Marion Jones hace los deberes
La estadounidense se clasifica para la semifinal de 200 metros y la final de salto de longitud
Marion Jones resolvi¨® con ¨¦xito una jornada fatigosa en todos los aspectos. Disput¨® dos series de 200 metros y se gan¨® un puesto en la final de longitud, donde la estadounidense es impredecible. Ella lo sabe. Por eso acudi¨® con cierto temor a la prueba de clasificaci¨®n. Hace un a?o, en el Mundial de Sevilla, se desgast¨® m¨¢s de la cuenta en los tres saltos que necesit¨® para entrar en la final. Le sucedi¨® lo mismo en los trials estadounidenses. Jones no es saltadora. Pretende aprovechar su extraordinaria velocidad para ganar en una especialidad que le resulta fastidiosa. S¨®lo por su velocidad, deber¨ªa dominar la prueba, pero tampoco lo consigue. Su falta de t¨¦cnica y de coordinaci¨®n suponen un lastre excesivo para la estadounidense.Al cansancio f¨ªsico, Marion Jones a?adi¨® la tensi¨®n producida por el revuelo que causado el positivo de su marido, el lanzador de peso C. J. Hunter. No parece la mejor noticia para una mujer que intenta conquistar cinco oros. Sin embargo, no ofreci¨® s¨ªntomas preocupantes. Un d¨ªa despu¨¦s de aparecer con gesto muy serio en la conferencia de prensa de Hunter, sali¨® a la pista con aspecto distendido. Sonri¨® con frecuencia, decidida a continuar su trabajo. Por la ma?ana, estir¨® las piernas en la primera eliminatoria de 200 metros. Como tampoco se viven d¨ªas de vino y rosas en las pruebas de velocidad, se dio un paseo.
La complicaci¨®n radic¨® en el calendario vespertino. Sin apenas tiempo de descanso, ten¨ªa que participar en la segunda eliminatoria de 200 y en la fase de clasificaci¨®n de longitud. Marion actu¨® con inteligencia. Se limit¨® a tramitar el pase a las semifinales de 200, con una marca de 20.50 segundos. Ni tan siquiera gan¨® la carrera. El honor correspondi¨® a la australiana Melinda Gainford, jaleada por 100.000 espectadores.
Jones confes¨® despu¨¦s su preocupaci¨®n por la ronda clasificatoria en longitud. Se enfrenta a la prueba con demasiado prejuicios y poca t¨¦cnica. Vistas sus carencias, varios especialistas se han ofrecido para mejorar el rendimiento de una atleta que se juega cada salto como si fuera la loter¨ªa. Mike Powell, plusmarquista mundial (8,95 metros), ha sido uno de los primeros en proponerse como Pigmalion de Jones. Ella ha o¨ªdo los comentarios de Powell, pero asegura que no ha recibido ning¨²n mensaje concreto de ¨¦l. Con su caracter¨ªstica determinaci¨®n, Marion Jones dice que le importan muy poco las cr¨ªticas que recibe. "Me gusta saltar. Lo hecho desde ni?a y seguir¨¦ con mi plan".
Su temor pasaba por un desgaste excesivo en la fase eliminatoria. Ante la magnitud del desaf¨ªo que se ha marcado en Sydney, Jones no pod¨ªa fallar en este punto. No fall¨®. En su primer intento salt¨® 6,78 metros, marca suficiente para obtener un puesto en la final. La jornada, que se antojaba dif¨ªcil para ella, termin¨® sin ninguna contrariedad, ni por el lado de su marido, que no acudi¨® al estadio despu¨¦s de que el COI le retirara la acreditaci¨®n para entrar en el recinto.
Los pron¨®sticos sobre Marion han variado en los ¨²ltimos d¨ªas. Se da por segura su victoria en los 200 metros y se considera incierta su suerte en el salto de longitud, donde se las tendr¨¢ que ver con Heike Dreschler y Fiona May, dos especialistas que saben lat¨ªn. Pero la mayor dificultad de Marion Jones estribar¨¢ en aquellas pruebas que no puede controlar por s¨ª misma. El deficiente estado de las velocistas estadounidenses pone en peligro el triunfo del equipo en los relevos 4x100. La ¨²nica norteamericana en la final de 100 fue Jones. En 4x400 los problemas se acent¨²an: ninguna estadounidense alcanz¨® la final de 400. As¨ª las cosas, los cuatro ¨²ltimos d¨ªas de competici¨®n ser¨¢n angustiosos para Jones.
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