Los viejos Morgan y Rockefeller
Las noticias econ¨®micas del Viejo Continente, tan compulsivas en las ¨²ltimas semanas (la devaluaci¨®n del euro, el crecimiento de la inflaci¨®n, el impacto del precio del petr¨®leo), han impedido valorar algunos de los movimientos que se est¨¢n dando en Estados Unidos. Por ejemplo, la continuaci¨®n del proceso de fusiones a pesar de las dificultades que padece. A principios de septiembre las autoridades reguladoras norteamericanas han puesto pegas sustanciales a la adquisici¨®n de Time Warner por parte de America Online, lo que hizo estremecer a Wall Street. Otras concentraciones muy importantes -WorldCom y Sprint, Dow Chemical y Uni¨®n Carbide, Heinz y Beech-Nut, ...- est¨¢n bajo el ojo supervisor de las agencias que estudian las posibles limitaciones a la competencia.En ese entorno, lleg¨® la compra de un gran banco de negocios por un banco comercial. La pasada semana el Chase Manhattan adquiri¨® JP Morgan, en una operaci¨®n cifrada en 32.200 millones de d¨®lares. El nuevo JP Morgan Chase Company se convierte en el tercer grupo bancario de EE UU, detr¨¢s del Citigroup (Citibank m¨¢s Travelers, m¨¢s Salomon Smith Barney) y del Bank of America.
La operaci¨®n tiene varias lecturas sugerentes; la primera es la fusi¨®n de culturas distintas, personalizadas en dos de los apellidos de m¨¢s relumbr¨®n de las finanzas mundiales: los Rockefeller y los Morgan. Durante varias d¨¦cadas, el Chase Manhattan Bank fue el banco de la familia Rockefeller. Creado en 1799 como Bank of Manhattan, fue controlado luego por John D. Rockefeller y luego por su hijo David (quien quiera conocer a fondo esa saga debe consultar el espl¨¦ndido libro Los Rockefeller, de Collier y Horowitz, autores tambi¨¦n de las biograf¨ªas de los Kennedy y los Ford, publicadas las tres en la editorial Tusquets). El Chase, y los Rockefeller, siempre tuvieron voluntad expansiva.
Todo lo contrario que la familia Morgan, interesada en mantener a toda costa la identidad de la sociedad creada por ellos. En 1838 nace el Morgan Bank, financiador de la ¨¦pica construcci¨®n de los ferrocarriles de EE UU. Pocos a?os despu¨¦s, el hijo de uno de los fundadores, John Pierpoint Morgan le puso sus iniciales a la entidad. JP Morgan impuls¨® la creaci¨®n de gigantes de la industria como General Electric y US Steel.
La Ley Glass-Steagall, que prohib¨ªa la fusi¨®n de las bancas de inversi¨®n, comercial y de seguros, logr¨® que en los a?os treinta se separasen Morgan Stanley Dean Witter y JP Morgan en dos sociedades diferentes. La gran paradoja es que la desaparici¨®n de esa misma ley, hace un a?o, es la que ha facilitado la compra de JP Morgan por parte del Chase. El Chase, y en general la banca comercial, busca la concentraci¨®n con los grandes bancos de negocios para obtener mayor rentabilidad en su negocio. Lo que de paso conlleva la desaparici¨®n de los bancos de negocios independientes. Seg¨²n algunas fuentes, en los a?os cincuenta ya hubo intentos de complementar las culturas Rockefeller y Morgan a trav¨¦s de la colaboraci¨®n de los dos grupos. Otras fuentes indican que antes de dirigirse a Morgan, el Chase se acerc¨®, sin ¨¦xito, a Merrill Lynch.
Es dif¨ªcil que esta operaci¨®n -que convierte al nuevo banco en el l¨ªder en la emisi¨®n de acciones- atraiga la inquina de los organismos reguladores que, en los ¨²ltimos tiempos, se muestran m¨¢s activos que nunca. Pero ello parece deberse no a una cruzada reguladora -todo lo contrario, vivimos tiempos en los que la moda que m¨¢s se conjuga es el verbo desregular-, sino al gigantesco volumen de algunas concentraciones que est¨¢n dando el poder econ¨®mico, y en algunos caso el poder pol¨ªtico, a enormes macroempresas que llegan a monopolizar el sector en el que trabajan.
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