Greene sigue solo en la cima
El estadounidense exhibe su poder¨ªo en la gran final de los 100 metros, pero su condici¨®n de atleta de dise?o le resta ¨¢ngel
Con una puesta en escena radicalmente contraria a la de Marion Jones, pero con la misma autoridad, Maurice Greene dej¨® evidencia de su poder¨ªo en la final de 100 metros. Cada vez est¨¢ m¨¢s solo en la cima. Ha ganado los dos ¨²ltimos Mundiales, tiene el r¨¦cord de la prueba, ha ganado la medalla de oro en los Juegos. La superioridad de Greene es abrumadora. Y, sin embargo, le falta ¨¢ngel. Parece mentira, porque su historial es intachable. En cuanto a la puesta en escena, no hay duda de que vende el producto HSI -la cofrad¨ªa de velocistas dirigida por John Smith y organizada por Emmanuel Hudson-, pero tambi¨¦n es cierto que se trata de un atleta simp¨¢tico, accesible, extravertido. Tiene, en fin, las condiciones para ser el atleta m¨¢s reconocible del mundo. No lo es, al menos en la medida que siempre se espera del hombre m¨¢s r¨¢pido del planeta.Quiz¨¢ el problema de Greene es que representa con demasiada claridad los intereses de un peque?o grupo de atletas. El HSI -Hudson Smith Inc.- es un estado en s¨ª mismo, con un car¨¢cter demasiado sectario como para provocar la simpat¨ªa del p¨²blico. Por supuesto, la gente admira a atletas como Greene y Boldon, pero es una admiraci¨®n fr¨ªa. Se notan demasiado los hilos de la trama -la teatralidad, el negocio, la arrogancia- en unos atletas teledirigidos. En su condici¨®n de velocistas de dise?o, pierden una cuota excesiva de naturalidad. Por esa raz¨®n, Greene no recibe el reconocimiento popular que merecen sus marcas y ¨¦xitos.
Greene puede esgrimir con derecho que su obediencia a Smith est¨¢ basada en la lealtad al hombre que le ha forjado como campe¨®n. Hace cuatro a?os era un joven velocista que buscaba un lugar en el sol. Se dirigi¨® desde Kansas City hasta California para ponerse a las ¨®rdenes de John Smith, un antiguo cuatrocentista que se hab¨ªa hecho un nombre a trav¨¦s de las victorias de Quincy Watts (400 metros) y Kevin Young (400 metros vallas) en Barcelona 92. Smith ven¨ªa a ser la respuesta a Bob Kersee, el otro gur¨² del atletismo estadounidense.
La transformaci¨®n de Greene fue instant¨¢nea. Un a?o despu¨¦s de fracasar en su intento de conseguir un puesto en el equipo ol¨ªmpico estadounidense, gan¨® el Mundial de Atenas 97. Desde entonces ha sido pr¨¢cticamente imbatible. Ese cambio se lo debe a Smith, un entrenador que bebi¨® de los fundamentos t¨¦cnicos de la escuela del Este de Europa. Greene recuerda en su estilo a Valeri Borzov, no a los cl¨¢sicos atletas americanos.
Toda la primera fase de la carrera es una depuraci¨®n de la t¨¦cnica del antiguo campe¨®n ruso. Hasta la eclosi¨®n de los atletas de John Smith, los velocistas estadounidenses ten¨ªan problemas en la fase de aceleraci¨®n. Desde la salida, buscaban con la mirada la l¨ªnea de llegada. Eso significaba un grado m¨ªnimo de flexi¨®n del tronco durante los primeros 35 metros, con una p¨¦rdida notable de eficacia en la b¨²squeda de la m¨¢xima velocidad. Greene ejecuta perfectamente esa fase, donde se busca la m¨¢xima fuerza con una amplitud de zancada todav¨ªa corta. Para ello, flexiona cabeza y tronco hacia delante, con el inter¨¦s por trazar una l¨ªnea recta, pero oblicua al suelo, de la cabeza a los pies.
En la final de Sydney, ejecut¨® esa fase con la eficacia de costumbre. Pronto se vio que iba a ser el ganador. No se ve en el horizonte a ning¨²n velocista capaz de superarlo, a menos que el joven Bernard Williams diga lo contrario. Por el momento, Greene no tiene rival. Boldon, que ha bajado varias veces de 9,90 segundos, est¨¢ lejos de moverse con la consistencia del norteamericano. En la final, se dio por satisfecho con el segundo puesto, como siempre. Lo ¨²nico que se le escap¨® a Greene fue el r¨¦cord ol¨ªmpico, o tal vez el mundial. Hab¨ªa pronosticado en los d¨ªas previos a la carrera que estaba en condiciones de bajar de 9,80. Pero no contaba con dos dificultades insuperables: la ausencia de adversarios capaces de empujarle hacia nuevos l¨ªmites y el considerable fr¨ªo de las noches de Sydney (17 grados a la hora de la carrera).
Bien mirado, sus 9,87 segundos equivaldr¨ªan a un r¨¦cord del mundo en unas condiciones m¨¢s amables. En cualquier momento, se situar¨¢ en el orden de los 9,75 segundos, marca que no le garantizar¨¢ el aprecio popular correspondiente. Son misterios de la qu¨ªmica que el HSI no puede resolver.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.