A la carta
Cualquier terraza del centro est¨¢ llena de turistas. Para quienes quedamos en Sevilla, la primera sensaci¨®n es como si nos quitaran un poco de intimidad en agosto, que es un mes tan familiar, pero se pasa enseguida por lo que nos conviene, porque no molestan y porque como se lleve a cabo la tan discutida ecotasa, vamos a poner la ciudad sostenible-total.Dicen que no son las tapas lo que m¨¢s les atrae de Sevilla a los forasteros, pero se les ve muy contentos y aplicados con las cartas de tapas variadas que les entregan en los veladores. A pesar de que algunas de esas cartas est¨¢n impresas en espa?ol y en ingl¨¦s, me da la sensaci¨®n de que m¨¢s de un visitante no sabe lo que va a comer hasta que se lo encuentra delante; por eso, quiz¨¢, se empe?an en comunicarse con el camarero en nuestro idioma, y, si no se les oye, se dir¨ªa que lo consiguen, que se entienden a la perfecci¨®n, pues la conversaci¨®n es fluida, sin necesidad de hablar por se?as, y con tan excelentes resultados que todos se quedan contentos. Hacen falta muchas horas de servir mesas para semejante demostraci¨®n de inteligencia y eficacia.
El otro d¨ªa o¨ª a dos extranjeras, creo que americanas por el ingl¨¦s y por el despiste que ten¨ªan, que, tras leer y discutir la carta detenidamente, pidieron algo ininteligible. El camarero, sin dudarlo un segundo, pregunt¨®: "?Verduras?, ?patatas?, ?fried?, ?queso?". Era pregunta por el tono de interrogaci¨®n, que no para hacerse entender, sino, m¨¢s bien, para convencer y acabar pronto, que siempre hay muchas mesas esperando. Las americanas sonrieron asintiendo con la cabeza y en pocos minutos tuvieron un plato de gazpacho en el centro de la mesa y otro de menestra para cada una.
Estaba muy bien pensado porque los turistas andan ahora muy preocupados por la salud y est¨¢n muy concienciados con la comida sana. A nosotros, adem¨¢s, nos conviene para que contin¨²en viniendo a la cuarta edad tan ¨¢giles y erguidos, aunque nosotros ya ni nos enteremos. El caso es que las dos j¨®venes se tomaron la menestra, muy a gusto y en animada conversaci¨®n, ech¨¢ndole de vez en cuando una cucharadita de gazpacho como si fuera una salsa. Y aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria.
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