Apat¨ªa en la campa?a para recortar el mandato presidencial en Francia
La campa?a para recortar el mandato presidencial franc¨¦s de siete a cinco a?os comenz¨® ayer en medio de la indiferencia general. Jacques Chirac, hasta hace unos pocos meses contrario al quinquenato, acept¨® la reducci¨®n de dos a?os con la esperanza de que nadie le pidiera que se jubilase en vez de opositar por segunda vez a la presidencia. Pero Chirac lo hizo a rega?adientes, sin convicci¨®n y prefiri¨® la v¨ªa del refer¨¦ndum -la votaci¨®n est¨¢ prevista para el d¨ªa 24- en vez de la del voto del Parlamento.
Un gran proyecto
Hoy la opini¨®n p¨²blica parece dispuesta a devolverle su falta de entusiasmo: los sondeos sit¨²an la abstenci¨®n entre el 55% y el 65%. No hay duda, el s¨ª ganar¨¢, pero nadie podr¨¢ capitalizar el resultado. Chirac no quiso debate sobre la cuesti¨®n. "Si no se acepta mi propuesta reducida al estricto recorte del mandato, la retirar¨¦", amenaz¨® a los diputados. Ahora la ciudadan¨ªa responde a esa falta de debate olvid¨¢ndose de las urnas. "El presidente estuvo muy tibio respecto al quinquenato, pero m¨¢s c¨¢lido cuando se habl¨® de refer¨¦ndum", resum¨ªa hace unos d¨ªas Fran?ois Hollande, primer secretario del Partido Socialista (PS). En efecto, Chirac crey¨® poder apoderarse de la reforma, pero confundi¨® el que ¨¦sta fuese bien vista con capacidad de movilizaci¨®n. "El quinquenato es una mejora", dijo Hollande, "pero tenemos otras ambiciones".
Para el ex presidente Giscard d'Estaing, "una abstenci¨®n por encima del 60% no ser¨¢ un fracaso t¨¦cnico, sino simb¨®lico y pol¨ªtico". Para Charles Pasqua, que propugna el no, la abstenci¨®n masiva "s¨®lo ser¨ªa un triunfo para la incivilidad". Lo cierto es que el quinquenato debiera servir, sobre todo, para evitar la repetici¨®n de las cohabitaciones, pero tiende a convertir al presidente m¨¢s en el aut¨¦ntico jefe del Ejecutivo que en el poder arbitral que pretende ser.
La Constituci¨®n de la V Rep¨²blica, ideada por Charles de Gaulle, quer¨ªa que el presidente fuese "el garante de las instituciones" al tiempo que "el portador de un gran proyecto". La pr¨¢ctica le ha ido despojando de esas virtudes. En el caso de Chirac, su calidad de "garante" aparece enturbiada por todos los asuntos judiciales del Ayuntamiento de Par¨ªs, asuntos de los que s¨®lo escapa precisamente por ser presidente de la Rep¨²blica. Respecto a los proyectos, basta con ver lo ocurrido desde 1995 hasta ahora en materia de ense?anza, sanidad y justicia.El corporativismo de los profesores ha podido con cualquier tentativa de cambio; Alain Jupp¨¦ pag¨® con su dimisi¨®n como primer ministro el haber querido modificar la financiaci¨®n de la Seguridad Social, y Elisabeth Guigou tuvo que abandonar su proyecto de dar total independencia pol¨ªtica a la justicia debido a que los correligionarios de Chirac boicotearon el proyecto de ley. En ning¨²n caso el presidente se movi¨® para salvar transformaciones que trascend¨ªan su mandato. Tras 40 a?os de vida, la Constituci¨®n gaullista se dispone a embarcarse sin entusiasmo en un cambio que, de momento, convertir¨¢ al presidente en superprimer ministro en espera de que la Asamblea Nacional recupere poder de control y el Tribunal Constitucional independencia para proteger las instituciones. Entonces puede que se haga evidente para todos que entre presidente y primer ministro, uno de los dos est¨¢ de m¨¢s pero, hasta entonces, los franceses seguir¨¢n confiando en su Ejecutivo bic¨¦falo como contrapoder.
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