Urzaiz desenreda un ejercicio de impotencia

Media hora de bostezos m¨¢s tarde Urzaiz imagin¨® un regate, el primero del encuentro. Err¨®, pero su gesto tuvo algo de heroico en una cita que amenazaba ruina. Despu¨¦s, marc¨® dos goles, sin duda, el premio a su gesto transgresor. Athletic y Mallorca jugaron un encuentro sin columna vertebral: como no hubo noticias del centro del campo de unos y otros, la cita permiti¨® que las oportunidades, los contragolpes y los centros desesperados se columpiaran equitativamente en una y otra porter¨ªa.El Athletic sali¨® al galope para agotarse a los dos minutos y entender que el Mallorca no es colista por dejadez. El conjunto balear, respond¨®n y atrevido calc¨® las intenciones de los rojiblancos y asumi¨®, de paso, las carencias del sistema de Rojo. El Athletic no encuentra la manera de reconocerse con el bal¨®n en los pies y el Mallorca, que no quiso ser menos, demostr¨® la misma r¨¦mora. A la media hora de juego, hab¨ªan empatado a todo y regalado al p¨²blico dosis id¨¦nticas de impotencia y tedio. Hasta que Engonga enganch¨® una volea tremenda: el tanto no alter¨® el encuentro; hizo que se acelerara. Todo empez¨® a sucederse a c¨¢mara r¨¢pida, todo pulm¨®n y pases verticales casi siempre rematados con demostraciones de incapacidad ofensiva. El Athletic echaba tanto de menos a Etxeberria que decidi¨® amputarse las bandas. Antes, Urzaiz hab¨ªa relacionado su cabeza con la zurda de Yeste, que bot¨® una falta como si apuntura con mira. Nadie discuti¨® el gol. El empate terminaba de reflejar la igualdad del choque.

El signo definitivo del encuentro qued¨® a expensas de un momento de lucidez, de una conexi¨®n improbable o de una reivindicaci¨®n individualista. As¨ª lo entendi¨® Urzaiz, que en tres apariciones tuvo margen suficiente para deshacer el equilibrio de la mediocridad.