Cazador
MIQUEL ALBEROLAPara suerte de la mayor¨ªa de animales salvajes, muchas de las cacer¨ªas que se organizan en estos d¨ªas en que se ha levantado la veda son s¨®lo coartadas de correr¨ªas sexuales. Detr¨¢s de la ferocidad de algunos de los depredadores m¨¢s sanguinarios, en realidad s¨®lo hay un semental irrefrenable e incomprendido que trata de afirmarse a s¨ª mismo lejos de su mujer, que es ante quien a menudo da su talla de insolvencia en el asunto. Muchas de las monter¨ªas, berreas, aguardos y recechos que se llevan a cabo este oto?o s¨®lo son pantallas para que el cazador recupere su autoestima viril acorralando a otra clase de presas que se dejan abatir por un buen pellizco de billetes. Los animales salvajes lo agradecen. La pasada campa?a, dos de estos temibles cazadores salieron de su pueblo, en el ¨¢rea metropolitana de Valencia, con destino a un alejado e incomunicado coto de la Mancha para realizar una escabechina durante un par de semanas. Sin embargo, se dirigieron hasta el aeropuerto de Manises, dejaron el coche en el aparcamiento y volaron hasta Cuba, donde les esperaba una remonta de gacelas mulatas dispuestas a dejarse acribillar, incluso a masacrar sexualmente, sin apenas despilfarrar munici¨®n. Para su desgracia, durante una de las inspecciones rutinarias en el per¨ªmetro del aeropuerto, los perros adiestrados de la Guardia Civil olfatearon la p¨®lvora de los cartuchos que hab¨ªan quedado guardados, junto a las escopetas y otros aperos b¨¦licos, en el maletero del coche. Inmediatamente, los agentes pusieron en marcha el dispositivo antiterrorista para tratar de desactivar el probable artefacto explosivo que hab¨ªa en el interior del veh¨ªculo. Tras comprobar que se trataba de pertrechos de caza, efectuaron las pesquisas oportunas para comprobar si el propietario del coche hab¨ªa utilizado alguno de los vuelos de este aeropuerto, y no tardaron en saber que el cazador estaba retozando en una madriguera de La Habana. Entonces dieron aviso al cuartel de su pueblo para que la familia procediera a retirar el veh¨ªculo, ante la perplejidad de las mujeres, que estaban convencidas de que los maridos cazaban en un lugar de La Mancha. Hoy esos dos tipos son incapaces de matar un pajarito.
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