El ¨²ltimo ¨¦xito de los Beatles
Los cuatro chicos de Liverpool que revolucionaron la m¨²sica popular con su banda, los Beatles, y a su modo cambiaron el mundo vuelven a la carga. Con el recuerdo del malogrado John Lennon, asesinado en 1980, Ringo Starr, George Harrison y Paul McCartney han mantenido una larga y sincera conversaci¨®n titulada The Beatles anthology. Presentada por la editorial Cassel and Co. como la autobiograf¨ªa definitiva de los artistas m¨¢s reconocibles del Reino Unido, la obra sale a la venta el 5 de octubre y suma ya 1,5 millones de pedidos por adelantado.Hace treinta a?os que los Beatles decidieron separarse, pero sus canciones siguen sonando sin que nadie, ni siquiera los aficionados al rock m¨¢s duro, se sonrojen ante las melod¨ªas compuestas por Lennon y McCartney. El tr¨ªo superviviente peina canas hace tiempo y ha seguido en el negocio de la m¨²sica con distinta suerte. Algunos, como el propio Paul, son ya abuelos y hasta preparan su primera exposici¨®n pict¨®rica. Para el gran p¨²blico, sin embargo, la d¨¦cada escasa que pasaron juntos, su mete¨®rico ascenso al estrellato, las inevitables peleas, las drogas, la agria ruptura y, por supuesto, la muerte de Jonh Lennon conservan un punto de misterio que ha alimentado la veneraci¨®n profesada por la legi¨®n de seguidores dispuesta a adquirir el libro.
Resumida en dos entregas por el rotativo The Sunday Telegraph (ayer sali¨® la primera parte), la autobiograf¨ªa es lo m¨¢s parecido a una charla reposada entre Ringo, George y Paul. Desgranados de forma cronol¨®gica, sus recuerdos devuelven la imagen de unos an¨®nimos jovencitos de Liverpool que sumaron sus fuerzas -y su innegable talento- para hacerse un hueco en el panorama musical brit¨¢nico. "Creo que el nombre nos lo puso John, aunque no est¨¢ muy claro. Beetle se usa en Estados Unidos para nombrar a las chicas que van en grupo y en moto, y era la ¨¦poca de aquella pel¨ªcula en la que Marlon Brando interpretaba al jefe de una panda de motoristas airados. No s¨¦. Tal vez John y Stuart Sutcliffe [que tocaba con ellos al principio] pensaron en eso al inventar los Beatles", se?alan a medias Paul y George al principio de la obra.
Con la serenidad ganada en las tres d¨¦cadas que llevan separados, los Beatles rememoran sus primeros viajes apretujados en una camioneta y el deslumbramiento que les produjo su primera gira a Alemania. Hamburgo no s¨®lo les facilit¨® el camino de la fama; all¨ª consumieron sus primeras drogas y salieron con m¨¢s chicas que nunca. "Las inglesas de los a?os sesenta llevaban lo m¨¢s parecido a un cors¨¦. Nunca consegu¨ªas quitarles nada. Las alemanas, por el contrario, eran mucho m¨¢s expeditas", aseguran al un¨ªsono George, Paul y Ringo.
Los seis a?os que han necesitado para ordenar sus memorias conjuntas no parecen haber restado frescura al escrito. La intensidad de su pasada relaci¨®n art¨ªstica hace que las cr¨ªticas a McCartney por haber admitido que tomaban drogas y, en especial, por anunciar la ruptura poco antes de que ¨¦sta se produjera, sean hoy m¨¢s c¨¢ndidas que sarc¨¢sticas. "Nos cost¨® 18 meses que tomara LSD y luego va y le dice a todo el mundo que nos drogamos", lamentan casi entre risas Ringo y George. Lejos de sentirse herido, McCartney responde que lo suyo fue un gesto sincero: "Yo s¨®lo subrayaba lo que todos sab¨ªamos y nadie reconoc¨ªa".
Tampoco los beneficios derivados de la venta del libro conseguir¨¢n alterarles. Traducida en principio a ocho idiomas y a punto de cerrarse el trato para la versi¨®n en chino, la obra podr¨ªa vender hasta 20 millones de ejemplares. Los mil millones largos de libras que ello supondr¨ªa en efectivo ser¨¢n repartidos a partes iguales entre los tres artistas y Yoko Ono. La viuda de Lennon no ha participado en el proyecto, pero ha sido incluida como uno de sus beneficiarios leg¨ªtimos. A pesar de que las cuentas corrientes de los Beatles siguen siendo abultadas, los tres han asegurado que no les ha movido el dinero, sino el af¨¢n de aclarar de una vez los errores y malentendidos fomentados por los m¨¢s de 400 vol¨²menes escritos sobre ellos sin su permiso.
Como era de esperar, el taciturno George Harrison ofrece al final la versi¨®n m¨¢s profunda a la vez que sencilla de la separaci¨®n m¨¢s sonada de la m¨²sica popular. "La banda se nos qued¨® peque?a. Nosotros hab¨ªamos evolucionado, y seguir metidos en ella resultaba asfixiante", dice, restando importancia a la intervenci¨®n de Yoko Ono, Linda McCartney o cualquier otra persona en la desaparici¨®n de los Beatles.
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