Cita en Nueva York
La reuni¨®n que cita en Nueva York a casi todos los pol¨ªticos importantes de este mundo, pomposamente bautizada del milenio, servir¨¢ de algo si consigue recuperar para la ONU parte del respeto y la relevancia que la organizaci¨®n ha ido perdiendo en los ¨²ltimos a?os, lastrada en buena medida por una creciente desproporci¨®n entre objetivos y recursos disponibles. En sus 55 a?os de vida, las Naciones Unidas han defraudado muchas expectativas, pero si no existiera un foro global de su naturaleza habr¨ªa que inventarlo.Las tareas de la ONU, desentumecida por el final de la guerra fr¨ªa, han crecido exponencialmente en la d¨¦cada que termina. En correspondencia, la ¨²nica asamblea mundial donde los pobres tienen a algunos efectos la misma voz que los ricos ha conocido descalabros en cadena, sobre todo en el ¨¢mbito de la pacificaci¨®n: desde Somalia hasta Bosnia, pasando por Ruanda o Sierra Leona. En este terreno -sobre cuya mejora debat¨ªa ayer el Consejo de Seguridad a la luz de los sucesos de Timor- es de agradecer la sinceridad brutal de sus propios y recientes informes sobre tragedias como la de Srebrenica y el genocidio africano. Los cascos azules de la ONU pagan en parte los platos rotos de ejercer de mandados del Consejo de Seguridad, un anacr¨®nico poder de cinco miembros con derecho de veto que les dice qu¨¦ hacer y no les proporciona con mucha frecuencia los medios adecuados para hacerlo.
En un documento notablemente autocr¨ªtico, el secretario general, Kofi Annan, deline¨® hace poco los desaf¨ªos principales de la ONU en la ¨¦poca que nace. Adem¨¢s de mantener la paz y enaltecer los derechos humanos, aparecen otros como combatir mejor la pobreza insoportable y las enfermedades que arrasan regiones enteras, diseminar la tecnolog¨ªa de la informaci¨®n instant¨¢nea o impedir la devastaci¨®n medioambiental. Semejante agenda y la recuperaci¨®n del pleno respeto internacional son impensables si sus propios miembros no se toman a la ONU m¨¢s en serio. Estados Unidos, el m¨¢s poderoso de ellos, a?ade al vapuleo sistem¨¢tico la rebaja de su contribuci¨®n al presupuesto de la organizaci¨®n, precisamente en tiempos de inigualado esplendor para la econom¨ªa estadounidense.
El mundo necesita instituciones capaces de manejar la globalizaci¨®n en ciernes. Con las reformas y los medios necesarios, la ONU deber¨ªa ser, tambi¨¦n en el siglo XXI, el n¨²cleo supranacional que capee las aflicciones m¨¢s serias de nuestro planeta.
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