Juegos
El alcalde Alfredo S¨¢nchez Monteseir¨ªn no renuncia a su idea de incluir Sevilla en la lista de ciudades ol¨ªmpicas. Lo malo de esa historia de los Juegos es que, mientras se gastan energ¨ªas en ese intento que podr¨ªa llevar Sevilla a la ruina de su imagen de ciudad de las mil maravillas como por tercera vez fuera rechazada por los se?ores del COI, lo malo digo, es que mientras eso se intenta tenemos pendientes demasiados sue?os de lo cotidiano.Sevilla es una ciudad hermosa y, por supuesto, que la medida de su hermosura da para sentir bien desarrollado el sentido del placer de vivir en ella. Pero todas las hermosas, para conservarse y a¨²n para aumentar su belleza, necesitan cuidado, atenci¨®n y no abandonar ni uno solo de los rincones de su belleza: m¨¢s all¨¢ de lo que todos ven, mucho m¨¢s all¨¢ de su estricta fachada y a¨²n m¨¢s all¨¢ de su cuerpo de hermosa, porque no hay cuerpo hermoso que resista, si el alma de ese cuerpo no es igual de sugerente.
Sevilla es una hermosa necesitada de atenciones para que su belleza no se pierda y a¨²n m¨¢s para que la antigua belleza que la mantiene no se le vuelva rancia, anclada en el tiempo, sabida y sin sorpresa. Le hace falta empe?o para que adem¨¢s de sus bellezas conocidas y el canto permanente de ellas, que tanto la llenan y tanto agotan otras posibilidades, nazcan, crezcan y se multipliquen, apuestas nuevas para todos los d¨ªas, para llenar los enormes huecos de presente en todos los rincones de su cuerpo, necesitado de tratamientos intensivos para curar sus muchos achaques, a veces graves enfermedades, y de su alma, necesitada de atrevimientos, de rupturas, de modernidad en el mejor y m¨¢s noble sentido del t¨¦rmino. Para eso no hacen falta Olimpiadas sino ganas de cambiar, valent¨ªa para asumir los riesgos y sobre todo fe, mucha fe en la gente que espera, necesita y conf¨ªa a pesar de todo, aunque de momento no tenga m¨¢s remedio que ser disidente del convencionalismo que nos lleva de las tradiciones, potentes y hermosas sin duda, pero que no pueden condicionar como lo hacen la vida toda de la ciudad, a los Juegos Ol¨ªmpicos, sue?o inconcreto y seg¨²n parece excesivo, a juzgar por el rechazo insistente del COI, dando saltos en el vac¨ªo.
M? ESPERANZA S?NCHEZ
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