Septiembre vasco

Aznar considera que los actuales dirigentes del PNV han traspasado la frontera que separa a los dem¨®cratas de quienes no lo son, por lo que juzga in¨²til, e inluso contraproducente, participar en iniciativas de di¨¢logo auspiciadas por los nacionalistas. Sin embargo, el ministro Mayor Oreja se entrevistar¨¢ el lunes con una delegaci¨®n del PNV. El lehendakari, por su parte, anuncia una nueva ronda de conversaciones "sin vetos ni exclusiones", a la vez que condiciona la participaci¨®n en ellas a la renuncia a la violencia. Esto excluir¨ªa de entrada a EH, cuyos dirigentes se reafirmaron ayer en la pol¨ªtica que han seguido desde la ruptura del alto el fuego de ETA.Todo ello ocurre cuando se acaba el plazo que Ibarretxe y el PNV se dieron para resolver el problema de la gobernabilidad mediante un pacto renovado con EH (lo que habr¨ªa exigido una nueva tregua) o un acuerdo con los socialistas (lo que habr¨ªa exigido la salida de Lizarra y el regreso al Estatuto).

Es leg¨ªtimo que el PP se niegue a participar en las peri¨®dicas rondas con las que Ibarretxe trata de ganar tiempo. Sin embargo, es un error. Es leg¨ªtimo que, ante la incapacidad del lehendakari y su partido para sacar consecuencias pol¨ªticas de su condena del terrorismo, el PP rechace acudir a las llamadas de Ajuria Enea. Incluso por dignidad: el discurso que equipara el respeto al derecho a la vida con el reconocimiento del ¨¢mbito vasco es una ofensa para un partido cuyos concejales est¨¢n siendo cazados como conejos. Pero es un error pol¨ªtico. El PNV es un partido democr¨¢tico. Lo es por tradici¨®n, trayectoria y votantes. No puede ser tratado igual que HB, que no lo ha sido nunca.

La actual direcci¨®n del PNV lleva un tiempo practicando una pol¨ªtica dudosamente democr¨¢tica, en la medida en que liga (y condiciona en la pr¨¢ctica) el cese de los asesinatos a la obtenci¨®n de ventajas pol¨ªticas. Eso le hace merecedor de la repulsa de los dem¨®cratas, pero ser¨ªa un error equiparar al PNV con HB. Con el brazo pol¨ªtico de una banda que, entre otros, mata a los miembros de los dem¨¢s partidos no es posible, ni decente, el di¨¢logo: s¨®lo vale el aislamiento, al menos mientras siga justificando esos cr¨ªmenes. Pero el PNV no es HB. Su condici¨®n de partido democr¨¢tico le da derecho a ser escuchado e impone la obligaci¨®n de tratar de convencerle. As¨ª lo reconoce en los hechos el Gobierno al incluirle entre los interlocutores del ministro del Interior. Adem¨¢s, conviene distinguir entre partidos e instituciones. Ibarretxe es el presidente de Euskadi, no el jefe del PNV. Aunque sea para reprocharle que act¨²e como portavoz de su partido y no como lehendakari, parece m¨¢s prudente participar en el di¨¢logo que boicotearlo. Aunque sea leg¨ªtimo hacer esto ¨²ltimo.

Ibarretxe rebaj¨® ayer la exigencia de reconocimiento del ¨¢mbito vasco de decisi¨®n. Ya no es condici¨®n para participar en el foro que pretende crear en sustituci¨®n de Lizarra y Ajuria Enea. Sigue planteando, sin embargo, de una manera confusa, que uno de los objetivos de ese foro ser¨ªa, o podr¨ªa ser, la modificaci¨®n del actual marco institucional en el sentido en que ello se plantea en el acuerdo de Lizarra. Los socialistas, por su parte, tras su entrevista del jueves con Mayor Oreja, incluyeron entre las condiciones para cualquier foro democr¨¢tico de di¨¢logo el compromiso de respeto al marco constitucional y estatutario.

Todo es reformable siempre que se respeten las reglas del juego, incluyendo las establecidas para la reforma de las instituciones. Pero de momento, y sin que se observen indicios de cambio, la f¨®rmula auton¨®mica es la ¨²nica capaz de plasmar el pluralismo que obstinadamente constatan las urnas, y de ah¨ª que ETA intente forzar la voluntad de vascos y navarros mediante el chantaje. As¨ª lo vienen diciendo, entre otros, los nacionalistas cr¨ªticos con Lizarra. Plantear que existe un conflicto pol¨ªtico ajeno y anterior a la violencia, que hay que resolver para que ¨¦sta desaparezca, es un mensaje que ETA interpreta como justificaci¨®n de su recurso a la coacci¨®n.

Alguien deber¨ªa dec¨ªrselo al lehendakari en las conversaciones. La ronda tambi¨¦n podr¨ªa aprovecharse para hacerle ver que no todos los partidos son culpables del fracaso del PNV al tratar de convencer a ETA asumiendo lo fundamental de su programa; que ese fracaso era previsible, y que as¨ª se lo advirtieron muchas personas que no son enemigas del nacionalismo. Y, en fin, la ronda tambi¨¦n dar¨ªa ocasi¨®n para recordarle que septiembre ya est¨¢ aqu¨ª: ?sigue pensando que es normal seguir gobernando en minor¨ªa una vez que los asesinatos de ETA han cambiado las condiciones que hicieron posible el pacto con EH, sin cuyos votos no habr¨ªa sido investido como lehendakari?