Pulso decisivo
Una vez m¨¢s, la oposici¨®n se echa a la calle para gritar contra un robo electoral orquestado por Slobodan Milosevic. Hay precedentes. Pero la ocasi¨®n es ahora incomparablemente m¨¢s trascendental. Est¨¢ en el horizonte una Serbia sin Milosevic, vale decir una Europa sin el ¨²ltimo de sus dictadores. El fraude ha sido evidente. La comisi¨®n supervisora de los comicios, una correa de transmisi¨®n del poder, niega a la oposici¨®n cualquier v¨ªa para verificar los resultados de las urnas. La Uni¨®n Europea, EE UU y la Organizaci¨®n para la Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa (OSCE), adem¨¢s de los observadores internos, consideran vencedor a Vojislav Kostunica. Incluso el r¨¦gimen reconoce la derrota de Milosevic por un abultado margen de ocho puntos, pero justo por debajo del 50%, lo que exigir¨ªa la celebraci¨®n de una segunda vuelta el 8 de octubre. Maestro en provocar situaciones l¨ªmite, la decisi¨®n del aut¨®crata serbio trata una vez m¨¢s de ganar tiempo, sin ninguna garant¨ªa de que el escrutinio de una nueva votaci¨®n pueda ser verificado. Por eso, el veredicto de la calle puede resultar decisivo. En un pa¨ªs descoyuntado, la calle indicar¨¢ a la vez la intensidad de la ira ciudadana y de la voluntad gubernamental para aplastarla. La otra clave ser¨¢n las lealtades del dividido Ej¨¦rcito y, sobre todo, de la polic¨ªa, si se plantea una soluci¨®n de fuerza para defender el fraude.
Kostunica, el nacionalista moderado tras el que han arrojado su peso las potencias democr¨¢ticas, mantiene que no ir¨¢ a una segunda ronda electoral. Es la decisi¨®n correcta, aunque arriesgada. Los serbios han manifestado de forma rotunda su voluntad de cambio, y el l¨ªder opositor, vencedor el domingo, no debe acomodarse al enga?o de quien ha perdido a trav¨¦s de sus procedimientos el ¨²ltimo vestigio de legitimidad. Serbia ya no pertenece a Milosevic, pero ¨¦ste intentar¨¢ por todos los medios permanecer en una posici¨®n decisoria y, llegado el caso, negociar¨¢ cada mil¨ªmetro de recorte de sus poderes. Le va todo en ello.
En esta situaci¨®n de final de reinado, en la que cualquier escenario es posible, Europa y EE UU tienen un papel crucial. No deben atosigar a Kostunica -ganador no por prooccidental, sino por su oposici¨®n a Milosevic-, pero su diplomacia ha de ser inequ¨ªvocamente directa con los militares serbios y Rusia (el ¨²nico apoyo pr¨¢ctico de Belgrado). Los movimientos de Milosevic demuestran hasta qu¨¦ punto se siente cercado. El pen¨²ltimo paso de su l¨®brega y sangrienta carrera no puede ser mofarse una vez m¨¢s de la democracia que exhibe como fachada. Despu¨¦s, en alg¨²n momento, debe tener una cita con el Tribunal de La Haya.
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