?Cu¨¢nto esp¨ªritu comunitario necesitamos? ANT?N COSTAS
Me ha surgido esta pregunta al leer el mi¨¦rcoles la columna que publicaba Josep Ramoneda en este diario comentando el debate sobre pol¨ªtica general en el Parlament. Se?alaba Ramoneda la sorpresa que le produjo haber escuchado el largo discurso de Jordi Pujol sobre las realizaciones, logros y proyectos futuros de su Gobierno y que no mencionara ni una vez la palabra libertad. A?ad¨ªa que esa misma ma?ana hab¨ªa o¨ªdo a Pasqual Maragall afirmar que hay que cambiar el viejo eslogan de Libertad, igualdad, fraternidad por el nuevo de Identidad, cohesi¨®n, subsidariedad. ?Hacia d¨®nde va Catalu?a, se preguntaba Ramoneda, si el horizonte que nos ofrece la clase pol¨ªtica se limita a algunas variaciones de comunitarismo??sa es tambi¨¦n mi pregunta. Temo que la defensa de un mayor esp¨ªritu comunitario por parte de nuestros pol¨ªticos vaya en detrimento de los ¨¢mbitos de libertad personal. Dado que, como saben los estudiosos de la conducta humana, un individuo no puede dedicarse con la misma intensidad a lograr dos objetivos diferentes a la vez, temo que el excesivo acento en el esp¨ªritu patri¨®tico lleve a nuestros pol¨ªticos a desinteresarse por ampliar los espacios de libertad de elecci¨®n de los ciudadanos. Para entendernos, y a modo de ejemplo, ?por qu¨¦ no podemos elegir la universidad que m¨¢s nos guste -por las razones que sea- y tenemos que ir obligatoriamente a la que nos toque seg¨²n el lugar de residencia? La defensa de no se qu¨¦ esp¨ªritu identitario ha llevado a las autoridades catalanas a restringir esa libertad elemental de elecci¨®n (a la vez que obstaculiza el funcionamiento competitivo y eficiente de las universidades).
?Tendr¨¦ yo poco esp¨ªritu comunitario al pensar de esta forma? Me he hecho un chequeo r¨¢pido y creo que no salgo mal parado: he votado en todas las elecciones que se han celebrado desde el retorno de la democracia, pago los impuestos y las multas, pertenezco a la asociaci¨®n de vecinos, contribuyo al sostenimiento de varias ONGs, me gusta mi lengua materna y que se conserven y utilicen las otras, me gustan -aunque con moderaci¨®n- la sardana y la mu?eira, y llevo mi esp¨ªritu comunitario al l¨ªmite de asistir a la paella que organiza todos los a?os la asociaci¨®n de vecinos el d¨ªa de la patrona.
?Cu¨¢nto esp¨ªritu comunitario necesita una sociedad libre? ?Cu¨¢nto patriotismo necesitamos? Recomiendo a los interesados en esta cuesti¨®n leer un magn¨ªfico art¨ªculo del prestigioso economista germano-norteamericano Albert O. Hirschman (Tendencias autosubversivas. Ensayos, Fondo de Cultura Econ¨®mica, 1995, pags. 262-282). Comenta el debate que se produjo en los a?os setenta y ochenta en Estados Unidos, conocido como "la cr¨ªtica comunitaria al liberalismo", y el que tuvo lugar en los noventa -despu¨¦s de la ca¨ªda del muro- en Alemania. Su conclusi¨®n es que no se necesita fomentar el patriotismo. El esp¨ªritu comunitario que normalmente se necesita en una sociedad democr¨¢tica y de libre mercado tiende a generarse espont¨¢neamente mediante la experiencia cotidiana de atender a los conflictos que son t¨ªpicos de estas sociedades. Fij¨¦monos en el conflicto entre capital y trabajo. Durante mucho tiempo se pens¨® que acabar¨ªa con la sociedad liberal. Hoy sabemos que la negociaci¨®n continuada entre trabajadores y empresarios es un cemento social m¨¢s fuerte que cualquier esp¨ªritu comunitario. Y eso mismo sucede con otro tipo de conflictos sociales o territoriales.
De hecho, Jordi Pujol ha hecho uso continuado del conflicto para construir la identidad catalana que defiende y, a la vez, fortalecer un cierto esp¨ªritu comunitario de Espa?a. Y lo ha hecho, a mi juicio, de forma moderada e inteligente. Nunca planteando los conflictos en la forma del o todo o nada, como ocurre en el Pa¨ªs Vasco, sino subdividi¨¦ndolos, cuantific¨¢ndolos y negoci¨¢ndolos continuamente. Ahora habla de cerrar el "ciclo reivindicativo", pero no lo creo, ni lo considero necesario, porque el conflicto competencial y financiero genera ese esp¨ªritu comunitario espont¨¢neo del que habla Hirschman. Mis objecciones, y las de Ramoneda, vienen por el lado de la libertad. Quiz¨¢ Jordi Pujol y Pasqual Maragall den por supuesto que la libertad es un bien que ya se ha conseguido con la democracia y que ya no se necesita defenderla ni hablar de ella. Pero no estoy de acuerdo. Como en el caso de la elecci¨®n de la universidad, hay otros muchos terrenos que tienen que ver con la emancipaci¨®n individual en los que se necesita un nuevo impulso pol¨ªtico emprendedor e imaginativo.
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