Daniel Quintero recrea sus emociones ante la cultura sefard¨ª
El pintor expone once obras en la sinagoga del Tr¨¢nsito de Toledo
Daniel Quintero (M¨¢laga, 1949) se identifica de tal manera con la cultura sefard¨ª que es capaz de ofrecer en sus cuadros, de forma convincente, una visi¨®n que une lo ancestral y lo contempor¨¢neo de esta tradici¨®n. La muestra que presenta en la sinagoga del Tr¨¢nsito, en el Museo Sefard¨ª de Toledo (calle de Samuel Levi, s/n), enfrenta paisajes de Jerusal¨¦n y Toledo, fieles retratos de personajes hist¨®ricos y bodegones rituales con su intensa b¨²squeda personal.
Antiguas sangres
"En Espa?a, casi no se conoce la religi¨®n jud¨ªa, en especial la sefard¨ª. Y es un mundo espa?ol cien por cien", se lamenta Daniel Quintero. La pasi¨®n que lo ha guiado apareci¨® muy temprano en su vida. A los 12 a?os, Quintero se sinti¨® atra¨ªdo por la caligraf¨ªa hebrea. Sin entender su significado, guiado s¨®lo por el atractivo misterio de esas letras solemnes, este pintor decidi¨® acercarse a las viejas costumbres, al idioma, a la filosof¨ªa y a la religi¨®n del antiguo Sefarad, hasta abrazar su fe, hace cerca de una d¨¦cada."Esa escritura, tan compacta y abstracta, me atrajo desde el principio", relata. "Es como un mundo que me ped¨ªa ser investigado y a m¨ª siempre me gust¨® estudiar. Creo que tanto un pintor como un escritor deber¨ªan guiar su trabajo por algo que no los lleve a pensar excesivamente en s¨ª mismos. Sobre todo, porque proporciona algo que decir, y una obra s¨®lo se sostiene si se tiene algo que decir".
Como pintor, Quintero es consciente de que hace una interpretaci¨®n art¨ªstica lejana de lo que es la iconograf¨ªa jud¨ªa. "Me sirvo de las t¨¦cnicas occidentales y hago una interpretaci¨®n contempor¨¢nea de lo que he conocido", afirma. "El mundo jud¨ªo es un mundo de profetas, no de estetas. Es un mundo de textos, m¨¢s conceptual que el mundo hel¨¦nico, que es un mundo de formas, de filosof¨ªa, pero no de profetas. Ambos son incompatibles, pero llegaron a hacerse complementarios dentro de lo que es la cultura europea. Y todo esto entra a Europa, llega hasta Alemania a trav¨¦s de Espa?a. Y all¨ª permanece. Se ha estudiado mucho m¨¢s la influencia griega que la jud¨ªa y ¨¢rabe, pero creo que es importante tambi¨¦n conocer en profundidad esta gran herencia".
A Quintero no le faltan temas ni tampoco oficio para interpretarlos. Artista de la prestigiosa galer¨ªa Marlborough desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, se ha mantenido fiel a la pintura naturalista. En esta exposici¨®n, titulada Tradici¨®n y paisaje (abierta hasta el 4 de noviembre), aborda los principales g¨¦neros de la pintura cl¨¢sica, el retrato, el paisaje, la naturaleza muerta y la pintura hist¨®rica, para dar muestras de la riqueza de sus hallazgos.
Los retratos que hace de personajes como el viajero del siglo XII Benjam¨ªn de Tudela, de un rabino y de Samuel Ha-Levi -este ¨²ltimo ha sido comprado por las hermanas Koplowitz y donado al Museo Sefard¨ª- son el producto de una intuici¨®n. "Decido empezar un retrato cuando encuentro un personaje, un modelo que se ajusta a mi idea de ¨¦l. Es como un director de cine que s¨®lo puede lograr la pel¨ªcula perfecta cuando encuentra al actor correcto. He conseguido hacer con el rostro de un mendigo un retrato de Maim¨®nides. Un hombre que hace de estatua en las calles me sirvi¨® de modelo para Benjam¨ªn de Tudela, que escribi¨® uno de los primeros libros de viajes de la historia. Despu¨¦s es como si el modelo se apropiara del personaje. Por eso intento que el aspecto del cuadro sea atemporal".
Su estancia a lo largo de varios veranos en Jerusal¨¦n tambi¨¦n ha creado un paralelo interesante. Los paisajes y la luz del monte Si¨®n crean un paralelo con los de Toledo. "Puede parecer t¨®pico hacer esa comparaci¨®n, pero es real. Los alrededores de Jerusal¨¦n y los de Toledo no s¨®lo comparten cierta luz y temperatura, sino otras cosas. Si vas a las afueras de Nueva York sientes un campo fresco, nuevo, con poca sangre, poca violencia todav¨ªa. Pero cuando pisas el campo en Toledo -y en otras partes de Espa?a- y el de Jerusal¨¦n o Jordania, te das cuenta de que esos suelos est¨¢n muy gastados de sangre; ah¨ª han pasado muchas cosas a lo largo de milenios. La arenilla, el matorral, el cipr¨¦s, te hablan de un mundo contundente, que te impacta. Que a veces da miedo".
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