "Y en una ocasi¨®n anill¨¦ murci¨¦lagos".
"Me gusta mucho trabajar con los p¨¢jaros, aunque es cierto que hacerlo muchos meses seguidos cansa un poco. Te tiene que gustar. Al empezar no sab¨ªa nada de aves. Observas y ayudas. Luego haces el examen de anillador". ?Examen de anillador? "S¨ª, debes tener un carnet, yo tengo el de auxiliar. Se consigue con un examen en el que te pasan diapositivas y tienes que reconocer especies. A¨²n no puedo ir a anillar sola. Eso requiere el carnet de experto, tienes que haber anillado 500 aves de 50 especies diferentes; yo ya las tengo, creo".
Los p¨¢jaros llevaron a Ciara en la Semana Santa de 1999 a la isla del Aire. "All¨ª no ten¨ªamos nada, ni ducha, ni casi luz", rememora la chica, feliz como Ariel. "Nos tra¨ªan las provisiones en barca. Fui de refuerzo para la campa?a de anillado de petreles y pardelas, nos pegaban unos picotazos...".
El mundo de Ciara est¨¢ lleno de alas. "Me encanta viajar, y siempre que lo hago identifico p¨¢jaros, es un atractivo m¨¢s. He visto colibr¨ªs en Costa Rica, y en Senegal, en Kaofuntine, al sur,
"?El p¨¢jaro m¨¢s extra?o que he anillado?". La joven frunce el ce?o. "Un correlimos de Temmick", resuelve, "el primero que se anill¨® en Catalu?a", a?ade con orgullo. "La gente a mi alrededor estaba emocionada. En el delta he visto otras especies raras. Una vez vi un avetoro, y me hizo mucha ilusi¨®n. Los tejedores tambi¨¦n".
"Cuando alguien ve un p¨¢jaro nuevo que no tiene a¨²n apuntado en su lista de observaciones decimos que ha hecho un bimbo. No s¨¦ de d¨®nde viene la expresi¨®n. Al principio bimbas mucho, pero luego, a medida que eres m¨¢s experto, se hace casi imposible bimbar".
La chica de los p¨¢jaros pone cara de extra?eza cuando se le pregunta si tiene alguna relaci¨®n especial con alg¨²n tipo de aves. Lo piensa. "No s¨¦, el mart¨ªn pescador, quiz¨¢". Se hace un silencio, y un breve destello en la calle, quiz¨¢ el brillo met¨¢lico de un autom¨®vil, sugiere la rapidez azul el¨¦ctrica del vuelo del pajarillo. Los poetas han cantado especialmente a la alondra. "?S¨ª? Seguramente por el canto". Pedazos de cristal en una copa de oro, un canto que borra cualquier rastro de tedio, de tristeza o de nostalgia.
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