Los 10 d¨ªas que cambiaron Yugoslavia
La revuelta popular yugoslava, que tiene al tirano Slobodan Milosevic en paradero desconocido, y que anoche celebraba la victoria, evoca la memoria de otras insurrecciones ya vividas en la propia Europa oriental y que corrieron diversa suerte: el levantamiento de Budapest, en noviembre de 1956, que ahogaron en sangre los blindados sovi¨¦ticos, o la revuelta en Bucarest contra Ceausescu, derrocado y ejecutado en diciembre de 1989.En Belgrado, a?o 2000, la sublevaci¨®n del pueblo se ha desatado, con furia hasta ahora controlada, tras la decisi¨®n del Tribunal Supremo yugoslavo de anular las elecciones celebradas el pasado d¨ªa 24 y ganadas por el opositor Kostunica. Esta vuelta de tuerca del r¨¦gimen ech¨® a la calle a decenas de miles de serbios, que ocuparon el Parlamento y prendieron fuego al edificio de la televisi¨®n, una de las palancas de poder de Milosevic, sin que la polic¨ªa hiciera m¨¢s que esfuerzos par¨®dicos por oponerse a la marea popular, al tiempo que decenas de agentes se desprend¨ªan de sus uniformes y se sumaban a la revuelta.
El Ej¨¦rcito, con su ausencia, enviaba un claro mensaje de que ya no parece dispuesto a proteger al dictador frente a los ciudadanos que proclaman a Kostunica como presidente electo de Yugoslavia. Los mandos militares que siguieron al d¨¦spota serbio en sus aventuras de limpieza ¨¦tnica no se muestran dispuestos a respaldarle frente a la ira de su propio pueblo.
Frente a lo ocurrido en 1956 en Hungr¨ªa, hoy ya no hay tanques sovi¨¦ticos en lontananza y los blindados yugoslavos se mantienen en sus cuarteles. La Rusia de Vlad¨ªmir Putin acepta, o apoya incluso, el cambio en la capital yugoslava, entre otras cosas, porque Kostunica, nacionalista serbio, pero no por ello antidemocr¨¢tico, le es tan af¨ªn como el desahuciado Milosevic.
Los acontecimientos de Belgrado, que al menos hasta ahora se han desarrollado con una econom¨ªa admirable de sangre, ponen de relieve lo importante que fue que la coalici¨®n opositora decidiera concurrir hace diez d¨ªas a unas elecciones que est¨¢n cambiando Yugoslavia, a pesar de saber que las urnas ser¨ªan manipuladas. La contundencia de los resultados oblig¨®, sin embargo, al r¨¦gimen a reconocer que Kostunica hab¨ªa vencido con una mayor¨ªa clara de cerca de 10 puntos, aunque le negara el 50% exigido en primera vuelta.
La situaci¨®n de Belgrado es fluida, seg¨²n la terminolog¨ªa habitual empleada en los medios cuando se ponen en marcha grandes vuelcos de la fortuna. Vale decir que no puede descartarse el coletazo moribundo del criminal en el poder, el que llev¨® a su pa¨ªs a la guerra contra Croacia, a procurar el despedazamiento de la rep¨²blica bosnia, a la represi¨®n insensata y asesina de los albaneses de Kosovo. Los carniceros, que adem¨¢s se envuelven en el manto de los valores patrios, se despiden ariscamente de un pasado de sangre. Pero tambi¨¦n sabe Milosevic que la armada occidental que castig¨® tan duramente a Serbia por los sucesos de Kosovo sigue atentamente la evoluci¨®n de los acontecimientos. El dictador est¨¢ hoy solo, sin la Iglesia, sin el Ej¨¦rcito, sin que aparezca por ninguna parte su fuerza especial de polic¨ªa, sin su aliado ruso. Esto ha de ser el fin.
Esperemos que con el nuevo d¨ªa se pueda saludar a una Yugoslavia democr¨¢tica, bajo el liderazgo de un pol¨ªtico como Kostunica, que gan¨® las elecciones en el peor escenario imaginable. Una Yugoslavia que se pueda sumar al concierto de naciones, a unos Balcanes renovados que dejen de ser el hombre enfermo de Europa. Ello plantea, por ¨²ltimo, e inevitablemente, el futuro de Milosevic. La postrera fuerza que le pueda quedar es la de morir matando porque nada tenga que perder. En ese sentido, es pr¨¢ctico, al menos a corto plazo, que Kostunica no haya mostrado ning¨²n inter¨¦s por entregarle a la justicia internacional. Sin renunciar a que el dictador pague un d¨ªa sus culpas, en lo inmediato la democracia en Yugoslavia es lo que m¨¢s importa.
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