Decisi¨®n sectaria
Hay decisiones pol¨ªticas a las que, por m¨¢s que se les busque explicaci¨®n, no hay forma de encontrarla: excepto por sectarismo. Sucede con la medida de la ministra de Sanidad, Celia Villalobos, de destituir al doctor Rafael Matesanz, impulsor de la Organizaci¨®n Nacional de Trasplantes (ONT) y experto internacionalmente reconocido en la materia como representante de Espa?a en el comit¨¦ de trasplantes del Consejo de Europa. Ante lo sorprendente de la decisi¨®n, el departamento que dirige Villalobos no ha podido alegar otro argumento que el de autoridad: la potestad que tienen los Gobiernos para designar a sus representantes en los organismos internacionales. Pero una decisi¨®n pol¨ªtica, adem¨¢s de legal, est¨¢ obligada a no ser arbitraria. La cr¨ªtica de la destituci¨®n de Matesanz ha sido un¨¢nime tanto por parte de las asociaciones de pacientes y trasplantados como de los estamentos m¨¦dicos y sanitarios. Nadie comprende la decisi¨®n de Villalobos, que, al a?adirse a la previa destituci¨®n de Matesanz como director general de Asistencia Sanitaria al tomar posesi¨®n la ministra, adquiere tonos de represalia; no se sabe si por haber formado Matesanz parte del equipo del anterior ministro de Sanidad, Jos¨¦ Manuel Romay, o por haber colaborado con anteriores Gobiernos socialistas. Se considera que la representaci¨®n de Espa?a en el comit¨¦ de trasplantes del Consejo de Europa, desde el que se impulsa en gran medida la pol¨ªtica europea en la materia, debe responder m¨¢s a criterios t¨¦cnicos que pol¨ªticos. Adem¨¢s, en el caso de Rafael Matesanz, su destituci¨®n en el Consejo de Europa lleva aparejada la p¨¦rdida para Espa?a de la presidencia de ese organismo, para la que el experto espa?ol hab¨ªa sido elegido en 1995.
No existen, pues, argumentos s¨®lidos -o en todo caso Sanidad no los ha dado- que justifiquen una decisi¨®n que, adem¨¢s de suponer para Espa?a una p¨¦rdida importante en los foros internacionales, puede tener repercusiones negativas sobre el futuro de los trasplantes en nuestro pa¨ªs. A falta de argumentos, la decisi¨®n de Villalobos queda en lo que parece a simple vista: una caprichosa medida pol¨ªtica que contribuye a empobrecer la sanidad p¨²blica espa?ola y a debilitar el prestigio internacional de nuestro pa¨ªs en el campo de los trasplantes.
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