El nervio ilumina al Athletic
El equipo de Rojo supera a base de ¨ªmpetu al Barcelona
El Athletic supo sobreponerse a su complejo de inferioridad para sorprender a un Bar?a que no supo confirmar en San Mam¨¦s el potencial que se le supone. Embutidos en sus respectivos estilos, cada cual jug¨® su partido: los locales, tensos y humildes; los visitantes, confiados, reconcentrados y un tanto ab¨²licos. El Bar?a quiso proponer f¨²tbol y el Athletic se limit¨® a vivir el encuentro como una pelea. Primero contra sus limitaciones y m¨¢s tarde contra el resultado. La visceralidad de unos contrast¨® con el estilo as¨¦ptico de los otros y el f¨²tbol acab¨® convirti¨¦ndose en an¨¦cdota puesto que el Athletic prefiri¨® correr y el Bar?a no supo cambiar de velocidad.El signo del encuentro se insinu¨® en dos minutos: all¨ª donde el Bar?a tocaba en corto, conservaba la pelota y avanzaba, y el Athletic corr¨ªa. Pero el bal¨®n no se despegaba de las botas catalanas. Al Rivaldo le bast¨® un centro de rosca para desnucar a los centrales locales y habilitar a Kluivert, que marc¨® con un toque lev¨ªsimo, como si el gesto concluyera un paseo.
ATHLETIC 3BARCELONA 1
Athletic: Lafuente; Larrainzar, Vales, Alkorta, Larrazabal; Etxeberria, Urrutia, Orbaiz, Ezquerro (Yeste, m. 72); Guerrero (Felipe, m. 85), Urzaiz.Barcelona: Dutruel; Reiziger, Abelardo, Sergi; Frank De Boer, Petit; Simao (Dani, m. 69), Gerard (Arnau, m. 64), Overmars (Alfonso, m. 45); Rivaldo, Kluivert. Goles: 0-1. M. 25. Kluivert. 1-1. M. 41. Larrazabal, de penalti. 2-1. M. 64. Larrazabal, de penalti. 3-1. M. 91. Yeste. ?rbitro: Daud¨¦n Ib¨¢nez. Amonest¨® a Larrazabal, Reiziger, Petit, Alkorta, Rivaldo, Yeste y expuls¨® a Urrutia por doble amarilla y a Dutruel, con roja directa. Unos 38.000 espectadores, casi lleno en el campo de San Mam¨¦s.
El gol despert¨® la autoestima del Athletic, que descubri¨® su banda izquierda. La situaci¨®n requer¨ªa voltaje por parte rojiblanca y Joseba Etxeberria decidi¨® entonces enchufarse al encuentro. Su inter¨¦s trajo el penalti y el empate. El discurso rojiblanco, puro m¨²sculo y voluntad, no daba para exquisiteces.
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