Cinismo universal
La democracia es un sistema pol¨ªtico que descansa en determinados principios que no pueden ser siquiera sometidos a discusi¨®n. En democracia se puede discutir de casi todo, pero no de todo. El derecho a la vida y a no ser sometido a tratos inhumanos y degradantes no es discutible. De la misma manera que no lo es el que nadie puede ser condenado sin un proceso previo con todas las garant¨ªas o que cualquier persona s¨®lo puede ser privada de su propiedad mediante un procedimiento expropiatorio previa la indemnizaci¨®n correspondiente. O que tiene que existir un parlamento elegido por sufragio universal y un poder judicial independiente e imparcial, ¨²nicamente sometido al imperio de la ley. Y pocas cosas m¨¢s de este tipo.Es la indiscutibilidad de estas pocas cosas lo que nos permite discutir civilizadamente todo lo dem¨¢s.Que yo sepa a nadie se le ha ocurrido jam¨¢s considerar que, entre las cosas indiscutibles en democracia, deba figurar la designaci¨®n del director de la radio y televisi¨®n p¨²blica por el Gobierno, sea el del Estado o sea el de una comunidad aut¨®noma. Si a alguien se le hubiera ocurrido incluir esta competencia gubernamental entre las cosas indiscutibles, todo el mundo pensar¨ªa que es un loco o un c¨ªnico.
Y sin embargo, la designaci¨®n gubernamental del director del correspondiente ente p¨²blico es de las cosas que, en Espa?a, parecen pertenecer a esa categor¨ªa. Dicha designaci¨®n parece haberse convertido en un dogma en nuestra vida pol¨ªtica. Y utilizo el t¨¦rmino en su sentido fuerte, es decir, como expresi¨®n de una proposici¨®n que puede ser discutida "desde fuera", pero no "desde dentro". Los partidos que no tiene la posibilidad de llegar a ser Gobierno, pueden discutirlo. Pero los partidos que tienen la posibilidad de llegar a serlo, no. Sea el Gobierno del color que sea e independientemente de su ¨¢mbito territorial, la designaci¨®n gubernamental del director de la radio-televisi¨®n no se pone jam¨¢s en cuesti¨®n. Casi me atrever¨ªa a decir que, tal como est¨¢ el patio, veremos antes el tr¨¢nsito de la Monarqu¨ªa a la Rep¨²blica que el de la designaci¨®n gubernamental a la parlamentaria del director de la radio-televisi¨®n p¨²blica.
El cinismo con que se act¨²a en este terreno es realmente extraordinario. Y adem¨¢s universal. Todos los partidos, cuando est¨¢n en la oposici¨®n, defienden una cosa y cuando llegan al Gobierno, hacen otra distinta. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar prometi¨®, antes de llegar a la Moncloa, que designar¨ªa como director de radiotelevisi¨®n a alguien independiente y acab¨® nombrando a L¨®pez Amor, que no s¨®lo era parlamentario del PP en el momento de su designaci¨®n, sino que hab¨ªa sido antes concejal en el Ayuntamiento de Madrid y hab¨ªa sido, adem¨¢s, condenado mediante sentencia firme por utilizar su puesto de inspector de Hacienda para perseguir a un rival pol¨ªtico y promocionarse personalmente. Y como sustituto de L¨®pez Amor puso a P¨ªo Cabanillas, al que ha nombrado despu¨¦s del 12-M portavoz del Gobierno, como reconocimiento, sin duda, a los servicios prestados.
Y de la misma manera se procede por parte del PSOE, como hemos tenido ocasi¨®n de ver esta misma semana, con la designaci¨®n del portavoz del Gobierno andaluz como director de RTVA. El camino seguido por el presidente Chaves ha sido el inverso al seguido por el presidente Aznar. Si en el Estado se pas¨® de la direcci¨®n de RTVE a ministro portavoz, en Andaluc¨ªa se ha pasado de consejero portavoz a director de RTVA. El orden de los factores, como me imagino que le seguir¨¢n ense?ando a los ni?os en los colegios, no altera el producto.
El r¨¦gimen jur¨ªdico de las radio-televisiones de titularidad p¨²blica es una de las asignaturas pendientes de nuestra democracia. No veo suficiente televisi¨®n como para poder pronunciarme sobre la calidad de la programaci¨®n y sobre si existe alguna diferencia respecto de la programaci¨®n de las televisiones privadas, que justifique la enorme cantidad de recursos p¨²blicos que consumen. Por lo que leo en los peri¨®dicos, me parece que no. Pero no lo s¨¦. De lo que s¨ª estoy seguro, porque s¨ª he seguido con regularidad los informativos de las cadenas p¨²blicas, es de que, m¨¢s que un medio de formaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica, las televisiones p¨²blicas son instrumento de manipulaci¨®n y de deformaci¨®n de la opini¨®n. Desde el punto de vista de la formaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica como presupuesto de la democracia, es evidente que las radio-televisiones p¨²blicas no pueden justificar su existencia y la enorme cantidad de recursos que consumen. Sin los informativos de las televisiones p¨²blicas no estar¨ªamos menos y peor informados de lo que lo estamos con ellos.
En todas partes: en el Estado, en las nacionalidades y en las regiones. Esta es una regla sin excepci¨®n. Para que ello sea posible, la designaci¨®n gubernamental del director del ente es una conditio sine qua non.
En las pasadas elecciones el candidato del PSOE, Joaqu¨ªn Almunia, se comprometi¨® en debate en el pleno del Congreso de los Diputados, a renunciar a la designaci¨®n del director de RTVE en el caso de que fuera presidente del Gobierno. Recientemente, el secretario general del PSOE, Rodr¨ªguez Zapatero, ha hecho suyo el compromiso de Joaqu¨ªn Almunia. Pero, tras lo que ha sucedido en el pasado, es l¨®gico que los ciudadanos no tengan mucha fe en el cumplimiento de estos compromisos una vez que se est¨¦ en la Moncloa.
Sobre todo, cuando el PSOE dispone de la posibilidad de hacerlo en una comunidad aut¨®noma de las dimensiones de Andaluc¨ªa y no lo hace. El argumento de que no se hace en Andaluc¨ªa, porque no lo hacen los dem¨¢s, es una muestra m¨¢s del cinismo reinante. En la pr¨¢ctica viene a ser una confesi¨®n de que se est¨¢ manipulando el proceso de formaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica. ?C¨®mo vamos a renunciar nosostros a hacerlo, si los dem¨¢s no renuncian?
Comprendo que es dif¨ªcil resistir la tentaci¨®n de hacer uso de un instrumento tan poderoso. Pero elegir el camino m¨¢s dif¨ªcil es la garant¨ªa m¨¢s segura de que se est¨¢ actuando correctamente.
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