La noche no se mueve
Tras la primera semana de competencia directa en las pantallas, no parece que La central, el nuevo late-night de Antena 3, represente una seria amenaza para Cr¨®nicas marcianas, l¨ªder incuestionable de esa franja horaria desde hace m¨¢s de tres temporadas. Y eso a pesar de que, por lo visto estos d¨ªas, resulta m¨¢s que evidente que sus creadores, a la hora de dise?ar el producto, han tenido tan en cuenta el programa de Sard¨¢ como los fenecidos Esta noche cruzamos el Mississippi o La sonrisa del pel¨ªcano, que dirigiera con notable ¨¦xito de p¨²blico el eterno postulante Pepe Navarro. Son tantos los parecidos de La central con uno y otro modelo que lo que no toma de uno lo toma del otro y casi puede decirse que no aporta nada, o pr¨¢cticamente nada, verdaderamente original.El principal problema del invento de Antena 3 no es, sin embargo, esa contaminaci¨®n, por flagrante que sea, de exitosos modelos anteriores, un proceder al fin y al cabo habitual en un medio de competencia tan feroz como es el televisivo. Ni siquiera que, falto de otras ideas, conf¨ªe toda su pretendida y fallida carga iconoclasta a la explotaci¨®n del morbo f¨¢cil del sexo, del que ha abusado con chabacana y est¨¦ril saturaci¨®n en los programas emitidos hasta la fecha.
El problema es la encorsetada falta de espontaneidad con la que el mejunje nos es servido; algo en lo que, justo es se?alar, no tiene culpa su conductor, el pulcro y esforzado Jes¨²s V¨¢zquez, ni tampoco el grupo de actores que lo rodean para aportar cada noche el contrapunto c¨®mico. Contemplados individualmente, y pese a los penosos papeles que en ocasiones est¨¢n obligados a representar (entre ellos, un presidiario tatuado apodado El Sevilla dando vida a la Espa?a ca?¨ª y un Jaimito pajillero de atroz indumentaria encargado de servir carnaza encontrada en Internet), todos los colaboradores lo hacen con aceptable soltura.
Ahora bien, Jes¨²s V¨¢zquez no es el due?o del programa, sino un presentador mercenario, y eso, pese a la libertad que parece haberle dado su director para opinar y dar su punto de vista sobre cualquier tema que se debata, representa una inc¨®moda faja en un formato televisivo como el de los programas espect¨¢culo de medianoche, donde, a diferencia de lo que ocurre en los programas de horario diurno, parece fundamental la presencia delante de las c¨¢maras de alguien que tome decisiones y que no se limite a improvisar lo que buenamente puede mientras recibe ¨®rdenes a trav¨¦s del famoso pinganillo.
No sabemos lo que ser¨ªa de La central de estar dirigido por Jes¨²s V¨¢zquez (afortunadamente, por cierto, vestido con traje, y no con los modelitos para lucir m¨²sculo a los que nos ten¨ªa acostumbrados).
Lo que s¨ª es seguro es que, frente al lastre que representa una mec¨¢nica como la descrita, tan pegada al gui¨®n, la superioridad hoy indiscutible de Cr¨®nicas marcianas reside justamente en todo lo contrario: en la agilidad, en la asombrosa capacidad para dar la impresi¨®n de que, por medidos y planificados que est¨¦n sus contenidos, todo funciona, como por milagro, de manera espont¨¢nea.
Con la seguridad que le otorga la confianza en esas armas, Javier Sard¨¢ ha apostado c¨®modamente por la continuidad. Salvo la irreparable ausencia de Boris Izaguirre, que s¨®lo aparecer¨¢ un d¨ªa a la semana, y la enigm¨¢tica incorporaci¨®n, todav¨ªa in¨¦dita, de nuevos colaboradores como Nacho, el pagado de s¨ª mismo m¨¦dico de Gran Hermano, todo sigue igual. Queda por ver si mantendr¨¢ el pulso.
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