La expo de P IGNACIO VIDAL-FOLCH
El 11 de septiembre, fecha de gran simbolismo, se inaugur¨® en el Museo de Historia de Catalu?a la exposici¨®n Converg¨¨ncia, 25 anys de fer pol¨ªtica, 1974-1999. Los medios de comunicaci¨®n han pasado de puntillas sobre el hecho de que en un espacio p¨²blico se celebre esta exposici¨®n sobre el partido que ejerce el poder; los escritores del r¨¦gimen, seguramente por un sentido del pudor mal entendido, por un prurito de verg¨¹enza ajena al que a estas alturas del partido ya deber¨ªan haber renunciado, pasan frente al Palau de Mar murmurando "?y qu¨¦?, tambi¨¦n se hizo una sobre el PSUC", y mirando hacia otro lado.Los tibios y los desafectos tampoco se molestan en comentar el asunto: es que, en efecto, da pereza tomar en consideraci¨®n estas cosas, de modo que las despachan atribuy¨¦ndolas a la supuesta senilidad de Pujol, a quien dan por pol¨ªticamente muerto. Esta exposici¨®n ser¨ªa una despedida, el autohomenaje de un superviviente de s¨ª mismo, se le pasa por alto como cosa nost¨¢lgica, el pen¨²ltimo capricho de un yayo incontinente, al fin y al cabo si no se monta ¨¦l mismo el homenaje, ?qui¨¦n se lo va a montar?
Quieren creer que Pujol cumplir¨¢ su palabra de retirarse de una vez de la vida pol¨ªtica, palabra que por cierto tambi¨¦n comprometi¨® su socio Aznar y que en ambos casos me encantar¨ªa ver cumplida, pero a lo mejor los dos andan muy arrepentidos rumiando c¨®mo desdecirse sin que se note mucho.
En fin: por lo que sea, es como si la embarazosa exposici¨®n no tuviera lugar. Y lo tiene, vaya si lo tiene, y f¨ªjese el lector cu¨¢ntas cosas han sido necesarias para que se inaugurase con la debida puntualidad: a la muerte de un dictador aparece un hombre providencial que funda una coalici¨®n pol¨ªtica y la preside durante 25 a?os; a ese hombre se conf¨ªa un pa¨ªs por estrenar, flamante, nuevo, y desde el Gobierno que preside lleva una pol¨ªtica cultural que se resume en tele, f¨²tbol y culebrones, y en ponerle pisazo a un actor que ven¨ªa de Par¨ªs y se larg¨® a Madrid. Mientras, el centro de arte contempor¨¢neo de Santa M¨°nica mantiene inalterable su chato, chat¨ªsimo perfil, los notables museos de arte medieval y moderno han tenido que cerrar y mantenerse cerrados durante a?os y a?os por obras y falta de financiaci¨®n; simult¨¢neamente, el hombre providencial crea, financia e inaugura con celeridad encomiable y con cargo a los presupuestos de Presidencia, un museo de historia donde la historia sirve de tapadera -"ho sap tothom, i ¨¦s profecia"- a lo que en el franquismo se llamaba Formaci¨®n del Esp¨ªritu Nacional (FEN); se ha tenido que nombrar a un director de ese museo que fuera de suficiente confianza para que mantuviese la expo sobre el partido... En fin, por inveros¨ªmil que parezca, todo esto ha sucedido y aqu¨ª tenemos esto que se puede visitar... ?gratis! ?En serio!
CDC, y por extensi¨®n CiU, es un movimiento personalista; por eso, la exposici¨®n Converg¨¨ncia, 25 anys de fer pol¨ªtica est¨¢ basada en Pujol (en adelante, P) y en lo sustancial consiste en fotos de P, discursos de P, libros de las obras completas de P, paneles sobre las haza?as de P, sobre la c¨¢rcel de P, sobre los ¨¦xitos de P en las urnas. La ambientaci¨®n sonora consiste en una nutrida salva de aplausos que se oye permanentemente desde todos los rincones, ora arrecia, ora decae y parece que vaya a extinguirse, ora se renueva, cual ola marina, cinta de Moebius, dibujo de Escher, dolor de cabeza.
En los monitores de v¨ªdeo flamean las oriflamas, sonr¨ªe P, aplauden las masas, y as¨ª todo se confunde felizmente: el l¨ªder con el pueblo, la bandera rojigualda y la familia P (emotivas sonrisas de la C¨®nyuge y vibrante intervenci¨®n del Heredero en un mitin). Aplausos. Aparece el perfil del amiguito del Heredero, chupando la patilla de sus gafas en ese adem¨¢n tan suyo, tan irresistible, para confirmar que hay relevo generacional. M¨¢s aplausos. Est¨¢ todo preparado para que por estas salas desgraciadas vayan desfilando, uno tras otro, tras otro, tras otro, otro, otro, los grupos escolares. Con un poco de suerte, algunos de los chicos y chicas que ser¨¢n conducidos aqu¨ª por sus educadores normalizados, oir¨¢n la llamada de la patria y se afiliar¨¢n a las juventudes del partido de P.
En un rinc¨®n veo un panel en el que figuran los nombres de todos los delfines de P. Al lado de cada nombre hay un bot¨®n: lo presionas y aparece la biograf¨ªa del sujeto.
?Qu¨¦ bot¨®n aprieto?, le pregunto a Chucky, el mu?eco diab¨®lico que habita en m¨ª. ?El de alg¨²n consejero de Cultura, ya que estamos en un museo? ?Pero cu¨¢l, Cahner, el talib¨¢n; Ferrer, el breve; Rigol, que quiso "salvar la catalanitat del Liceu" y que ahora preside el Parlament de las unanimidades y los veraneos de 12 meses? ?Guitart, a quien no consultaban ni para traer a Flotats, ni para levantar este museo, ni para nada, y a quien le endosaron la burra averiada de la colecci¨®n Riera? ?Pujals, muy trabajador ¨¦l, retador de la Metro Goldwyn Mayer, fan de Port Aventura? ?Vilajoana, que dirigi¨® las campa?as de propaganda electoral de CiU y luego coherentemente lo nombraron director de TV-3 (los mismos servicios y el mismo premio que obtuvo Joan Granados)? ?Qu¨¦ bot¨®n aprieto, Chucky?
-Sal corriendo que me deprimo -responde-. Ten¨ªan raz¨®n los que no han querido hablar de esto.
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