Las protestas campesinas paralizan las ciudades y vac¨ªan las tiendas de Bolivia
Bolivia contin¨²a totalmente paralizada tras cuatro semanas de bloqueos ind¨ªgenas de las carreteras, mientras que el Gobierno y los l¨ªderes campesinos intentan avanzar en el di¨¢logo establecido a instancias de la Defensora del Pueblo, la Iglesia cat¨®lica y la Asamblea Permanente de Derechos Humanos. El grave conflicto social, con un saldo de 10 muertos y 159 heridos en los enfrentamientos entre civiles y militares, ha paralizado el tr¨¢fico, desabastecido los mercados y aislado a la mayor parte de las ciudades bolivianas.
El despliegue militar en todo el pa¨ªs no ha logrado mantener expeditas las carreteras ni frenar las manifestaciones de repudio a la autoridad, principalmente en Cochabamba, La Paz y Santa Cruz. Ayer, el Gobierno amenaz¨® con cerrar todos los colegios en los que los profesores secunden la huelga.Los acuerdos preliminares alcanzados entre representantes del Gobierno del presidente Hugo Banzer, los maestros y la Coordinadora del Agua de Cochabamba quedaron supeditados a los logros del di¨¢logo que, con muchas dificultades, se reanud¨® el martes en La Paz con el secretario ejecutivo de la Confederaci¨®n Sindical ?nica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), Felipe Quispe.
Quispe, ex miembro del Ej¨¦rcito Guerrillero Tupaj Katari, acept¨® finalmente reunirse con varios ministros en un local de la Iglesia en la ciudad y ya no en el pueblo de Achacachi, a unos 100 kil¨®metros al noroeste de La Paz a orillas del lago Titicaca, donde iban a concentrarse tambi¨¦n millares de campesinos de todo el altiplano. Quispe desafi¨® a los ministros a mostrar su coraje acudiendo a su pueblo, famoso por la ferocidad de sus habitantes, poco despu¨¦s de dejarlos estupefactos con una proclama con tintes dram¨¢ticos, en la que puso de relieve el rencor ind¨ªgena por el maltrato, "peor que un animal", la marginaci¨®n y explotaci¨®n por parte de una clase minoritaria dominante, y su prop¨®sito de llegar a gobernarse.
Ante la dilaci¨®n, pudo m¨¢s la defensora, Ana Mar¨ªa Campero, que advirti¨® a Quispe de que iba a convocar en su lugar a otros l¨ªderes campesinos a fin de avanzar en las gestiones de pacificar el pa¨ªs. La reuni¨®n permiti¨® que, por primera vez, las autoridades gubernamentales se sienten en una mesa para escuchar los reclamos, las quejas y hasta las indignadas acusaciones de muchos jilakatas (l¨ªderes ind¨ªgenas de las comunidades) que acompa?aron a Quispe, denominado Mallku (en aymara, c¨®ndor), equivalente al m¨¢s alto rango de autoridad. A ¨¦stos se sumaron dirigentes de ind¨ªgenas de la regi¨®n oriental de Bolivia, maestros rurales, transportistas y comerciantes minoristas. Los productores de hoja de coca de Chapare, en la regi¨®n central de Cochabamba, determinaron rechazar el acuerdo preliminar con el Gobierno a pesar de que ¨¦ste accedi¨® a 12 de los 13 puntos en demanda, incluida la suspensi¨®n de la construcci¨®n de tres cuarteles en esa zona.
El ¨²ltimo, la autorizaci¨®n para mantener un cato (la cuarta parte de una hect¨¢rea) de cultivos de hoja para la subsistencia del cocalero, no solamente ha sido rechazada por el Gobierno boliviano, sino por Estados Unidos y hasta por el embajador alem¨¢n, Joachim Kausch, que declar¨® p¨²blicamente que la comunidad internacional censurar¨ªa al Gobierno si ¨¦ste accede a las presiones de los cocaleros.
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