Nacionalismo del ayer, federalismo del ma?ana MIQUEL CAMINAL BADIA
El 11 de septiembre de 2000 debe tener algo especial. No se trata de organizar ning¨²n numerillo teatral en homenaje a Companys con dos entrometidos de EH; ¨¦stos que lamentan, pero no condenan la violencia terrorista. Aqu¨ª nos falta "el car¨¢cter" necesario, estilo Arzalluz, para hacer una simulaci¨®n del asesinato en Montju?c, lo que dice mucho a nuestro favor. La est¨¦tica convergente en patriotismo teatral no va m¨¢s all¨¢ de Els Pastorets. Pero Companys merece otro recuerdo a los 60 a?os de su asesinato. Fue republicano, antifascista, catalanista y federalista. Reducirlo a nacionalista es faltar a la verdad. Proclam¨® el Estado Catal¨¢n dentro de la Rep¨²blica federal espa?ola, con Lluh¨ª i Vallesc¨¤ y con Comorera. Quiz¨¢ se equivocaron en aquel 6 de octubre, como opinaron Aza?a, Tarradellas y Serra i Moret. Pero su proclamaci¨®n no fue separatista, sino democr¨¢tica y federal. Los catalanes dem¨®cratas, nacionalistas o federalistas, siempre hemos sido separatistas frente a la Espa?a autoritaria. Es una Espa?a que aplasta las diferencias y las libertades. Pero somos mayoritariamente unitarios con la Espa?a democr¨¢tica y federal.El 11 de septiembre del a?o del 60? aniversario del asesinato de Companys por el fascismo deber¨ªa servir de reflexi¨®n de c¨®mo el nacionalismo extremo deriva en totalitario. Companys fue v¨ªctima de un nacionalismo fascista y totalitario. Ante todo, su muerte simboliza el grito por la libertad. Es un grito universal, no tiene fronteras. Ning¨²n nacionalismo puede monopolizarlo. La libertad de las personas y de las naciones se realiza federalmente, porque se es libre con el otro y no frente al otro. El nacionalismo s¨®lo se justifica en negativo, es decir, como oposici¨®n y resistencia ante la imposici¨®n y la dictadura del otro. Pero en libertad y democracia, los nacionalismos no tienen ning¨²n sentido (democr¨¢tico). ?Hacia d¨®nde van los nacionalismos vasco y espa?ol? ?Hacia d¨®nde conducen las declaraciones intolerantes y tremendistas de Aznar y de Arzalluz? Los nacionalismos, cuanto m¨¢s enfrentados est¨¢n, m¨¢s poderosos se vuelven, y m¨¢s radicalizados, lo que beneficia a los m¨¢s ultras de cada lado. El Partido Popular, al poner al PNV entre la espada y la pared, pero apretando la espada, est¨¢ entrando en un juego muy peligroso.
Los nacionalismos en Espa?a (y en todas partes) necesitan del federalismo para apaciguarse. La l¨®gica del nacionalismo en estado puro es disparatada. Ha pasado la hora de reafirmar soberan¨ªas espa?olas o de proclamar soberan¨ªas vascas. La lucha "materialista" por el territorio (porque el nacionalismo es m¨¢s materialista en el fondo de la verdad que rom¨¢ntico) debe terminar. La tierra no tiene banderas, son los intereses materiales los que las imponen. Es l¨®gico que cada uno de nosotros se sienta identificado con su cultura de origen o con el espacio cultural que le permite convivir y sentirse miembro de la comunidad de la que forma parte. Tambi¨¦n lo es que reaccionemos contra todo intento de imponernos otras identidades. Pero lo que no tiene ning¨²n sentido es la delimitaci¨®n de un territorio para decir a continuaci¨®n: esto es m¨ªo, y luego plantar una bandera de propiedad. Esto vale para Estados Unidos, Israel, Espa?a, Catalu?a y todos los dem¨¢s Estados o naciones sin Estado. Es absurdo e injusto, porque siempre habr¨¢ alguien perjudicado por esta imposici¨®n de propiedad nacionalista.
Hoy por hoy, somos pocos los que creemos en el federalismo y en sus posibilidades como proyecto intelectual y moral de organizaci¨®n pol¨ªtica de las sociedades multiculturales. Menos de los que as¨ª se autodefinen. Si crey¨¦ramos en las estad¨ªsticas, no estar¨ªamos tan mal. Dicen que casi el 40% de la poblaci¨®n mundial vive bajo sistemas federales. Cuentan con los 1.000 millones de habitantes de la India, con los rusos, los mexicanos, los norteamericanos, los espa?oles y tantos otros, incluidos los Emiratos ?rabes Reunidos. As¨ª salen todas las cuentas. Si Putin es federalista, yo tampoco. No s¨¦, pero me parece un nacionalista de tanque y disparo. Qu¨¦ mal lo deben de pasar estos patriotas ante agostos tan negros, no por las vidas perdidas, naturalmente, sino por el honor nacional perdido. Esto no pasa en Estados Unidos, que siempre tienen a disposici¨®n Hollywood, para decirnos que son los mejores nacionalistas patrioteros. De este modo, hay que reconocer que el nacionalismo contin¨²a invadiendo todo el planeta. Si ETA fuera la ¨²nica organizaci¨®n nacionalista, durar¨ªa un segundo.
Este es el panorama que envuelve nuevamente nuestro 11 de septiembre. Y ?si empez¨¢ramos a hablar y a dialogar sobre c¨®mo vivir juntos? Esto es hacer federalismo. La libertad no es de uno, s¨®lo puede ser de todos. El nacionalismo lucha por la propia libertad. El federalismo por la libertad de unos y de otros. La pol¨ªtica real ha malbaratado tantas palabras o, peor todav¨ªa, las ha distorsionado y falsificado a tal nivel que necesitamos recuperarlas. Mirando hacia el siglo XXI, ser¨ªa deseable que dej¨¢ramos el nacionalismo para el ayer, y pens¨¢ramos en federal para construir juntos una sociedad realmente republicana, democr¨¢tica y multicultural. Companys as¨ª lo pensar¨ªa.
Miquel Caminal Badia es profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la UB.
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