El presidente de Per¨² no adopta ninguna medida para desactivar su servicio de espionaje
A pesar de que el presidente peruano, Alberto Fujimori, reafirm¨® en la madrugada de ayer su voluntad de "desactivar" el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), que en los ¨²ltimos 10 a?os ha dirigido desde la sombra Vladimiro Montesinos, en su calidad de asesor ad honorem, hasta ahora no ha dado ning¨²n paso concreto para poner fin al poderoso aparato que act¨²a como los ojos y o¨ªdos del r¨¦gimen. Fujimori asegura que su Gobierno ya trabaja para la revocaci¨®n de la ley sobre la que se asienta el servicio secreto. Ha dicho, incluso, que todos los funcionarios de ese organismo ser¨¢n destituidos.
Del dicho al hecho... La promesa de Fujimori tiene poco cr¨¦dito si se tiene en cuenta el origen, el desarrollo y el poder adquirido por el SIN en la ¨²ltima d¨¦cada. El 21 de julio de 1992, tres meses despu¨¦s del autogolpe que dio con el apoyo de las Fuerzas Armadas, Fujimori firm¨® un decreto por el que se cre¨® el Sistema de Inteligencia Nacional, que hasta entonces no hab¨ªa conseguido aprobar por la oposici¨®n del Congreso a las leyes especiales que presentaba el Gobierno para combatir el terrorismo.En ese decreto, el SIN es definido como "el organismo central y rector del Sistema de Inteligencia Nacional", bajo el que se encuadran los ¨®rganos e inteligencia del sector Defensa, de los ministerios del Interior, Relaciones Exteriores, Econom¨ªa y Finanzas y Educaci¨®n, as¨ª como los ¨®rganos de inteligencia de los tres ministerios, organismos p¨²blicos, gobiernos regionales y gobiernos locales". Tiene rango de ministerio y se encarga de "producir, integrar, dirigir, coordinar, controlar y realizar actividades de inteligencia y contrainteligencia requeridas por la seguridad y la defensa nacional. Depende directamente del presidente de la Rep¨²blica". Su presupuesto y documentos que lo sustentan tienen la clasificaci¨®n de secreto. El personal se rige por un plan de carrera y escala remunerativa especial, aprobado por un decreto supremo de car¨¢cter reservado.
Formalmente, el jefe del SIN es el almirante Humberto Rozas (su antecesor, almirante Julio Salazar Monroe, es el actual embajador en Caracas), pero quien realmente manda es Vladimiro Montesinos, nombrado asesor de Fujimori cuando gan¨® las primeras elecciones, en 1990. Desde el SIN se dise?¨® buena parte de la estrategia que permiti¨® aniquilar a Sendero Luminoso. Lograda la paz, Montesinos sigui¨® trabajando hasta convertir el servicio de inteligencia en una m¨¢quina infernal de control de la ciudadan¨ªa. Espionaje en sus m¨¢s diversas variantes, escuchas telef¨®nicas, guerras sucias para desprestigiar a opositores, torturas y asesinatos de testigos inc¨®modos figuran en el expediente del SIN.
Montesinos y La F¨¢brica, como se conoce al SIN, han escapado a todo control parlamentario. El asesor s¨®lo responde o respond¨ªa ante Fujimori y sus aliados de la c¨²pula militar, hasta tal punto que en Per¨² el verdadero poder reside en el trinomio Fujimori-Montesinos-Fuerzas Armadas. El Congreso, en manos de la mayor¨ªa fujimorista desde 1992, guarda silencio. Tampoco el poder judicial ha adoptado nunca iniciativa alguna contra los desmanes del SIN.
Javier Valle Riestra, el primer ministro m¨¢s breve del reinado de Fujimori (70 d¨ªas), desconf¨ªa de la promesa del presidente. "Decir voy a desactivar el SIN es una mentira y un camuflaje, porque no se puede desactivar un servicio de inteligencia. Es como decir en Espa?a que se va a desactivar el Cesid, o el FBI, la CIA o Scotland Yard. Un pa¨ªs no es totalitario porque tenga un servicio de inteligencia. Lo que hay que ver es qu¨¦ hace este servicio, si persigue opositores, si reprime; porque, en este caso, se convierte en una polic¨ªa dictatorial", declar¨® a este diario.
Para Valle Riestra, "esta mentira oculta la incapacidad pol¨ªtica de Fujimori para destituir a Montesinos. ?Por qu¨¦ no ha aparecido en el diario oficial una resoluci¨®n del primer ministro, de quien depende formalmente el SIN, diciendo: destit¨²yase a Vladimiro Montesinos, asesor ad honorem del SIN?" El ex ministro recuerda que en los 70 d¨ªas que estuvo en el Gobierno tan s¨®lo vio dos o tres veces a Montesinos, su jefe formal.
Desactivar el SIN requiere no s¨®lo voluntad pol¨ªtica, sino hilar muy fino, ya que se trata de un terreno minado. La gran cantidad de informaci¨®n confidencial y comprometedora que se acumula en su despacho, entre la que destaca una videoteca de grabaciones ilegales, y el futuro de los agentes y de su jefe son cuestiones que tienen que resolverse antes de una eventual desactivaci¨®n. El diario El Comercio aseguraba ayer que se demorar¨ªa unos cuatro meses, y apuntaba un detalle revelador: tres coroneles del entorno de Montesinos se habr¨ªan fugado del pa¨ªs con abundante documentaci¨®n.
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