El 'apartheid' que no se ve PERE RUSI?OL
Los afrikaaners de Sur¨¢frica creyeron durante d¨¦cadas que Namibia era algo as¨ª como una granja particular para su disfrute. Las tribus que la habitan -owambos, hereros, himbas, namas...- eran tratadas por la mayor¨ªa blanca como una variedad m¨¢s del rico patrimonio animal de la zona -hay leones, elefantes, girafas- o como mano de obra pr¨¢cticamente esclava. El apartheid formal se derrumb¨® en 1990, pero sus signos son todav¨ªa visibles y la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n negra vive en situaciones de pobreza. Eva Quintana, nacida en Barcelona hace 27 a?os, ha estado dos a?os en Namibia colaborando con las comunidades locales para tratar de poner fin a esta situaci¨®n aportando como grano de arena la ayuda de Interm¨®n.Licenciada en Ciencias de la Comunicaci¨®n y en Ciencias Pol¨ªticas, Eva Quintana hace a?os que conoce la fuerza que pueden tener las ONG. Ella fue la coordinadora en Espa?a de la campa?a internacional contra las minas antipersona, que en 1997 gan¨® el Nobel de la Paz y evidenci¨® la capacidad de las ONG de convertirse en un poderoso looby.
No obstante, tras dos a?os en Namibia -regresa en oto?o- es muy consciente tambi¨¦n de sus limitaciones y considera que "sin cambios en los pa¨ªses del Norte, el trabajo de las ONG en el Tercer Mundo no bastar¨¢ para erradicar la pobreza".
Cuando se le sugiri¨® la posibilidad de ir a Namibia con Interm¨®n, no vacil¨® ni un momento, a pesar de que poco sab¨ªa de este pa¨ªs que durante a?os hab¨ªa sido una provincia de Sur¨¢frica. Al llegar, aquello no le pareci¨® ?frica: hab¨ªa buenas infraestructuras, todos los servicios y una capital, Windhoek, cuyo centro se parece al de una ciudad alemana. "La pobreza y las injusticias no son visibles a primera vista", explica.
La estructura es la misma en todo el pa¨ªs: los n¨²cleos de poblaci¨®n blanca disponen m¨¢s o menos de todos los servicios y a su alrededor se extienden los grandes suburbios negros, donde lo m¨¢s elemental se convierte en un lujo. En el interior hay tambi¨¦n tribus n¨®madas cuyo modo de vida se vio s¨²bitamente deteriorado cuando los blancos empezaron a parcelar el terreno -se autoasignaron miles de hect¨¢reas por granja- y quedaron sin apenas zonas para pastar.
Eva tiene su base de trabajo en Windhoek, pero ha recorrido el pa¨ªs de arriba a abajo para entrevistarse con todo tipo de organizaciones sociales a fin de colaborar con su trabajo. "Interm¨®n no ejecuta proyectos directamente en Namibia, sino que trata de facilitar ayuda t¨¦cnica y financiera para que prosperen las iniciativas de las comunidades", afirma Eva, quien a?ade: "La sociedad civil es muy d¨¦bil y queremos contribuir a reforzarla".
"Hay muchos organismos occidentales que despilfarran el dinero y eso hace que las entidades locales tengan la percepci¨®n de que a las ONG nos sobra el dinero", asegura. "Les explico que si Interm¨®n colabora con sus proyectos es porque hay personas en Espa?a que han hecho donaciones y hay que gestionarlas con responsabilidad".
Cuando Namibia proclam¨® su independencia, en 1990, el nuevo Gobierno adopt¨® el ingl¨¦s como idioma nacional. Fue una forma de romper con el pasado boer sin dar prioridad a ninguno de los m¨¢s de 10 grupos ¨¦tnicos que habitan en el pa¨ªs, cada uno con su propia lengua. Esta decisi¨®n ha facilitado mucho las posibilidades que Eva tiene de comunicarse directamente con las comunidades porque siempre hay alguien que habla ingl¨¦s, el idioma que se ense?a ahora en las escuelas como primera lengua.
Namibia es un pa¨ªs muy extenso -tiene 825.000 kil¨®metros cuadrados-, con lo que algunas visitas a las comunidades exigen recorrer centenares de kil¨®metros por tierras ¨¢ridas y desconocidas. Eva viaja sola, en coche, pero dice sentirse segura, a pesar de que debe extremar las precauciones. "En el momento m¨¢s inesperado la carretera se convierte en una pista dif¨ªcil de transitar, un kudu puede cruzar a toda velocidad justo al pasar y detr¨¢s de cualquier curva puedes topar con un jabal¨ª o una gallina", explica. Y eso sin contar con las distracciones que se producen al descubrir un mono junto a la carretera o a una familia de girafas a pocos metros.
Muchos de los proyectos que Interm¨®n trata de apoyar tienen que ver con la educaci¨®n, algo "fundamental para salir de la pobreza", en opini¨®n de Eva. El gobierno del SWAPO -el equivalente al Congreso Nacional Africano en Sur¨¢frica- la considera prioritaria, pero apenas dispone de recursos.
En Oshitamba, una peque?a localidad del Norte de Namibia, el Gobierno destin¨® a Katrina Eilo como profesora de primaria. No obstante, cuando ¨¦sta lleg¨® a la localidad se encontr¨® sin escuela y el primer a?o sus 50 alumnos siguieron las clases debajo de una acacia. El segundo a?o, los padres construyeron una peque?a caba?a. En el pr¨®ximo curso los ni?os dispondr¨¢n al fin de un edificio digno donde estudiar como consecuencia de la colaboraci¨®n con Interm¨®n. Son las peque?as victorias de la cooperaci¨®n sobre el terreno. Peque?as para los que como Eva sue?an con un mundo mejor, grandes para los que como Katrina y sus 50 alumnos no pueden ir a clase los d¨ªas que llueve o hace viento.
La ¨²ltima de las escuelas que Eva ha visitado est¨¢ cerca de Opuwo, en el noroeste del pa¨ªs. Hace 10 a?os que la escuela funciona sin que el edificio est¨¦ a¨²n construido. Alberga a 200 ni?os de primaria, que duermen en la misma escuela. Eva habla con amargura de su situaci¨®n: "Los ni?os duermen amontonados en un espacio muy peque?o, sin camas; al no haber mesas comen en el suelo, en un espacio donde tambi¨¦n hay cabras y vacas -y sus excrementos-; no hay lavabos ni letrinas, tampoco tel¨¦fonos, y si llueve no hay lugar donde recogerse".
El centro de Windhoek, donde vive, le parece una "burbuja", otro mundo. Es un espacio con todos los servicios, donde si no miras, no ves: parece que la pobreza no exista. Pero tras estos dos a?os tan intensos, Eva tiene m¨¢s ganas que nunca de mirar.
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