Ed Harris debuta tras la c¨¢mara meti¨¦ndose entre el genio y la locura de Jackson Pollock
Buenas pel¨ªculas de Lituania, Francia e Ir¨¢n en el concurso oficial, que finaliza ma?ana
ENVIADO ESPECIALLo m¨¢s llamativo -por el talento de su protagonista y por la dificultad que entra?a su aventura- visto ayer en la Mostra veneciana se titula Pollock y ocurri¨® fuera del concurso. Es el intento, inteligente y valiente, del magn¨ªfico actor Ed Harris, que por primera vez se pone detr¨¢s de una c¨¢mara, de representar la complej¨ªsima y desesperada persona que fue el pintor estadounidense Jackson Pollock, que abri¨® camino entre las leyendas del arte del siglo XX al en¨¦rgico brote neoyorquino de inventiva pict¨®rica conocido como expresionismo abstracto.
Como una esponja
En agosto de 1949 la revista Life public¨® un gran reportaje sobre un pintor llamado Jackson Pollock, completamente desconocido fuera de c¨ªrculos muy restringidos del mundillo art¨ªstico neoyorquino. El t¨ªtulo del reportaje era ¨¦ste: "Jackson Pollock es el m¨¢s grande pintor vivo de los Estados Unidos". De la noche a la ma?ana, las angustiosas estrecheces en que viv¨ªa Pollock desde 1941, cuando sali¨® de la casa materna para vivir de su pintura, se convirtieron en anchuras de un hombre repentinamente rico.Pero con la llegada de la fortuna, los fantasmas ¨ªntimos que torturaban la vida y la mente del artista desde su, seg¨²n palabras suyas, "una infancia peor que un infierno", se multiplicaron y se hicieron m¨¢s hirientes, m¨¢s fuente de la devastadora desesperanza que le corro¨ªa. Su alcoholismo se agudiz¨® y, con ¨¦l, sus crisis autodestructivas tomaron un rumbo violento y peligroso que desemboc¨® en el verano de 1956 en un, sospechoso de no casual, accidente de autom¨®vil que seg¨® la vida del pintor y de una joven amante suya que viajaba con ¨¦l.
Singularidad
Ed Harris ha absorbido como una esponja los rasgos perturbados del personaje y ha sabido, con inteligencia y oficio excepcionales, trasladarlos a esta resurrecci¨®n f¨ªlmica del pintor, a trav¨¦s del aparato gestual que se adivina en el proceso de realizaci¨®n de sus grandes, en extensi¨®n y en talento, lienzos. Ver a Harris repintar, tal como lo hac¨ªa su autor, los cuadros de Pollock equivale a conocer, mediante la reconstrucci¨®n de sus ritos de trabajo, las luces y las negruras que flotaban en el esp¨ªritu y el cerebro del artista. La obra de Pollock niega la casualidad y convierte el azar en necesidad. De ah¨ª el sentido tr¨¢gico de sus vigorosos cuadros, heridos por pinceladas como navajazos.Pintaba Pollock con desesperada energ¨ªa el orden y el caos de tejidos cerebrales y c¨®smicos, que parec¨ªan casi bordados por una trama de transparencias de exquisita delicadeza. Descubri¨® la secreta, precisa y llena de c¨¢lculo, intencionalidad que hay por debajo de toda verdadera espontaneidad. Y logr¨® identificar y fundir en el trazo de su pincel y en el filo de cuchillo de su paleta la estructura y la improvisaci¨®n, combinando un f¨¦rreo rigor en la idea de la composici¨®n del cuadro y una ilimitada libertad en la materializaci¨®n sobre la tela de esa idea.
Y todo esto y m¨¢s se ve en las manos, en los ojos, en el cuerpo roto de Harris pose¨ªdo por Pollock. Hermosa intrusi¨®n del alma viva de un artista en el hueco lleno de signos dejado por el alma muerta de otro artista.
Mientras tanto, lleg¨® al concurso Libertad, del lituano Sharunas Bartas, cineasta de especie ¨²nica, formado en el Mosc¨² sovi¨¦tico y convertido en un exquisito estilista e innovador formal, que filma historias herm¨¦ticas duras de ver, pero fascinantes, cuando menos a r¨¢fagas, y de una singularidad sin equivalente en el cine actual. Su secuencia antinarrativa, de gran fuerza visual y musical, est¨¢ concebida y realizada rotundamente de espaldas al comercio de cine. Bartas sigue siendo un extra?o y vigoroso poeta clandestino de la imagen.Y llegaron tambi¨¦n Seg¨²n Matthieu, dirigida por el franc¨¦s Xavier Beauvois, que es un drama bien planteado, y no bien resuelto, sobre una tensi¨®n de violencia ahogada derivada de una situaci¨®n de lucha de clases en el marco de una empresa que practica con sus obreros formas extremas del capitalismo salvaje, hoy en alza en Europa.
Y, con m¨¢s cercan¨ªa entre lo buscado y lo encontrado, lleg¨® tambi¨¦n un magn¨ªfico filme iran¨ª titulado El c¨ªrculo, dirigido por Jafar Panahi, del que se han estrenado en Espa?a sus peque?as maravillas de El globo blanco y El espejo. ?ste, su tercer filme, es tambi¨¦n una peque?a joya que propone una visi¨®n muy dura, elocuente, libre y dicha sin pa?os calientes, sobre algunos aspectos literalmente infames de la situaci¨®n de las mujeres en Ir¨¢n. Excelente cine de ficci¨®n documental.
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