Protestas y propuestas

Transportistas, agricultores y pescadores europeos, entre ellos los espa?oles, se han lanzado a las calles para pedir que sus Estados les compensen por la compulsiva subida de los precios de los carburantes. La exigencia de reducir los impuestos sobre los productos petrol¨ªferos se ha dado de bruces con la negativa inicial de los Gobiernos, en general la ¨²nica l¨ªnea que ha unido a las administraciones europeas, desde la correcta apreciaci¨®n de que avanzar por este camino estimula el consumo, desincentiva el ahorro energ¨¦tico y va en perjuicio del uso m¨¢s racional de un combustible escaso y que poluciona. En el mismo momento en que las protestas han comenzado a remitir en el resto de Europa ante las diversas respuestas de los Gobiernos han empezado a arrancar en Espa?a. Ma?ana, lunes, empiezan las conversaciones entre las organizaciones que agrupan a los sectores afectados y un Gobierno que hasta ahora padece s¨ªndrome de inmovilidad, como si los problemas no fuesen con ¨¦l. Los socialistas espa?oles han presentado un plan de medidas, discutible, pero que deber¨ªa servir para iniciar un debate sobre lo que se debe y lo que no se debe hacer. Es dif¨ªcil establecer sobre qu¨¦ principios se impondr¨ªa su propuesta de una tasa especial que grave los beneficios extraordinarios de las petroleras por el encarecimiento del crudo. Seguramente, el PSOE piensa en la tasa impuesta por el Gobierno franc¨¦s. Pero all¨ª se puede comprender que las compa?¨ªas tengan que compensar parte de la p¨¦rdida de recaudaci¨®n que el Estado sufre por la rebaja del impuesto de matriculaci¨®n.

Tampoco est¨¢ suficientemente matizada la propuesta de bajar de forma temporal el impuesto especial de hidrocarburos hasta el m¨ªnimo europeo para el sector agr¨ªcola. La propuesta podr¨ªa redefinirse en unos t¨¦rminos m¨¢s razonables, como congelaci¨®n fiscal: puesto que el IVA grava precios m¨¢s elevados y act¨²a como un impuesto sobre otro impuesto, ser¨ªa posible congelar el efecto del IVA -inmodificable, salvo por ley- reduciendo el impuesto especial en la misma medida en que el IVA encarece el precio por litro (en unas cinco pesetas tras las ¨²ltimas subidas). As¨ª se respetar¨ªa el principio de la repercusi¨®n del mayor coste del crudo a los consumidores, pero se ahorrar¨ªa parte de la carga fiscal, con un efecto neutro para el Estado.

Pero, en cualquier caso, el silencio gubernamental es m¨¢s da?ino que los errores o las imprecisiones de la oposici¨®n, por flagrantes que sean. Hay un margen para negociar, sin trasladar los problemas de unos sectores al conjunto de los consumidores que padecen, todos, los efectos de un petr¨®leo m¨¢s caro.