Liderazgos
El nuevo Secretario General del PSOE fue recibido en silencio por los portavoces del PP porque estaban las vacaciones por el medio. Pero en cuanto se ha reanudado el curso ha empezado el fuego graneado. De liderazgo poco solvente han calificado las primeras andanadas procedentes del PP al de Rodr¨ªguez Zapatero; en realidad, podr¨ªan haber dicho cualquier otra cosa, porque el estilo de la pol¨ªtica espa?ola ya ha consolidado la mala sombra como argumento. Con recordar lo que Guerra dec¨ªa de Su¨¢rez, lo que Gonz¨¢lez dijo de Hern¨¢ndez Mancha, lo que ?lvarez Cascos lleg¨® a decir de Gonz¨¢lez, el recibimiento al nuevo l¨ªder del PSOE me parece de una educaci¨®n exquisita.Pero lo que realmente est¨¢ ocurriendo en el tema del liderazgo pol¨ªtico en Espa?a parece m¨¢s interesante que estos obligados juegos a la contra a que obliga la tradici¨®n maledicente de la reciente democracia espa?ola. En efecto, si la transici¨®n necesit¨® de fuertes liderazgos personales para fijar clientelas y construir aparatos, la normalidad democr¨¢tica arroja por fuerza otros perfiles, porque se cubren necesidades de menor tono pasional.
Gonz¨¢lez disfrut¨® de plataformas medi¨¢ticas insospechadas. Sin el aparato del Estado, Su¨¢rez no habr¨ªa superado el tono gris de su apariencia est¨¦tica e intelectual. Carrillo resucit¨® jaleado de la clandestinidad como un redentor a quien hab¨ªa que arrinconar. Pujol estuvo a punto de naufragar bajo la Dictadura senil de Tarradellas, pero se impuso a todos. Arzallus rompi¨® al PNV en dos para que Garaikoetxea no le arrebatase la atalaya desde donde truena contra Espa?a. Fraga fue idealizado por un franquismo imposiblemente dem¨®crata para acabar prescindiendo de ¨¦l, y aparc¨¢ndole en Galicia. Tierno fue arrollado por el autob¨²s del PSOE.
Pero a los l¨ªderes carism¨¢ticos, o a los perfiles prefabricados les han sucedido en tiempos de normalidad, y no sin traumas, nuevos dirigentes que, obviamente, no proceden de fuera de la partitocracia instalada, ni mucho menos, reclamados desde ¨¦sta de alg¨²n lugar de la sociedad civil. Se trata, en la mayor parte de los casos, de aparatxics, de supervivientes, de j¨®venes obedientes que se han mantenido agazapados como lugartenientes ambiguos de los pr¨ªncipes destronados, agotados o desaparecidos de la escena.
Aunque tienen pasado, ya no les cuenta ni como activo ni como pasivo. No fue menester que nadie bregara para que de Zaplana se ponderase con nitidez su cierta y pronta militancia liberal. Sin historia, tambi¨¦n, se presentan los postulantes a la Secretar¨ªa General del PSOE valenciano, aunque en su d¨ªa fuesen escuderos, deudos, agentes o dom¨¦sticos de los l¨ªderes carism¨¢ticos del socialismo local.
Pero en el caso valenciano hay algo, un no se qu¨¦ de tribalismo incivil que puede arruinar lo que en realidad no es m¨¢s que lo debido: Recorrido el trayecto de lo b¨¢sico (la Constituci¨®n, el Estatuto, el dise?o y alcance del modelo auton¨®mico...) los viejos l¨ªderes debieron alejarse del campo de batalla y dejar que sus v¨¢stagos se repartiesen la herencia sin tantos sobresaltos y amarguras. Aqu¨ª no permitieron que fracasaran sus herederos directos (Romero), ni aceptaron que el principio de la mayor¨ªa (Pla) diese lugar a un respiro.
Si el tiempo pol¨ªtico demanda l¨ªderes tranquilos, bur¨®cratas prudentes y pacientes y aplicados cazadores de victorias electorales ser¨ªa muy lamentable que los tutores destronados del socialismo valenciano impidieran una vez m¨¢s que sus cachorros puedan atravesar el desierto a camello y con agua.
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