Un cad¨¢ver en el armario

Hacia mediados de los a?os sesenta brill¨® en la mayor de las islas brit¨¢nicas el talento teatral de Joe Orton, un autor nuevo por entonces que entroncaba con la generaci¨®n airada, homosexual militante y confeso, y dotado de una capacidad para la iron¨ªa que bastaba para dejar a sus adversarios en pelota picada. El bot¨ªn, por la que el autor recibi¨® un importante galard¨®n, es una especie de comedia grotesca, pr¨®xima a las maneras de la farsa, donde Orton fusiona estilos y asuntos para componer un ¨¢cido caleidoscopio de tipos que retratan por la v¨ªa de la exageraci¨®n aspectos centrales de la Inglaterra de su tiempo. Algunos pasajes del texto se dir¨ªan pr¨®ximos a Valle-Incl¨¢n, mientras que otros no renuncian a esa iron¨ªa de gran estilo, casi po¨¦tica, de tanta y tan grande tradici¨®n en la dramaturgia inglesa.Esta disparatada trama por la que confluyen en una misma habitaci¨®n el cad¨¢ver de una mujer, el duelo de su marido, una enfermera fingida y el producto de un robo perpetrado por el hijo del viudo y uno de sus compinches, adem¨¢s de un inolvidable polic¨ªa disfrazado de inspector de la compa?¨ªa de aguas, ha sido montada por Gemma Miralles como si se tratara de un texto de Dario Fo, lleno de estr¨¦pito mediterr¨¢neo, y cuenta entre sus m¨¦ritos el de un estimable trabajo de actores, aunque a veces est¨¦n algo pasados de decibelios. Hay un cierto trabajo coreogr¨¢fico en las entradas y salidas de las personajes y en los movimientos que las acompa?an, y una escenograf¨ªa en tonos pastel muy a?os sesenta pero algo inc¨®moda para los actores y, a veces, inveros¨ªmil para el espectador. El conjunto es algo m¨¢s que discreto, divertido casi siempre, pese a algunos baches en el relato de algunos sucesos, y la ¨²nica mujer del reparto, Pepa Miralles, est¨¢ admirable en su tornadizo personaje.