Maquis
Todos los colores del arco iris recorren el p¨¢ramo castellano, sembrado de trigales, en una inolvidable escena de El esp¨ªritu de la colmena. Anochece en el siguiente plano y en un caser¨ªo al fondo resuenan unos disparos y estallan las luces de unas r¨¢fagas de ametralladora. En la secuencia siguiente, Fernando Fern¨¢n G¨®mez desfila por delante de un cuartel de la Guardia Civil con la leyenda Todo por la patria presidiendo la fachada. Dudo de que existan im¨¢genes m¨¢s dram¨¢ticamente bellas y m¨¢s clarificadoras sobre el destino de los maquis en la posguerra espa?ola. M¨¢s de un cuarto de siglo despu¨¦s de la proyecci¨®n de aquella magistral pel¨ªcula de V¨ªctor Erice, El portero -un po¨¦tico, agridulce y divertido filme de Gonzalo Su¨¢rez- vuelve a recordar ahora en las pantallas las peripecias de los guerrilleros que combatieron a Franco durante los a?os cuarenta. No han sido ni ser¨¢n las ¨²nicas incursiones cinematogr¨¢ficas en una de las gestas m¨¢s nobles y desconocidas de nuestra historia. Entre ellas, el largometraje que prepara Montxo Armend¨¢riz, basado en un libro de Alfons Cervera.Algunos falsos cosmopolitas -tan enamorados de g¨¦neros como el western y tan detractores de las pel¨ªculas sobre la guerra civil- suelen mostrar su aburrimiento ante los debates sobre aquella apasionante ¨¦poca, aunque ignoran que la guerra civil ha generado casi tantos estudios y libros como la II Guerra Mundial. Pero s¨®lo la fascinante capacidad de comunicaci¨®n del cine o de los grandes medios de comunicaci¨®n puede recuperar la memoria de los maquis, unas gentes que entregaron su vida por la libertad. Contra el olvido luchan ahora unos ancianos que, cuando j¨®venes, treparon por las monta?as aragonesas, castellanas o valencianas en un empe?o in¨²til de perdedores. Aquellos maquis se re¨²nen este fin de semana en Santa Cruz de Moya -en el v¨¦rtice de Cuenca, Teruel y Valencia- para que sus ideales no se vean sepultados por el olvido, para que las nuevas generaciones sepan que la libertad siempre se conquista porque nunca se regala.
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