Una decisi¨®n salom¨®nica
A Margarita Bernal nadie la tom¨® en serio cuando anunci¨® que quer¨ªa tener un hijo. Frisaba los 43 a?os y desde hac¨ªa treinta padec¨ªa trastornos psiqui¨¢tricos. Los vecinos la hab¨ªan visto varias veces desnudarse a pleno d¨ªa en la plaza Mayor de Ciudad Rodrigo (Salamanca, 14.900 habitantes), hab¨ªan presenciado c¨®mo arrojaba desde su balc¨®n cubos de agua a los j¨®venes trasnochadores, c¨®mo acud¨ªa a la Iglesia y le arrebataba el libro de lectura a quien lo estuviera leyendo en esos momentos para leerlo ella, c¨®mo los municipales la sacaban en volandas del Ayuntamiento una y otra vez tras sus intentonas de hablar con el alcalde. Todo eso, traducido en t¨¦rminos psiqui¨¢tricos, se denomina fase maniaca del trastorno bipolar I, o bien psicosis maniacodepresiva. Se trata de una enfermedad que a veces se transmite por herencia, que no puede curarse al completo, pero permite alcanzar cierta estabilidad si el enfermo sigue el tratamiento de f¨¢rmacos estabilizadores del humor.Y los muchachos del barrio, como en la canci¨®n, le llamaban loca. Y a su compa?ero sentimental, Lucas. ?l, en realidad, se llama Luis Lucas y tiene 48 a?os. Pero como se conocieron en el psiqui¨¢trico de Salamanca, ella se acostumbr¨® a llamarle por su apellido. Y despu¨¦s de vivir varios a?os juntos, con las pensiones de ambos en las casas heredadas de sus padres, encontraron al fin lo que tanto tiempo llevaban buscando: un ni?o al que bautizaron con el nombre de Diego.
Pero un juez les quit¨® la patria potestad de Diego a los siete d¨ªas de nacer. S¨®lo se les permiti¨® verlo en r¨¦gimen de visitas en un centro de acogida en Salamanca. A las pocas semanas las visitas se las prohibieron porque se daban, seg¨²n fuentes de la Junta de Castilla y Le¨®n, "situaciones muy tensas" que podr¨ªan perjudicar al ni?o. A los cinco meses del parto, la Junta de Castilla y Le¨®n, tras atender los informes de los m¨¦dicos encargados de cuidar a Diego, decidieron que ser¨ªa mejor cederlo a una familia en r¨¦gimen de acogimiento preadoptivo.
"Hasta ahora", comenta Margarita S¨¢nchez, t¨ªa de Margarita Bernal, "s¨®lo se ha hablado en los medios de la otra familia. Nadie ha contado c¨®mo le quitaron a mi sobrina al beb¨¦ cuando apenas hab¨ªa cumplido una semana. Llegaron cuatro se?ores con bata blanca y sin prepararla, ni mentalizarla, ni nada, se lo llevaron. Y despu¨¦s, otro d¨ªa, cuando ella y Lucas iban a visitarlo al centro de acogida, les comunicaron de sopet¨®n que el ni?o hab¨ªa sido preadoptado por una familia"
"Era el 2 de junio. Jam¨¢s se me olvidar¨¢ ese d¨ªa", relata la propia Margarita Bernal. "Le dije a uno de los responsables: 'Pero todav¨ªa es mi hijo, ?no?'. Y me contest¨®: 'De momento, s¨ª'. Escuchar eso es muy duro para cualquier madre".
En los brazos de Raquel G¨®mez, empleada de una residencia de ancianos, y su esposo, Carlos de Francisco, funcionario de Hacienda de 39 a?os, el ni?o ha pasado 15 meses; ahora tiene 20. Cuando lleg¨® a la espl¨¦ndida casa de Raquel en el pueblo de El Royo (Soria, 200 habitantes), alguien le regal¨® a Diego un enorme oso de peluche con las pezu?as verde y rojas. El oso, que antes era m¨¢s grande que el ni?o y ahora mide casi lo mismo, ha sido su compa?ero de cama desde entonces. "Si me lo quitan y se lo llevan, ?qui¨¦n va a estar pendiente de ¨¦l en un hospicio para que cada noche duerma con su oso?", se lamenta Raquel G¨®mez.
Margarita en ning¨²n momento dej¨® de luchar por encontrar a su hijo. Luch¨® contra su propia enfermedad, contra las leyes y contra la Junta de Castilla y Le¨®n. Hasta que un juez de Salamanca determin¨® que Diego no deber¨ªa quedarse ni en los brazos de Raquel ni volver a los de Margarita, sino regresar al centro de acogida donde ya estuvo para aliviar as¨ª la enfermedad de su madre biol¨®gica.
Se da la paradoja de que el juez se bas¨® en el informe de un psiquiatra de la Junta de Castilla y Le¨®n, Olaf Martin Holm. Y ahora es la propia Junta de Castilla y Le¨®n la que estudia recurrir la decisi¨®n ante la Audiencia Provincial de Salamanca. "El psiquiatra se limit¨® a se?alar lo que ¨¦l ve¨ªa conveniente para la madre", se?ala Carlos Fern¨¢ndez, consejero de Sanidad. "Pero nosotros debemos anteponer, sobre todo, los derechos del ni?o. Y al ni?o le vendr¨ªa mejor permanecer en una familia antes que en un centro, por muy buenos profesionales que haya en el centro".
Los jueces, sin embargo, no ven con tan malos ojos el paso de los a?os en un centro, seg¨²n se desprende de la sentencia de la Audiencia Provincial: "(...) De tal forma que cuando el menor alcance los ocho o nueve a?os de edad haya desarrollado los mecanismos de defensa y tenga autonom¨ªa personal, pueda alcanzar la plena normalidad de las relaciones familiares".
"O sea", apostilla Raquel G¨®mez, "el ni?o va a estar en un hospicio como conejillo de indias".
"El ni?o", alega Margarita S¨¢nchez, t¨ªa de la madre biol¨®gica, "deber¨¢ estar donde su madre, que es mi sobrina, pueda verlo. Durante muchos a?os ella me ha dicho hasta por carta que la gran ilusi¨®n de su vida es tener un ni?o. Ella cuidaba de los m¨ªos y lo hac¨ªa estupendamente".
El viernes, Margarita viaj¨® desde Salamanca a El Royo para visitar a su hijo. Pero Raquel y Carlos de Francisco, asesorados por su abogado, huyeron del pueblo con el ni?o. "No veo por qu¨¦ tuvieron que hacer eso", indica la t¨ªa de Margarita. "Ella s¨®lo pretend¨ªa ver al ni?o".
Mientras los tribunales deciden, Diego contin¨²a su aprendizaje d¨ªa a d¨ªa. Ya sabe pronunciar el nombre de todos los ni?os del barrio, sabe decir "hola, no est¨¢, se ha roto", ha conseguido unir frases y no se le van de la boca las palabras "mam¨¢, ven".
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