El progreso balear JOSEP M. MU?OZ
Todav¨ªa hay quien sostiene, a pesar de las evidencias, que derecha e izquierda son, en el fondo, iguales, y que apenas nada las distingue en nuestra sociedad, dominada por el consenso y la globalizaci¨®n. Sin embargo, las diferencias no s¨®lo existen, sino que son importantes. Sin duda, una de las primeras reside en c¨®mo se recaudan los impuestos y a qu¨¦ se destinan los presupuestos, y en qu¨¦ medida esta (re)distribuci¨®n de la recaudaci¨®n y del gasto contribuye a la compensaci¨®n de las desigualdades econ¨®micas, sociales y territoriales existentes en nuestra sociedad. La distribuci¨®n territorial de poder en la Espa?a auton¨®mica nos permite, adem¨¢s, observar a escala regional (utilizo la palabra en el sentido geogr¨¢fico) esas diferencias entre derecha e izquierda. Las islas Baleares, donde se acaba de cumplir el primer a?o del gobierno del Pacte de Progr¨¦s, son, a este respecto, un buen observatorio.El verano del a?o pasado, el Pacte de Progr¨¦s -integrado por fuerzas de izquierda, ecologistas y nacionalistas de las distintas islas- desplaz¨® del poder auton¨®mico al PP y puso fin as¨ª, transitoriamente al menos, a un dominio de la derecha que se remontaba, como m¨ªnimo, a 1936. La reacci¨®n de la derecha no se ha hecho esperar, y el Gobierno de Francesc Antich se ha visto sometido en estos meses a un acoso inmisericorde que responde, en ¨²ltima instancia, a la necesidad de dilucidar una gran cuesti¨®n, que es la de saber "?qui¨¦n manda aqu¨ª?". Las acusaciones -que van, en distinto grado, desde la de biso?ez a la de "comunistas" expropiadores- hacia un gobierno que ha osado tener ideas y querer aplicarlas, se han multiplicado por parte de sectores que estaban acostumbrados a hacer lo que les ven¨ªa en gana sin tener que dar cuentas a nadie. Las organizaciones de propietarios agrarios se han manifestado con contundencia, y el PP ha expresado con ira, en municipios como Andratx o Son Servera, ambos en la isla mayor, su oposici¨®n frontal a los proyectos medioambientales impulsados por el Gobierno aut¨®nomo.
La oposici¨®n de sectores afines al PP, como los hoteleros y los propietarios rurales -dos de los grandes favorecidos por el desarrollo tur¨ªstico de las ¨²ltimas d¨¦cadas-, se ha centrado, respectivamente, en torno a dos proyectos que responden a pol¨ªticas de izquierda pero que son de aplicaci¨®n com¨²n en los pa¨ªses avanzados: una ecotasa que pagar¨¢n los turistas que visiten las islas (y que como tales usan el territorio y los servicios p¨²blicos que en ¨¦l se prestan, pero que hasta ahora no pagan nada por ello), y la extensi¨®n de los parques naturales para preservar as¨ª uno de los mayores patrimonios -y el mejor atractivo tur¨ªstico- de las islas, como es su paisaje. Esta ¨²ltima medida puede afectar a intereses privados (a menudo incapaces, por cierto, de gestionar sus propiedades, como pone de relieve el lamentable estado de los hist¨®ricos jardines de Raixa, en Mallorca), pero constituye, a medio plazo, un beneficio evidente para todos. Algunos sectores de la derecha, empezando por los propios hoteleros, lo empiezan a ver as¨ª.
Pero hay otros que siguen en su vieja radicalidad de siempre. Es un ejemplo de ello la alcaldesa de Andratx, quien, en una agitada reuni¨®n "informativa" organizada por la patronal agraria sobre el parque natural de la Serra de Tramuntana, celebrada en marzo pasado, no dud¨® en autocalificarse de "fascista". Una afirmaci¨®n, que yo sepa, que no ha sido desautorizada por su partido, el PP, a pesar de su gravedad. Hija de un alcalde franquista, y ahijada pol¨ªtica de Gabriel Ca?ellas, la alcaldesa expresa con su demagogia el rencor de unos sectores que estaban acostumbrados a mandar en beneficio de los poderosos y sin cortapisas de ning¨²n tipo, aunque por ello hipotecaran el futuro de su municipio, sometido como nunca a una especulaci¨®n urban¨ªstica que parece no tener fin.
La coalici¨®n del Pacte de Progr¨¦s fue posible porque exist¨ªa en las islas una conciencia difusa de que se hab¨ªa llegado a una situaci¨®n de pr¨¢ctico colapso, de saturaci¨®n, en la aplicaci¨®n de un modelo extensivo de desarrollo basado en el turismo (la balearizaci¨®n), que estaba poniendo en peligro la propia gallina de los huevos de oro. El Gobierno de Antich ha sabido, frente a ello, proponer nuevas ideas. Para aplicarlas, debe buscar el consenso porque ¨¦ste es un fin, y no s¨®lo un medio, de la pol¨ªtica. Pero no debe renunciar por ello a llevar adelante su pol¨ªtica: si quiere subsistir en esa batalla, incluso simb¨®lica, por saber qui¨¦n es quien manda de verdad, debe actuar con tacto pero tambi¨¦n con decisi¨®n. El camino est¨¢ trazado -ecotasa, parques naturales, moratoria urban¨ªstica hasta la redacci¨®n definitiva de los planes territoriales isle?os, pol¨ªtica medioambiental en cuestiones fundamentales como el agua, normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica del catal¨¢n-. De su capacidad para seguirlo depender¨¢ el progreso balear. Y, con ¨¦l, el progreso general de la izquierda.
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