La ¨²ltima colonia del Ter
Desde hace un siglo, la colonia textil de Borgony¨¤ (Osona) es conocida como el pueblo de los ingleses. El apodo, motivado por la procedencia brit¨¢nica de los fundadores de la colonia, la familia Coats, ha dejado de tener sentido con el reciente cierre de la f¨¢brica despu¨¦s de 105 a?os de historia. Las crisis del textil y la feroz competencia de pa¨ªses con mano de obra m¨¢s barata hicieron languidecer la emblem¨¢tica f¨¢brica Coats Fabra, antigua Fabra y Coats. "La mala gesti¨®n ha hecho el resto", denuncian los sindicatos. La singularidad de la colonia de Borgony¨¤ se debe a que siempre estuvo profundamente marcada por el car¨¢cter brit¨¢nico de sus fundadores. La urbanizaci¨®n de las calles, los peque?os jardines de las casas y el ladrillo de las paredes confieren a este n¨²cleo un car¨¢cter puramente ingl¨¦s. Y se ha conservado hasta el d¨ªa de hoy. La estructura de colonia tambi¨¦n se ha mantenido: al lado del r¨ªo se encuentra la f¨¢brica, un poco m¨¢s arriba las viviendas de los obreros y, a media ladera, sobresalen los chalets de los amos con la iglesia al lado. "El poder siempre est¨¢ arriba para controlar", recuerda ir¨®nicamente una vecina de las llamadas casas de los trabajadores.
El control y las duras condiciones laborales son la cara m¨¢s amarga de la colonia. Su aislamiento, en parte motivado por la necesidad del agua del r¨ªo Ter, tambi¨¦n responde a la voluntad de la empresa de tener a sus trabajadores alejados de la ciudad y de las ideas que en ella se coc¨ªan. Una de las maestras que trabajaron en la escuela de la colonia, Maria Carme Llinares, explica: "Desde peque?a recuerdo haber visto guardias de la empresa por las calles. Aquello daba tranquilidad, pero ahora veo que era la forma de controlarnos". Los amos tambi¨¦n ten¨ªan un archivo en el que se anotaban todas las incidencias de los trabajadores: una borrachera en el bar del pueblo o un comentario pol¨ªtico subido de tono era motivo de apertura de expediente.
En la colonia todo era propiedad de los amos. Desde el cine, en el que se proyectaron las mejores pel¨ªculas brit¨¢nicas y espa?olas de estreno, hasta el economato pasando por la escuela. "Aqu¨ª no se viv¨ªa mal", asegura una vecina, que a¨²n recuerda la actuaci¨®n de Antonio Mach¨ªn en el teatro de la colonia.
La mano protectora de la empresa tambi¨¦n afectaba a las viviendas, unas casas de entre dos y cuatro habitaciones por las que los obreros pagaban poco m¨¢s de seis pesetas mensuales. Este precio, que variaba seg¨²n las dimensiones de la vivienda, se mantuvo hasta los a?os setenta. Despu¨¦s pudieron comprarlas.
El paternalismo a¨²n llegaba m¨¢s lejos. "Hasta el cura estaba pagado por la empresa", asegura la concejal de Borgony¨¤ Enca Casarramona. Esta edil tiene ahora un duro trabajo por delante: Borgony¨¤, dependiente del municipio de Sant Vicen? de Torell¨®, tiene una poblaci¨®n de 500 habitantes, notablemente envejecida y con muy pocos atractivos para los j¨®venes.
Los responsables de Coats Fabra justifican el cierre porque "el hilo que aqu¨ª se produc¨ªa ya no tiene salida". Uno de los directivos, Antonio de Francisco, mantiene, en contra de lo que aseguran los sindicatos que "aqu¨ª se perd¨ªa dinero". Ahora, parte de la producci¨®n que se hac¨ªa aqu¨ª se trasladar¨¢ a las f¨¢bricas que la empresa tiene en pa¨ªses subdesarrollados.
Pero Borgony¨¤ tiene futuro. El Ayuntamiento pretende fomentar el turismo y las visitas escolares para que los ni?os estudiantes conozcan c¨®mo se viv¨ªa en una colonia fabril. "Con una visita de unas horas los chavales recordar¨ªan para siempre lo que fue la revoluci¨®n industrial", considera la antigua maestra de la colonia. El turismo revitalizar¨ªa la ¨²nica tienda del pueblo, que cierra casi todo el fin de semana, ajena al permiso concedido por el obispo de Vic en 1894 para que en la colonia se trabajara hasta los d¨ªas festivos. Un permiso que, por cierto, s¨®lo afectaba a los obreros.
La cuna del f¨²tbol
El f¨²tbol es motivo de orgullo en Borgony¨¤. No en vano, los trabajadores de esta colonia fueron unos de los pioneros de toda Catalu?a en conocer el juego de la pelota de la mano de los ingenieros ingleses que trabajaban en el pueblo.De poco sirvieron las explicaciones de los t¨¦cnicos extranjeros que se esforzaban en explicar a los trabajadores catalanes que aquel juego se llamaba football. Para los primeros vecinos de Borgony¨¤, aquello siempre fue fotbal. Los j¨®venes que viv¨ªan en las primeras casas de Borgony¨¤ aprendieron r¨¢pidamente el juego y la f¨¢brica subvencion¨® la creaci¨®n del primer equipo de Osona. A¨²n hoy, el campo de f¨²tbol del Borgony¨¤ es, por su impecable c¨¦sped, uno de los mejor considerados de la zona. Ahora el Ayuntamiento de Sant Vicen? de Torell¨® quiere negociar su compra con Coats Fabra.
El principal rival del equipo de Borgony¨¤ fue, durante mucho tiempo, el de la f¨¢brica barcelonesa del barrio de Sant Andreu, tambi¨¦n propiedad de los Coats. La rivalidad era m¨¢xima. La camiseta del equipo era con rayas blancas y negras, algo que gener¨® m¨¢s de un comentario burlesco. El motivo? El blanco y el negro fueron, durante muchos a?os, los dos ¨²nicos colores en que se te?¨ªa el hilo de la f¨¢brica.
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