Del 'efecto tequila' al 'efecto pisco'
El mapa pol¨ªtico de Am¨¦rica Latina puede ser interpretado hoy en d¨ªa a trav¨¦s de relieves diversos y muy contrastados que nos muestran lo que podr¨ªamos llamar las variaciones geol¨®gicas del fen¨®meno electoral que comenz¨® a ser ensayado en los a?os ochenta del siglo reci¨¦n concluido para convertirse luego en una constante a veces sinuosa.Las elecciones peri¨®dicas y el experimento contrastado y no pocas controvertido del funcionamiento de las instituciones democr¨¢ticas no ha sido siempre la llave de la estabilidad social ni de la transformaci¨®n econ¨®mica en estas dos ¨²ltimas d¨¦cadas, como lo demuestra el caso del Ecuador; pero, all¨ª donde los votos son respetados y los abusos de poder no pasan a dominar el panorama, las sociedades est¨¢n muy bien persuadidas de que el sistema democr¨¢tico no puede ser sustituido por quimeras autoritarias que avasallen la voluntad de los electores o la falsifiquen.
Ahora estamos viendo c¨®mo se desmantelan escenarios ya inservibles, y, mientras las tramoyas en desuso van a dar a las bodegas de trastos viejos, los antiguos actores se resisten a salir de escena. El principal de ellos es, por supuesto, el viejo PRI mexicano.
No hay duda de que el efecto tequila que irradia desde M¨¦xico tras la elecci¨®n de Vicente Fox tendr¨¢ consecuencias ben¨¦ficas para ayudar a moldear el nuevo mapa pol¨ªtico del continente bajo las premisas saludables de la plena separaci¨®n entre el partido en el poder y el Gobierno en el poder y las garant¨ªas de alternabilidad, no s¨®lo ahora entre personas, sino entre partidos.
Cada vez m¨¢s se ver¨¢ prosperar la necesaria interrelaci¨®n entre modernizaci¨®n econ¨®mica y modernizaci¨®n pol¨ªtica, como es el mejor ejemplo el caso de Chile. La propaganda le hab¨ªa conferido a la dictadura de Pinochet el prestigio del crecimiento econ¨®mico a tasas sostenidas; pero, tras una d¨¦cada de Gobiernos democr¨¢ticos, desde Patricio Aylwin a Ricardo Lagos, ha quedado demostrado que para el avance de las econom¨ªas no son precisos los Gobiernos autoritarios, ni la represi¨®n, ni la supresi¨®n de las libertades p¨²blicas.
Y en la manera de dejar zanjado para siempre el caso Pinochet, Lagos tendr¨¢ un calificaci¨®n de 100 en conducta. Nunca olvidar¨¦ haberlo o¨ªdo decir en Guadalajara, antes de su elecci¨®n, cuando ocup¨® la C¨¢tedra Julio Cort¨¢zar, que el juicio a Pinochet era para ¨¦l un asunto del pasado. Los tribunales se encargaban del pasado, y los gobernantes, del futuro. Una magn¨ªfica lecci¨®n sobre la justa separaci¨®n de poderes.
El polo opuesto al efecto tequila que se extiende desde M¨¦xico viene a ser el efecto pisco que irradia desde Per¨². Mientras Fox, que trae el estigma de provenir de un partido autoritario en cuanto a sus posiciones sobre la religi¨®n, la propiedad y la familia, busca un amplio consenso antes de ponerse a gobernar y no propone ning¨²n esquema de mano dura, que de todos modos la sociedad mexicana ya no tolerar¨ªa, Fujimori ha impedido la libre competencia para resultar electo por tercera vez, en unos comicios en los que se present¨® como candidato ¨²nico, y se ha hecho imponer la banda presidencial en medio de una masiva protesta que lo que menos augura es estabilidad en el tiempo por venir.
Pero, a diferencia del nuevo modelo mexicano, el viejo modelo peruano est¨¢ destinado a tener pocos seguidores. Ya tuvo uno, hace alg¨²n tiempo, en Guatemala, cuando, queriendo repetir la consigna del autogolpe, el presidente Jorge El¨ªas Serrano mand¨® disolver el Congreso Nacional y la Corte Suprema y termin¨® exiliado en Panam¨¢, con muchas penas y ninguna gloria.
No hay duda de que, en un mundo cada vez m¨¢s globalizado, aun en t¨¦rminos pol¨ªticos, al fin de cuentas los malos ejemplos no pagar¨¢n r¨¦ditos a quienes los originan. Si la actitud de la OEA prometi¨® ser severa con los desmanes de Fujimori en su parodia de elecciones y despu¨¦s se volvi¨® tibia, eso no augura que los reg¨ªmenes nacidos de fraudes o decididos a violentar las instituciones vayan a tener una vida tranquila en el plano de sus relaciones internacionales tanto pol¨ªticas como econ¨®micas.
Los alegatos de "respeto a la soberan¨ªa patria" por parte de quienes falsean las elecciones para quedarse mandando vienen a resultar fementidos y suenan entre los ecos de la vieja ret¨®rica. Ya no valieron en M¨¦xico, donde el partido en el poder no aceptaba siquiera la observaci¨®n electoral internacional, que en los ¨²ltimos comicios, por el contrario, estuvo presente por todas partes.
Esto es v¨¢lido para Nicaragua, donde el fraude electoral ya ha comenzado con la eliminaci¨®n de por lo menos cinco partidos pol¨ªticos, al ser rechazado su registro para las pr¨®ximas elecciones municipales por medio de trampas electr¨®nicas. En Managua, las computadoras todav¨ªa son sensibles no s¨®lo a los fallos de corriente el¨¦ctrica, como una vez en M¨¦xico, sino tambi¨¦n a los dedos que las manipulan en la sombra como en Per¨².
El pacto entre Arnoldo y Daniel Ortega, destinado a crear la exclusividad entre las dos fuerzas pol¨ªticas que ellos encabezan, es por naturaleza excluyente, y pasa por el control absoluto que ejercen sobre el Consejo Supremo Electoral, cuyo prestigio ante la poblaci¨®n tiene una cota muy baja. Y no s¨®lo excluyen a partidos usando una guillotina bien afilada, sino a candidatos que no les convienen, mandando incluso cambiar los l¨ªmites municipales de la capital para dejarlos fuera de competencia.
Nicaragua se coloca ahora, en este dilema crucial, bajo el efecto pisco, y no bajo el efecto tequila. Pero en aquel caso se trata de un modelo del pasado, una tramoya que ir¨¢ a dar sin remedio a la bodega de los trastos viejos. Para algunos, en estos tiempos de tantos cambios y transformaciones, seguir el modelo autoritario es m¨¢s f¨¢cil y m¨¢s c¨®modo que aceptar los retos de la verdadera modernizaci¨®n, que implica necesariamente la apertura democr¨¢tica como requisito de la credibilidad internacional, y, por tanto, de la transformaci¨®n econ¨®mica.
Lo contrario es tratar de ver al futuro con el catalejo al rev¨¦s.
Sergio Ram¨ªrez es escritor y fue vicepresidente de Nicaragua.
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