La tecnolog¨ªa manda
?Puede el ser humano correr m¨¢s r¨¢pido, saltar m¨¢s alto o ser m¨¢s preciso en sus movimientos? O, mejor dicho, ?cuentan hombres y mujeres con un techo infranqueable en sus posibilidades f¨ªsicas? Los expertos aseguran que as¨ª es. Sin embargo, macroeventos, espect¨¢culos deportivos de dimensi¨®n planetaria, como los Juegos Ol¨ªmpicos de Sydney, se empe?an, por fortuna, en demostrar una y otra vez que ese techo no acaba nunca de llegar.El af¨¢n de superaci¨®n de los atletas, unido a su tenaz entrenamiento, hacen posible que continuamente los r¨¦cords que antes parec¨ªan inalcanzables queden anclados ahora en las amarillentas p¨¢ginas de los anales de la historia del deporte. Sin embargo, y con todo, el ser humano sigue siendo limitado en sus capacidades y a nadie se le escapa que la famosa Espada del mejor ciclista espa?ol de todos los tiempos, Miguel Indurain, tuvo que ver en la facilidad de pedaleo que maravill¨® a todo el mundo o que las famosas, liger¨ªsimas y doradas zapatillas de Maurice Greene han colaborado para que el oro en los 100 metros lisos se apoye ahora en su estern¨®n. La tecnolog¨ªa manda en nuestra sociedad. En el deporte, tambi¨¦n.
La preparaci¨®n f¨ªsica de los deportistas depende ya en buena medida de un ordenador. En Sydney, sin ir m¨¢s lejos, se han dado a conocer al gran p¨²blico los denominados trajes hidroaerodin¨¢micos de los nadadores, que llegan a imitar la piel de los propios tiburones, o esas maravillosas bollas de las corcheras que dividen la piscina ol¨ªmpica en ocho calles. ?stas, gracias a la m¨¢gica composici¨®n qu¨ªmica, cierran el paso a las molestas olas y dan alas a los nadadores. Ambos ingenios tecnol¨®gicos han aportado su grano de arena para que se batan una decena de r¨¦cords en esta disciplina. Y no son los ¨²nicos. Los ya famosos monos con capucha de los velocistas, que les alivian del freno del aire, les hacen correr entre vaselina por la pista. La jabalina, las raquetas de tenis, la p¨¦rtiga, las botas y las camisetas de los futbolistas o los propios estadios, por citar otros ejemplos, han sufrido tambi¨¦n con el paso del tiempo fuertes transformaciones que han hecho a hombres y mujeres potenciar sus capacidades naturales. Sin olvidar otras ayudas en forma de sustancias qu¨ªmicas, en muchos casos prohibidas.
?Hasta qu¨¦ punto estos r¨¦cords, aupados por el ingenio humano, desvirt¨²an el esp¨ªritu ol¨ªmpico o deportivo? ?Es l¨ªcito que la tecnolog¨ªa aplicada al deporte coopere con el hombre para superarse a s¨ª mismo? ?Se est¨¢ convirtiendo el deporte en un espect¨¢culo, perdiendo sus ra¨ªces? ?Cu¨¢l es el l¨ªmite? El debate est¨¢ servido.
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