Brotes catacl¨ªsmicos
Ya est¨¢ aqu¨ª otro oto?o, poco melanc¨®lico hasta ahora. Si el verde no estuviera desprendi¨¦ndose de los ¨¢rboles, parecer¨ªa estaci¨®n jovial. Caen las hojas, pero a cambio nos consuelan brotes lozanos en el idioma; algunos suscitan entusiasmo. Nadie se explica c¨®mo ha podido vivirse en espa?ol sin ellos.Algunos de estos renuevos nombran cosas antes inexistentes y, por tanto, sin voz hasta que ellas han venido. As¨ª, est¨¢ gustando cuanto cabe el adjetivo presencial (presential en ingl¨¦s), con el cual se designa lo que acontece estando presente; lo contrario de ausencial, y, a¨²n mejor, absencial, vocablos que podr¨ªan formar pareja de hecho con la anterior. ?ste se aplica, sobre todo, a aquellas actividades docentes que, dicho a lo televisual, requieren la comparecencia de los alumnos en vivo y en directo. De ese modo, se anuncian cursos impartidos electr¨®nicamente y, como aliciente, se advierte que los matriculados tendr¨¢n algunas clases presenciales con el profesor. Las clases no presenciales, espectrales, seguramente grabadas, hubieran regalado muchas horas de sue?o matutino a los profesores pigres. Nada hay que oponer a cosa y palabra tan c¨®modas, y a su sacrosanto origen anglo. Cabe esperar su ensanchamiento, y llamar, por ejemplo, muertos presenciales a los difuntos de cuerpo presente.
(Por cierto, he dejado atr¨¢s lo de parejas de hecho; es una excelente designaci¨®n, ya que no las hay a¨²n de derecho; pero resulta etimol¨®gicamente raro llamarlas matrimonio -as¨ª se est¨¢ haciendo-, cuando se trata de varones: ese nombre se vincula a mater. L¨¢stima que patrimonio sirva a¨²n menos; la convivencia dentro de esa palabra con Hacienda resultar¨ªa inc¨®moda a cualquiera).
Admira la agilidad ol¨ªmpica que ha adquirido ya el neoespa?ol: es de platino. El -al de presencial promete mucho como formante de m¨¢s neologismos. Por lo pronto, para conjurar enfrentamientos da?inos, un ministro de nuestro Gobierno ya ha invitado a abandonar en pol¨ªtica posturas resistencialistas. Inaugura as¨ª la doctrina del antirresistencialismo, que puede arruinar el prestigio de Numancia. En franc¨¦s existe desde hace cuarenta a?os r¨¦sistanciel. ?Son nuestros vecinos los inventores de tan ben¨¦fica disposici¨®n del ¨¢nimo? Apenar¨ªa no haber sido nosotros capaces de tanto.
Los vocablos con el sufijo -al dan lustre, y deben ser bienvenidos. Tambi¨¦n sus cr¨ªas, porque ya campa, sobre todo, por hospitales y cl¨ªnicas el adjetivo generalista: viene aplic¨¢ndose al m¨¦dico no especialista. Su origen resulta incierto; existen el franc¨¦s g¨¦n¨¦raliste y el ingl¨¦s generalist desde hace mucho, pero su eco no aparece en espa?ol hasta los alrededores de 1994. Lo m¨¢s probable es que nos llegara por entonces v¨ªa atl¨¢ntica. Y no se refiere s¨®lo a los m¨¦dicos, sino a los ingenieros, a la historia, y, sobre todo, a la televisi¨®n, que es generalista si, adem¨¢s de anuncios, concursos, golfas, golfos y gays inverecundos, presenta magazines, testimonios "humanos", algo de cine, mucho deporte y mucha telecomedia; en fin, cuanto se precisa para vivir. En el invento trabajan tambi¨¦n, simultaneando capacidades, especialistas-generalistas. Se habla, incluso, de Geograf¨ªa generalista para oponerla a la auton¨®mica. La soluci¨®n mejor para denominar al no especialista la dio, tal vez, Santiago Montero, deslumbrante profesor de Historia, a quien, en una conferencia universitaria, present¨® el rector sin saber de ¨¦l poco m¨¢s que el nombre: "He aqu¨ª a este joven catedr¨¢tico gallego, gran especialista...". Ignoraba en qu¨¦, y se dirigi¨® a ¨¦l: "?En qu¨¦ es usted especialista?". "En la totalidad" le constest¨® con recato Montero. Y as¨ª, si los especialistas no objetan, llamar¨ªamos al generalista especialista en la totalidad. Cualquier cosa menos la otra soluci¨®n francesa: omnipraticien.
Del prestigioso ingl¨¦s (aunque en ¨¦l sea probable inmigrante franc¨¦s) procede el vocablo que un influyente diario de la Corte introduce al referir varias hip¨®tesis sobre el origen del sida: ?mordiscos de mono?: quiz¨¢ no; ?mala manipulaci¨®n de sus escu¨¢lidas pero sabrosas carnes al cocinarlas?: parece menos probable. Con m¨¢s acierto, se atribuye la difusi¨®n del mal a una vacuna contra la polio, que caus¨® "estragos catacl¨ªsmicos". No contento a¨²n con una importaci¨®n tan pr¨¢ctica (ingl¨¦s cataclysmic), el reportero ilustra con suposiciones de otros investigadores: cargan ese mochuelo a la CIA o a venganza de las antiguas potencias contra sus colonias; son, en suma, teor¨ªas conspirativas.
La Vuelta a Espa?a en bici fue acontecimiento de finales de verano que tambi¨¦n dej¨® poso en el idioma. Tan importante alarde muscular sucede al Tour, y no es extra?o que algunos de los encargados de dar cuenta directa y diaria de esa haza?a se traigan vocabulario para contar la nuestra. Quiz¨¢ por inadvertencia, hasta este a?o no hab¨ªa o¨ªdo que un corredor picaba seis segundos a otro, y, por tanto, que a ¨¦ste le hab¨ªa picado esos segundos el de antes. Piquer significa tambi¨¦n en franc¨¦s 'robar': nuestros din¨¢micos p¨ªndaros, libres de responsabilidad con el idioma que los alimenta, han realizado esta preciosa aportaci¨®n, que cabe a?adir a la no menos valiosa y graciosa de llamar unidades a los componentes de un grupo (o grupeto, a la italiana, si es peque?o); ello, verbigracia, permiti¨® afirmar del velocipedista Di Grande que era "una unidad muy importante para el equipo".
Y as¨ª, sobre dos ruedas, hemos entrado una vez m¨¢s en el m¨¢gico mundo de los deportes, donde siempre aguardan deslumbrantes espect¨¢culos idiom¨¢ticos. Desde Sidney, el sat¨¦lite de los Juegos Ol¨ªmpicos trajo y deyect¨® en nuestros televisores nada menos que esto: un prohombre colgando al cuello de unos atletas sus medallas; era la ceremonia de la premiaci¨®n.
Sin embargo, y como suele ocurrir, es en el amplio escaparate del f¨²tbol donde se exhiben inventos soberbios. As¨ª, el Depor coru?¨¦s, vencedor en la ¨²ltima liga, es para muchos glosadores de tal juego, no el actual (hasta el fin del torneo, por lo menos, lo ser¨¢), sino el vigente campe¨®n de liga. El diccionario dice que ese adjetivo se aplica "a las leyes, ordenanzas, estilos y costumbres que est¨¢n en vigor y observancia". Y como en la nueva temporada algunos equipos han remozado su indumentaria, se alaban o denigran sus nuevas equipaciones: los equipamiento se han tirado con las camisetas sudadas y las botas rotas.
Aguardo con impaciencia las nieblas y las heladas. Ser¨¢n est¨ªmulos suficientes para entrar en el BOE, donde me prometo como lector los mayores gozos.
Fernando L¨¢zaro Carreter es miembro de la Real Academia Espa?ola.
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