Espa?a no va tan bien
I. Cuando afirmo que Espa?a no va bien, no me refiero a las dificultades coyunturales por las que atraviesa la econom¨ªa espa?ola -y europea- como consecuencia de la subida del precio del petr¨®leo. Hago referencia, por el contrario, a cuestiones m¨¢s de fondo. Porque ?qu¨¦ criterios debemos utilizar para deducir si un pa¨ªs va bien o no? ?El simple eslogan propagand¨ªstico lanzado un d¨ªa por el presidente del Gobierno o m¨¢s bien la evoluci¨®n de la realidad social, en este caso en comparaci¨®n con los otros pa¨ªses de la Uni¨®n Europea? No es suficiente, por tanto, constatar que Espa?a est¨¢ "mejor que antes" en t¨¦rminos absolutos y sin relaci¨®n con su entorno pol¨ªtico, esto es, la UE. La metodolog¨ªa "absoluta" y "aislada" es deshonesta. S¨®lo es v¨¢lido, en mi opini¨®n, el m¨¦todo relativo y comparativo en su evoluci¨®n. Ahora bien, ?qu¨¦ contenidos ser¨ªan los m¨¢s significativos para deducir a partir de ellos que Espa?a va m¨¢s o menos bien? En mi opini¨®n, ser¨ªan esencialmente dos: los factores que determinan el bienestar actual de la poblaci¨®n y las bases que garantizan el progreso futuro del pa¨ªs. Entre los primeros se encontrar¨ªan la evoluci¨®n general de la econom¨ªa y la evoluci¨®n del Estado del bienestar; entre los segundos, b¨¢sicamente, la formaci¨®n en sentido amplio, la investigaci¨®n y el desarrollo tecnol¨®gico. Pues bien, veamos c¨®mo est¨¢ Espa?a en algunas de estas cuestiones en relaci¨®n con la media y con algunos pa¨ªses de la UE.II. Empecemos por la convergencia real con Europa en t¨¦rminos de PIB (producto interior bruto) por habitante. En 1986 est¨¢bamos en el 69% de la media de la UE; en 1998, en el 79%. Es decir, hemos avanzado 10 puntos en 12 a?os, a raz¨®n de 0,83 puntos por a?o. A este ritmo tardar¨ªamos 25 a?os en alcanzar la media europea. Esta situaci¨®n se agrava si analizamos los factores que determinan la productividad del sistema en relaci¨®n tambi¨¦n con la media de la UE. En el mismo periodo hemos pasado en capital f¨ªsico del 68% al 74%; en el tecnol¨®gico, del 36% al 45%; en el capital humano, del 60% al 65%, y en el p¨²blico, del 37% al 64%.
A este ritmo se tardar¨ªan 48 a?os para equipararnos en capital f¨ªsico, 84 a?os para el tecnol¨®gico, 15 a?os para el p¨²blico y 72 a?os para el humano. Avanzamos y nos acercamos a Europa, pero a paso de tortuga. Para alcanzar la media europea en el plazo de 10 a?os, Espa?a tendr¨ªa que crecer dos puntos por encima de la media de la UE, cosa que no est¨¢ sucediendo.
Este crecimiento econ¨®mico ha generado empleo y, en consecuencia, el paro ha descendido considerablemente, lo que es muy positivo. No obstante, nuestro desempleo sigue siendo siete puntos superior a la media europea, con una tasa de actividad inferior, con una desocupaci¨®n doble en las mujeres que en los hombres y con un nivel de temporalidad del 32,8% en 1999, muy superior al europeo, y con tendencia creciente en el sector p¨²blico y decreciente en el privado.
Al tiempo que Espa?a crec¨ªa, aunque de forma insuficiente, los salarios han permanecido pr¨¢cticamente estancados. De 1985 a 1999, los salarios han ganado 8,70 puntos en 15 a?os, lo que produce una media de 0,5 puntos por a?o. Esto significa que los aumentos de productividad han ido casi ¨ªntegramente a beneficios, y una parte de ¨¦stos, a inversi¨®n que crea empleo. En Europa, el crecimiento real de los salarios ha sido muy superior. Lo anterior se ha producido en el marco de una jornada laboral pactada en convenio para 1999 de 1.767,7 horas por a?o, o, lo que es igual, 38,7 horas a la semana, alejada de las 35 horas francesas y pr¨¢cticamente igual a la que exist¨ªa hace ocho a?os, en 1992. Todo esto unido a una siniestralidad laboral que es la m¨¢s alta de Europa y que sigue creciendo. Los accidentes en 1995 fueron 626.268, y en 1999, 930.151 -es decir, un 40% m¨¢s-, con 102 accidentes mortales m¨¢s, con un coste econ¨®mico del 3% del PIB y humano incalculable e irreparable. El 25% se debe al sobreesfuerzo de la mano de obra.
III. Si pasamos ahora a nuestro Estado del bienestar veremos que las cosas no son tan dulces como las pinta el Gobierno. Un criterio bastante objetivo para saber c¨®mo estamos es el gasto en protecci¨®n social en relaci¨®n con la riqueza nacional; es decir, el PIB. La situaci¨®n ser¨ªa la siguiente:
Espa?a ha perdido tres puntos de 1993 a 1998, mientras Alemania, Francia e Italia lo han mantenido y Suecia lo ha aumentado. La media europea estaba en un 28,2 en 1997, mientras nosotros est¨¢bamos en un 21,4; es decir, casi seis puntos menos.
La conclusi¨®n es sencilla: Espa?a ha disminuido sus gastos sociales en cinco a?os en el 3% del PIB, cuando la media europea ha crecido en un 3% en el mismo periodo, y todav¨ªa se sostiene sin rubor que nuestro Estado del bienestar es demasiado caro y hay que reducirlo. No se dice nada, por el contrario, sobre el hecho cierto de que la factura por desempleo ha descendido en m¨¢s de medio bill¨®n de pesetas de 1994 a 1999, al crecer el empleo, y ese dinero, en cambio, no se haya utilizado en otros cap¨ªtulos del gasto social. Parece que a nadie se le ha ocurrido preguntarle al Gobierno por qu¨¦ no lo ha hecho, quiz¨¢ porque la respuesta es muy dura: ha reducido el d¨¦ficit a costa de trabajadores y empresarios. La sanidad espa?ola est¨¢ considerada como de las buenas en Europa, especialmente por el esfuerzo y competencia de sus profesionales, porque si contemplamos las cifras de gasto seguimos a la cola (salvo los siempre socorridos supuestos de Grecia y Portugal). As¨ª, por ejemplo, en camas por 1.000 habitantes tenemos el 100% menos que Alemania y Francia y un 50% menos que Italia. En gasto sanitario sobre el PIB tenemos tres puntos menos que Alemania, dos puntos y medio menos que Francia y s¨®lo nos podemos comparar con Inglaterra despu¨¦s del terremoto Thatcher. No obstante, si tomamos el gasto sanitario p¨²blico por habitante, estamos a la cola, incluyendo a Inglaterra.
IV. Un pa¨ªs puede no tener una situaci¨®n brillante en el presente, pero dedicar gran esfuerzo a preparar el futuro. No es el caso de Espa?a. El futuro se basa, esencialmente, en formaci¨®n e I+D. Nuestro pa¨ªs no va bien en estos campos, lo que no quiere decir que no haya avanzado. Los gastos en educaci¨®n respecto al PIB siguen por debajo de la media europea en aproximadamente dos puntos y el gasto por alumno (en d¨®lares) es en Europa una media de 4,7, y en Espa?a, de 3,3, aumentando la diferencia en la educaci¨®n postsecundaria, que est¨¢ en Europa en 8,1, y en Espa?a, en el 4,9. Esto conduce, entre otras cosas, al preocupante fen¨®meno del fracaso escolar y a que el 33% de nuestros alumnos de 16 a?os se sit¨²e en el l¨ªmite inferior de rendimiento, mientras en Euro-
pa la media se sit¨²a en el 20%, y no hablemos de las deficiencias de nuestras universidades y del conocido fracaso de la formaci¨®n profesional. Si bien en los Presupuestos del a?o 2000 el gasto en investigaci¨®n y desarrollo aumenta, pasando de 1,4 del PIB al 1,5, todav¨ªa se est¨¢ lejos de los pa¨ªses avanzados de Europa, ya que todos dedican m¨¢s del 2% del PIB a ese menester, lo que nos aleja cada vez m¨¢s de la media europea, al ser este esfuerzo acumulativo.
Por eso tendr¨ªa sentido que se manifestase una sana indignaci¨®n ante el escandaloso hecho de que el Gobierno haya da?ado el inter¨¦s p¨²blico al no obtener recursos adicionales de la subasta de la telefon¨ªa de tercera generaci¨®n, como han hecho Francia y Alemania, que hoy debaten el destino que debe darse a los billones obtenidos por esa v¨ªa. En nuestro caso, se tratar¨ªa de un supuesto de sublime incompetencia o de un acto de corrupci¨®n a gran escala, pues las explicaciones que ha dado el Gobierno hasta el momento no se sostienen. Esperemos que en los Presupuestos de 2001 y sucesivos se corrija en algo el entuerto.
Si a lo anterior sumamos una l¨ªnea equivocada en pol¨ªtica europea, m¨¢s cercana a las tesis inglesas que a las franco-alemanas, lo que ha reducido el papel de Espa?a respecto a la ¨¦poca de los Gobiernos de Gonz¨¢lez y, adem¨¢s, da?a el inter¨¦s de nuestro pa¨ªs; si en el tema vasco hemos retrocedido peligrosamente con relaci¨®n a hace unos a?os, y no me refiero al terrorismo, cuya responsabilidad ¨²nica es de ETA; que en el important¨ªsimo asunto de la inmigraci¨®n no se es capaz de tener una pol¨ªtica de Estado y se propone una reforma regresiva de la Ley de Extranjer¨ªa, y que la televisi¨®n espa?ola es la ¨²nica de Europa en la que no se debate absolutamente nada -para empobrecimiento de la democracia-, no tiene ning¨²n sentido decir que Espa?a va bien. La falta de oposici¨®n ha permitido muchas alegr¨ªas y trapacer¨ªas. Esperemos que a partir de ahora el nuevo equipo dirigente de Rodr¨ªguez Zapatero haga una oposici¨®n rigurosa y en¨¦rgica con alternativas y dejando los consensos para las cuestiones imprescindibles, que son muy pocas.
Nicol¨¢s Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundaci¨®n Alternativas. Los datos que contiene este art¨ªculo est¨¢n recogidos de la Memoria anual sobre la situaci¨®n socioecon¨®mica de Espa?a para 1999, del Consejo Econ¨®mico y Social.
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