Inflexi¨®n
Al margen de su loable firmeza antiterrorista y de la formal censura contra el irresponsable Ibarretxe, ?cu¨¢l es la aut¨¦ntica pol¨ªtica nacional del Gobierno actual? El pasado septiembre, durante la clausura del congreso del Partido Popular de Catalu?a que hab¨ªa solemnizado el giro catalanista de Piqu¨¦, el presidente Aznar reconoci¨® el cruce de un "punto de inflexi¨®n" destinado a disputarle al nacionalismo perif¨¦rico la hegemon¨ªa del centro derecha en su propio feudo. Semejante proclamaci¨®n ten¨ªa una lectura catalana, como enseguida comentar¨¦. Pero tambi¨¦n cabe extenderla no s¨®lo a Euskadi sino al conjunto de Espa?a entera, si es que Aznar se propone, como parece, reconquistarla para el Estado central all¨ª donde subsistan resabios secesionistas.Vayamos por partes. Hay que reconocer que el giro catalanista de Aznar demuestra una astucia elemental. Pero no por lo que parece, que ser¨ªa el lanzamiento del anzuelo Piqu¨¦ sobre los mismos caladeros electorales en que pesca CiU, sino por los efectos de ruptura que puede provocar entre los dos miembros de esta coalici¨®n, agudizando las contradicciones que hoy les enfrentan en su carrera por suceder a Pujol. Por tanto, no se sabe si el giro busca erosionar las posibilidades de Duran, al que se tiene por adversario electoral m¨¢s temible que Artur Mas, o empujar a los convergentes para que radicalicen su soberanismo, a fin de robarles su base electoral moderada. Probablemente, ambas cosas a la vez. As¨ª lograr¨ªa Aznar lo mismo que ya obtuvo en Euskadi durante la pasada legislatura, al tolerar por omisi¨®n la radicalizaci¨®n soberanista del PNV que le condujo al suicidio de Lizarra.
Pero esto es mera t¨¢ctica, y el "punto de inflexi¨®n pol¨ªtica" anunciado por Aznar parece ir m¨¢s all¨¢, por lo que cabr¨ªa considerarlo como un cambio de estrategia en la cuesti¨®n auton¨®mica. Durante el pasado curso pol¨ªtico, en plena campa?a electoral, Aznar present¨® batalla al nacionalismo de frente y por derecho, y por eso proclamaba que fuera de la Constituci¨®n y los Estatutos no puede haber salvaci¨®n.
Pero el cruel verano sufrido quiz¨¢ le haya hecho rectificar, pues ahora regresa con argumentos m¨¢s finos, capaces de reutilizar en su contra la propia ret¨®rica nacionalista. Por eso admite que en Espa?a existen diferentes "pa¨ªses" (por no decir naciones) y reconoce que el independentismo es leg¨ªtimo, siempre que respete el imperio de la ley.
Y esto supone un claro avance, pues significa definir a los nacionalistas no como enemigos de Espa?a, sino como adversarios electorales en posesi¨®n de id¨¦nticos derechos. De ah¨ª que Aznar se disponga a entrar ahora en su terreno, utilizando contra ellos sus mismas reglas de juego a la espera de vencerlos en abierta competici¨®n electoral. Pues, en efecto, la ¨²nica forma democr¨¢tica de acabar con el soberanismo secesionista es desafiarlo en las urnas y superarlo en n¨²mero de votos. Es lo que ya consigui¨® la izquierda en Catalu?a, aunque no as¨ª en el Pa¨ªs Vasco. Y es lo que ahora ha de lograr la derecha tanto en Catalu?a como en el Pa¨ªs Vasco, seg¨²n parece intentar Aznar. Por eso, de ser as¨ª, bienvenido sea este oportuno giro estrat¨¦gico.
Pero una cosa es la buena intenci¨®n y otra muy distinta los resultados. La cuesti¨®n auton¨®mica es demasiado compleja como para resolverla con bellas palabras. Al margen de la crisis vasca, este curso pol¨ªtico est¨¢ cruzado por tres formidables obst¨¢culos. De aqu¨ª a diciembre, el Gobierno se propone aprobar por real decreto la reforma de las Humanidades. El a?o que viene ha de negociarse el nuevo modelo Zaplana de financiaci¨®n auton¨®mica. Y, entretanto, el Plan Hidrol¨®gico va a poner a prueba la solidaridad territorial. Pero a todo esto, como ha denunciado Eliseo Aja, la reforma del Senado contin¨²a pendiente, sin que apenas existan ¨®rganos de coordinaci¨®n multilateral entre las 17 autonom¨ªas, lo que incentiva una perversa escalada en la puja al alza en que se ha convertido la negociaci¨®n bilateral entre cada comunidad y el Gobierno central. Formidable tarea para quien intente dejar como legado pol¨ªtico de su presidencia la refundaci¨®n de Espa?a.
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