El dilema
Estoy impresionado por la airada reacci¨®n de transportistas, agricultores y pescadores de toda la UE al aumento de precios de los carburantes. La capacidad de movilizaci¨®n mostrada no utiliza s¨®lo las formas tradicionales de protesta; sino que llega ahora, como si de un escenario b¨¦lico se tratase, al bloqueo de los centros de distribuci¨®n de combustibles. Bien es cierto que se trata de sectores acostumbrados al enfrentamiento. Pero creo que hay algo nuevo. Estamos viendo, en este, como en el caso de las protestas de las ONG contra el Banco Mundial, que la globalizaci¨®n tambi¨¦n modifica la capacidad de movilizaci¨®n social. Parece existir acuerdo en que algo hay que hacer para paliar los efectos a corto plazo sobre esos sectores. No conozco ning¨²n gobierno que asista imp¨¢vido a la ca¨ªda repentina, imprevista y grave de las rentas de cualquier sector. As¨ª ocurri¨® con la reconversi¨®n industrial de los ochenta. En este caso, se trata de sectores atomizados, en realidad autopatronos que consiguen salir adelante s¨®lo por el elevado n¨²mero de horas de trabajo, y a los que el aumento de los carburantes puede dejar al borde de la carretera.
?Qu¨¦ hacer? ?Les bajamos el impuesto de los carburantes o les damos compensaciones fiscales? El Gobierno espa?ol parece seguir la recomendaci¨®n de un economista ortodoxo: no intervenir en los precios del mercado y ayudar a esos sectores mediante compensaciones fiscales y financieras. La idea es que los precios son como se?ales de los mercados para que los consumidores ajusten su comportamiento a las situaciones de escasez. Si se interfiere en esas se?ales, podr¨ªa ocurrir que gast¨¢semos mucho en un bien escaso. Eso ocurri¨® en la crisis de 1973. Y el resultado fue catastr¨®fico.
Pero cree alguien que los precios que pagamos por los carburantes son fijados por el mercado. No, son intervenidos. El precio final de los carburantes es la suma de tres componentes: el coste de crudo que hay que pagar a los pa¨ªses productores, el coste de refino y distribuci¨®n y los impuestos que ponen los gobiernos de cada pa¨ªs. Otro d¨ªa hablaremos de por qu¨¦ los pa¨ªses productores est¨¢n elevando los precios en origen y de por qu¨¦ los precios de refino y distribuci¨®n son m¨¢s elevados en Espa?a que en otros pa¨ªses.
Lo que me interesa se?alar es que los impuestos sobre los carburantes tienen muy poco que ver con el precio eficiente del mercado y mucho con decisiones tomadas en el pasado por los gobiernos para recaudar de forma f¨¢cil.Si es as¨ª, ?qu¨¦ es mejor? ?una disminuci¨®n transitoria de los impuestos de los combustibles a estos sectores o meterse en el camino proceloso de ayudas fiscales que contribuir¨¢n a generar agravios comparativos, opacidades y distorsiones en el sistema fiscal?
No me parece mal el camino seguido por Italia, Francia y Holanda de reducciones transitorias de los impuestos. Se puede temer, como hace el Gobierno, que esto aumentar¨¢ el consumo de combustible. Pero eso depende de lo que los economistas llaman elasticidad del consumo ante una ca¨ªda del precio. ?Cree alguien que los transportistas o los pescadores consumir¨¢n m¨¢s combustible por una ca¨ªda en el precio? No lo creo, estamos ante un caso de elasticidad de consumo r¨ªgida al precio. M¨¢s all¨¢ de la soluci¨®n que se adopte, ?podemos extraer alguna lecci¨®n de lo que est¨¢ ocurriendo? Pienso que s¨ª. Lo que nos est¨¢n mostrando estas airadas protestas es el descontento con el actual sistema de impuestos. Se trata de una manifestaci¨®n m¨¢s de ese malestar profundo que existe en nuestras sociedades contra la estructura de fiscalidad, cada d¨ªa m¨¢s decantada a grabar los salarios y los consumos. La reforma de esa fiscalidad es uno de los grandes retos para las pol¨ªticas econ¨®micas de los pr¨®ximos a?os. Mientras tanto, a ver c¨®mo logramos salir del paso en este atolladero.
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