La gen¨¦tica descalifica el concepto de raza
Los cient¨ªficos creen que los rasgos f¨ªsicos externos corresponden a s¨®lo el 0,01% de los genes[PU] NATALIE ANGIER (NYT)
Calibrar la inteligencia, las aptitudes o el car¨¢cter por el color de la piel es algo que para amplios grupos de expertos se aleja de la realidad cient¨ªfica. Los investigadores que han completado la secuencia del genoma humano sostienen que el de raza es un concepto social pero no cient¨ªfico. "Hay una sola raza, la humana", afirman. Por el contrario, otros grupos de investigadores insisten en que hay tres razas principales con diferencias fundamentales que se extienden al cerebro y a su capacidad intelectual. Aun considerando que la investigaci¨®n sobre el genoma humano est¨¢ en sus albores, los partidarios de una ¨²nica raza s¨®lo ven en los rasgos diferenciales externos procesos de adaptaci¨®n al medio que se explican por un n¨²mero peque?¨ªsimo de genes.
Reflejo m¨ªnimo
Los cient¨ªficos sospechan desde hace tiempo que las categor¨ªas raciales reconocidas por la sociedad no se reflejan en el plano gen¨¦tico. Cuanto m¨¢s de cerca examinan los investigadores el genoma humano -el material gen¨¦tico incluido en casi todas las c¨¦lulas del cuerpo- m¨¢s se convence la mayor¨ªa de ellos de que las etiquetas habituales utilizadas para distinguir a las personas por su raza tienen muy poco o ning¨²n significado biol¨®gico.Los investigadores afirman que aunque pueda parecer f¨¢cil decir a simple vista si una persona es cauc¨¢sica, africana o asi¨¢tica, la facilidad desaparece cuando se comprueban caracter¨ªsticas internas y se rastrea el genoma del ADN en busca de signos relacionados con la raza.
El tama?o del cerebro
El resultado es, dicen los cient¨ªficos, que la especie es tan joven desde el punto de vista evolutivo, y sus patrones migratorios son tan amplios, permanentes y complicados, que s¨®lo se ha tenido oportunidad de dividir en grupos biol¨®gicos separados o razas en los aspectos superficiales. "La raza es un concepto social, no cient¨ªfico", afirm¨® J. Craig Venter, director de Celera Genomics Corporation en Rockville, Maryland. "Todos evolucionamos en los ¨²ltimos 100.000 a?os a partir del mismo grupo reducido de tribus que emigraron desde ?frica y colonizaron el mundo".
Poblaciones
Venter y los cient¨ªficos de los Institutos Nacionales de la Salud anunciaron recientemente que hab¨ªan obtenido un borrador de la secuencia completa del genoma humano, y los investigadores declararon un¨¢nimemente que hay una sola raza: la raza humana. Afirman que los rasgos m¨¢s com¨²nmente utilizados para distinguir una raza de otra, como el color de la piel y de los ojos, o el ancho de la nariz, son rasgos controlados por un n¨²mero relativamente peque?o de genes, y por lo tanto han podido cambiar r¨¢pidamente en respuesta a presiones ambientales extremas durante el corto curso de la historia del Homo sapiens.
"Si se pregunta qu¨¦ porcentaje de genes est¨¢ reflejado en la apariencia externa, sobre la que nos basamos para establecer la raza, la respuesta es aproximadamente del 0,01%", dice Harold P. Freeman, del Hospital General de Manhattan, que ha estudiado la cuesti¨®n de la biolog¨ªa y la raza. "Este es un reflejo m¨ªnimo de nuestra composici¨®n gen¨¦tica", a?ade Freeman."Desgraciadamente para la armon¨ªa social, el cerebro humano est¨¢ exquisitamente sintonizado con las diferencias en los detalles del envoltorio, induciendo a las personas a exagerar la importancia de lo que se ha dado en llamar raza", afirm¨® Douglas C. Wallace, profesor de gen¨¦tica molecular en la Universidad de Emory, en Atlanta. "Los criterios que la gente utiliza para determinar la raza se basan completamente en caracter¨ªsticas externas que estamos programados para reconocer", dijo.
Wallace sostiene que la raz¨®n por la que estamos programados para reconocer esas caracter¨ªsticas viene de la importancia vital que representa para nuestra especie el que cada uno de nosotros distinga a un individuo de otro.
Seg¨²n establecen los cient¨ªficos, en contraste con el m¨ªnimo n¨²mero de genes que hacen que unas personas tengan la piel oscura y los ojos almendrados, y otros tengan la piel blanca como la cal, rasgos como la inteligencia, el talento art¨ªstico y las aptitudes sociales probablemente est¨¢n formados por miles, si no decenas de miles, de los aproximadamente 80.000 genes que forman el genoma humano, todos trabajando de una forma combinatoria compleja.
Pero no todos los investigadores consideran la raza como una noci¨®n carente de significado o antediluviana. "Creo que las clasificaciones raciales nos han resultado ¨²tiles", afirm¨® Alan Rogers, especialista en gen¨¦tica de poblaciones y profesor de antropolog¨ªa en la Universidad de Utah, en Salt Lake City. "Podemos creer que la mayor¨ªa de las diferencias entre razas son superficiales, pero las diferencias est¨¢n ah¨ª, y nos informan sobre los or¨ªgenes y las migraciones de nuestra especie".
Hay un grupo de investigadores que siguen insistiendo en que entre las tres razas principales hay diferencias fundamentales que se extienden al cerebro. J. Philippe Rushton, psic¨®logo de la Universidad de Ontario Occidental en Canad¨¢, y autor del libro Race, Evolution and Behaviour (Raza, evoluci¨®n y comportamiento), es quiz¨¢ el m¨¢s incansable partidario de la creencia de que las tres razas principales difieren gen¨¦ticamente en aspectos que afectan al cociente intelectual medio del grupo y a la propensi¨®n hacia el comportamiento criminal. Afirma que su trabajo revela que los asi¨¢ticos orientales tienen el mayor tama?o cerebral medio y mayor cociente intelectual; los de ascendencia africana tienen el tama?o medio cerebral m¨¢s peque?o y el menor cociente intelectual; y los de ascendencia europea est¨¢n en el medio.
Pero muchos cient¨ªficos han puesto objeciones a sus m¨¦todos e interpretaciones, alegando, entre otras cosas, que el v¨ªnculo entre el tama?o total del cerebro y la inteligencia no est¨¢ nada claro. El cerebro de las mujeres, por ejemplo, es m¨¢s peque?o que el de los hombres, incluso despu¨¦s de realizar correcciones para tener en cuenta su menor masa corporal, y sin embargo, las puntuaciones medias de cociente intelectual masculinas y femeninas son iguales. Por lo mismo, las pruebas f¨®siles indican que los neandertales ten¨ªan un cerebro muy grande, y ni siquiera duraron lo suficiente como para inventar pruebas homologadas.Eric S. Lander, experto en genoma del Whitehead Institute en Cambridge (Massachusetts, EE UU), admite que, dado que la investigaci¨®n sobre el genoma humano acaba de comenzar, no puede descartar definitivamente a aquellos que argumentan que las diferencias raciales significativas se deben reflejar en alguna parte del ADN humano y que se encontrar¨¢n cuando los investigadores las busquen en serio. Pero, en opini¨®n de Lander, los que mantienen que dichas divisiones raciales existen son los que tienen la causa m¨¢s dif¨ªcil de defender.
Aunque la investigaci¨®n de la estructura y secuencia del genoma humano est¨¢ todav¨ªa en pa?ales, los genetistas han elaborado un esbozo de la historia gen¨®mica humana, generalmente llamada la hip¨®tesis de fuera de ?frica o de la evoluci¨®n de Eva. Seg¨²n esta teor¨ªa, el Homo sapiens se origin¨® en ?frica hace entre 200.000 y 100.000 a?os aproximadamente, y comenz¨® a emigrar a Oriente Pr¨®ximo, Europa, Asia, y, a trav¨¦s de la masa de tierra de Bering, hacia Am¨¦rica. Seg¨²n avanzaban, parecen haber desplazado en su totalidad o en gran medida a humanos arcaicos que ya habitaban en los diversos continentes, bien mediante actos calculados de genocidio, o simplemente reproduci¨¦ndose en mayor medida, hasta conducirlos a la extinci¨®n.
Sin embargo, el genoma humano es muy grande; est¨¢ compuesto por unos tres mil millones de subunidades o bases, lo que significa que incluso un porcentaje min¨²sculo de variaci¨®n de un individuo a otro supone un importante n¨²mero de diferencias gen¨¦ticas. La cuesti¨®n es en qu¨¦ parte del genoma se encuentra esa variaci¨®n, y c¨®mo se distribuye entre las diferentes poblaciones.
Mediante muestras gen¨¦ticas mundiales de marcadores gen¨¦ticos neutrales -tramos de material gen¨¦tico que no ayudan a crear las prote¨ªnas que hacen funcionar el cuerpo sino que por el contrario est¨¢n compuestos del denominado ADN silencioso (los intrones)- los investigadores han descubierto que, de media, el 88-90% de las diferencias entre las personas se producen dentro de sus poblaciones locales, mientras que s¨®lo aproximadamente el 10-12% de las diferencias distinguen a una poblaci¨®n, o una raza, de otra. Dicho de otra manera, los pobladores de cualquier aldea del mundo, ya sea en Escocia o en Tanzania, tienen el 90% de la variabilidad gen¨¦tica que la humanidad tiene para ofrecer. Pero esa relaci¨®n de 90/10 es s¨®lo una media, y ¨²nicamente hace referencia a los marcadores de ADN silencioso.Para el material gen¨¦tico que codifica las prote¨ªnas, el cuadro es un poco m¨¢s complejo. Muchos genes trabajadores (los exones), responsables de las funciones b¨¢sicas de los ¨®rganos, no muestran pr¨¢cticamente ninguna variabilidad de un individuo a otro, lo que significa que son incluso menos espec¨ªficos de cada raza que los marcadores gen¨¦ticos neutros.
Algunos genes, notablemente los del sistema inmune, muestran una variabilidad enorme, pero esa variabilidad no se adapta a los diferentes grupos raciales. Y finalmente est¨¢n los genes que controlan la pigmentaci¨®n y otras caracter¨ªsticas f¨ªsicas. Estos tambi¨¦n se sirven en un amplio surtido de sabores, pero al contrario que los genes relacionados con la inmunidad, a menudo se distribuyen en grupos espec¨ªficos de poblaci¨®n, lo que da como resultado que los suecos se parezcan mucho m¨¢s a otros suecos que a los abor¨ªgenes australianos.Algunas diferencias grupales superan la profundidad de la piel. Entre los ejemplos m¨¢s famosos, est¨¢n los elevados ¨ªndices de anemia falciforme entre los norteamericanos de ascendencia africana y del s¨ªndrome de Cooley, otra enfermedad relacionada con la hemoglobina, entre los descendientes de pobladores mediterr¨¢neos.
Ambos rasgos se desarrollaron para ayudar a los antepasados de estos grupos a resistir la infecci¨®n por malaria, pero ambos resultan letales cuando se heredan por partida doble. En cuanto a las diferencias en la pigmentaci¨®n de la piel, la presi¨®n del medio ambiente para desarrollar un rasgo grupal generalizado era poderosa.
En opini¨®n de Freeman, la ciencia de los or¨ªgenes humanos puede ayudar a curar algunas heridas, y eso, dice, es una justicia dulce. "La ciencia nos meti¨® en este problema, con sus mediciones de los cr¨¢neos y su ¨¦nfasis en las diferencias y en las clasificaciones raciales", dice Freeman, y a?ade: "Los cient¨ªficos deber¨ªan sacarnos ahora de ese atolladero. Tienen que ser l¨ªderes a la hora de promover la evoluci¨®n del conocimiento sobre la raza humana".
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