Un pensamiento claro
El otro d¨ªa, un destacado dirigente pol¨ªtico de este pa¨ªs se quejaba del excesivo respeto que los representantes de la cultura, la intelectualidad y la universidad vascas tienen -seg¨²n ¨¦l- a la "estrategia de combate promovida desde Madrid". Me permito suponer que de esa afirmaci¨®n se deduce que los intelectuales de este pa¨ªs tienen miedo o est¨¢n condicionados por el Gobierno central y/o los medios de comunicaci¨®n de la capital a la hora de llevar a cabo sus an¨¢lisis. No es la primera vez -ni ser¨¢ la ¨²ltima- que desde el ¨¢mbito pol¨ªtico se arremete contra los intelectuales cuando se intuye que los mismos no cierran filas en torno a las posiciones y las actitudes propias. En un pasaje de sus Retratos de Memoria, Bertrand Russell hac¨ªa un alegato en pro de un pensamiento claro se?alando, entre otras cosas, que "uno de los elementos m¨¢s importantes del paso de la barbarie a la civilizaci¨®n es la utilizaci¨®n de las palabras con el fin de indicar, en lugar de excitar". "Sin embargo", dec¨ªa, "en pol¨ªtica se ha hecho poco en esta direcci¨®n". Ciertamente, el papel de los intelectuales no es el de fortalecer las trincheras de la pol¨ªtica, sino apostar por el rigor en sus an¨¢lisis y por la defensa la libertad de todo el mundo para poder realizarlos. No hay m¨¢s que ver los diferentes manifiestos de intelectuales, universitarios y gentes del mundo de la cultura presentados a la opini¨®n p¨²blica durante las ¨²ltimas semanas para observar la pluralidad de puntos de vista reflejados en ellos sobre la realidad social vasca. Aunque personalmente me quedo con aqu¨¦l que reconoc¨ªa abiertamente que los abajofirmantes discrepaban en muchas cosas, pero estaban unidos por una: la defensa de la libertad y del derecho a la vida.Cuando se intenta enjuiciar a los intelectuales no deber¨ªa olvidarse que, en un contexto como el que vivimos, la defensa de algunos an¨¢lisis y opiniones se paga con la muerte, y en otros casos con el exilio. Jose Luis L¨®pez de Lacalle fue asesinado por defender ideas. Mikel Azurmendi tuvo que marcharse por defender ideas. Y otros han tenido que callarse o marcharse en silencio por defender ideas. Por ello, algunos no deber¨ªan perder de vista que el respeto principal existente en este pa¨ªs no es desde luego a las posiciones de Madrid, sino a las pistolas. Lo anterior no quita, sin embargo, para reconocer que, m¨¢s all¨¢ de las pistolas -o tal vez como consecuencia de ellas- el clima pol¨ªtico de este pa¨ªs se est¨¢ volviendo irrespirable y que cada vez es m¨¢s dif¨ªcil defender la independencia de pensamiento . Los intelectuales, adem¨¢s, son personas de carne y hueso, sometidas como todo el mundo a la presi¨®n del ambiente que les rodea. Otro gran pensador, Einstein, dec¨ªa a este respecto que "pocos son capaces de formarse una opini¨®n independiente de los prejuicios del ambiente y de expresarla con serenidad".
No deber¨ªa mitificarse el rol de los intelectuales. Cada persona es un mundo y no siempre es f¨¢cil sustraerse al "conmigo o contra m¨ª". Y sin embargo, su funci¨®n es importante para la defensa de la libertad y del debate de ideas por medios pac¨ªficos. Es necesario atreverse a seguir levantando la voz contra quienes quieren silenciar las mismas mediante el crimen o la amenaza. Como tambi¨¦n es necesario atreverse a decir que no puede encarcelarse a personas como Sabino Ormazabal si, como ha trascendido a los medios, los ¨²nicos cargos probados o probables contra ellas son la defensa de la desobediencia civil o de un carnet de identidad vasco. Eso, aunque a algunos les resulte inc¨®modo o les parezca secundario, es atropellar las ideas, adem¨¢s de hacer un flaco favor al fortalecimiento de la conciencia c¨ªvica frente a la violencia.
En todo caso, nuestra obligaci¨®n intelectual y ¨¦tica es seguir diciendo estas cosas, reclamar la independencia de criterio, intentar no ser manipulados por los que s¨®lo buscan excitar, y contribuir, en la medida de lo posible, a evitar la confusi¨®n y el totum revolutum en que algunos pretenden sumir los an¨¢lisis de la realidad social vasca. Contribuir, dada uno desde sus posibilidades, a impulsar ese pensamiento claro que reclamaba Bertrand Russel hace ya muchos a?os.
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