Gore, Lieberman y el juda¨ªsmo en EE UU
La campa?a presidencial de Estados Unidos dio un giro muy extra?o cuando Al Gore eligi¨® a Joseph Lieberman, un jud¨ªo ortodoxo, como candidato a la vicepresidencia; en t¨¦rminos pol¨ªticos, Lieberman era un salvador moral, el dem¨®crata anti-Clinton. Se le consideraba impecable porque hab¨ªa denostado p¨²blicamente en el Senado al presidente y hab¨ªa pedido su dimisi¨®n. Lo que resulta ir¨®nico es que, de acuerdo con la tradici¨®n jud¨ªa, la conducta de Lieberman era mala; seg¨²n la Torah, el humillar p¨²blicamente a un amigo o pariente es un pecado casi tan grave como el asesinato.No importa: la "moralidad" que se alaba es una moralidad de telecomedia pol¨ªtica. Los musulmanes ondearon entusiastas pancartas pro-Lieberman en la convenci¨®n dem¨®crata, los negros y otros grupos minoritarios vieron la nominaci¨®n de un jud¨ªo como una victoria de todas las minor¨ªas. Las religiones asramitas e hind¨²es son noticia pasada, la santer¨ªa est¨¢ vagamente de moda, toda clase de religiones estramb¨®ticas est¨¢n de moda, as¨ª que, ?por qu¨¦ no hacemos que Gore & Lieberman bajen el Misisip¨ª como dos Huck Finns de nuevo cu?o cantando la Torah Blues?
Pero para la mayor¨ªa de los jud¨ªos integrantes de la corriente principal, el 90% de los cuales no son, como Lieberman, ortodoxos, Lieberman era la peor de sus pesadillas hecha realidad. A la semana de su nominaci¨®n, el grupo jud¨ªo del m¨¢s puro establishment, la Liga Anti-Difamaci¨®n, dio el paso sin precedentes de reprenderle p¨²blicamente por "salir a vender su religi¨®n en un pa¨ªs de religiones diversas en el que introducir cuestiones de fe en la arena pol¨ªtica s¨®lo puede causar divisiones".
Las declaraciones p¨²blicas de Lieberman acerca de que la religi¨®n define la aut¨¦ntica moralidad pusieron la crisis al rojo vivo; para la mayor¨ªa de los jud¨ªos (yo incluida), un comentario as¨ª suena casi peor que una traici¨®n. Los jud¨ªos siempre han considerado que la mayor garant¨ªa para su supervivencia es la separaci¨®n entre la Iglesia y el Estado; ¨¦sta es la raz¨®n por la que emigraron de Francia despu¨¦s de que se estableciera el C¨®digo Napole¨®nico y por la que emigraron en gran n¨²mero a Estados Unidos. El juda¨ªsmo siempre ha tenido una alta dosis de humanismo secular; las afirmaciones de Lieberman parecen haberles robado su derecho a existir, su identidad.
El caso Lieberman a?ade le?a al fuego ya candente de la lucha por el alma futura del juda¨ªsmo estadounidense. ?Qu¨¦ es un jud¨ªo? ?Estamos hablando de una religi¨®n, un pueblo, una lealtad o un estado mental? En algunos momentos del pasado, los jud¨ªos cre¨ªan que ser jud¨ªo significaba ser marxista, o intelectual, o alguien que apoya a Israel o que simplemente se sent¨ªa muy desgraciado por el antisemitismo y el Holocausto. Bien, el pensamiento marxista ha muerto y, a estas alturas, a los jud¨ªos les preocupa cada vez m¨¢s la trivializaci¨®n del Holocausto; el que Lieberman llevase a rastras al Holocausto en su discurso de aceptaci¨®n, en donde no pintaba nada, cay¨® como una pelota de plomo sobre la comunidad jud¨ªa.
El Juda¨ªsmo Reformado, la rama m¨¢s popular del juda¨ªsmo norteamericano, quiz¨¢ porque es la m¨¢s indulgente (sus cr¨ªticos piensan que est¨¢ demasiado cerca del protestantismo), fue iniciado en el siglo XIX por jud¨ªos alemanes que quer¨ªan modernizar las cosas. Buscaban una forma de mantener el contacto espiritual con el juda¨ªsmo y, al mismo tiempo, asimilar todas las culturas. Las organizaciones como la fundaci¨®n Hirsch de Viena pusieron en marcha por todos los pueblos peque?os del Imperio Austro-h¨²ngaro las escuelas modernas no parroquiales Baron-Hirsch -algo as¨ª como la Instituci¨®n Libre de Ense?anza-, en las que se hablaba alem¨¢n en vez de y¨ªdish. La gran importancia que le dieron a la construcci¨®n de escuelas y hospitales fue vital para el florecimiento de los intelectuales jud¨ªos que tuvo lugar en Viena y Alemania antes de Hitler. El hecho de que el Holocausto tuviera lugar en Alemania, el pa¨ªs m¨¢s amado por los jud¨ªos y en el que estaban m¨¢s integrados, lo cambi¨® todo. (La expulsi¨®n de los jud¨ªos de Espa?a y Portugal est¨¢ demasiado lejos hist¨®ricamente como para estar en la mente de los jud¨ªos norteamericanos).
En los a?os sesenta, el humor jud¨ªo abiertamente c¨®mico de Philip Roth y Woody Allen, y su introducci¨®n en el idioma ingl¨¦s de una especie de expresiones pop y¨ªdish-americanas, cayeron bien en el pa¨ªs; el estrafalario estilo jud¨ªo pop era tambi¨¦n una venganza sutil contra las barreras de clase firmemente erigidas por los estirados poderes establecidos germanojud¨ªos. Es cierto que aquel establishment hab¨ªa educado y apoyado a sus correligionarios pobres de Europa del Este, pero, aunque sacaron de la pobreza a los jud¨ªos del Este, no quer¨ªan que sus hijas se casasen con ellos, que es de lo que trata en realidad la primera novela de Philip Roth, Goodbye Columbus. El problema de los jud¨ªos seculares es que resulta un tanto exc¨¦ntrico decir que uno es jud¨ªo y, por tanto, parte de una de las grandes religiones del mundo, y no sentir ninguna conexi¨®n espiritual con ella. El problema de los jud¨ªos de la Reforma es que la tasa de matrimonios en Estados Unidos de jud¨ªos con no jud¨ªos es del 60% y sigue subiendo. Mientras tanto, debido a que tienen enormes familias, los ultra-ortodoxos, un grupo que pr¨¢cticamente no exist¨ªa hace 30 a?os, est¨¢n creciendo en n¨²mero.
Pero, ?por qu¨¦ toda esta conmoci¨®n? ?Por qu¨¦ tantos jud¨ªos que ni siquiera son religiosos siguen siendo jud¨ªos? ?Por qu¨¦ empleamos tanto tiempo en discutir entre nosotros acerca de lo que somos? Es como tratar de responder a la pregunta de por qu¨¦ los jud¨ªos espa?oles han guardado las llaves de sus casas de Toledo durante cinco siglos, o intentar descifrar por qu¨¦ Freud, Marx y Einstein, los tres, para encontrar una salida al pedregoso callej¨®n sin salida de la ortodoxia del siglo XIX se sintieron impulsados a crear nuevos sistemas de pensamiento. ?Por qu¨¦ no se fueron simplemente? A m¨ª me da la corazonada, y como no tengo educaci¨®n teol¨®gica es s¨®lo una corazonada, de que hab¨ªa algo muy poderoso en la idea de que la conducta humana no estaba dictada por el capricho de un dios o diosa malhumorados que viv¨ªan en una roca, sino que era parte de un sistema moral que conten¨ªa la historia, la idea del tiempo, la narrativa y su consecuencia. No es que los jud¨ªos no quisieran ser cristianos, lo que, al fin y al cabo, fue un acontecimiento muy posterior; es que no quer¨ªan ser paganos. El escritor m¨¢s obsesionado con intentar explicar todo lo que esto significaba fue Marcel Proust (madre jud¨ªa, padre cat¨®lico). Pero tambi¨¦n es verdad que tuvo siete tomos y toda una vida para hacerlo.
Barbara Probst Solomon es periodista y escritora estadounidense.
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