Nobeles asi¨¢ticos

Asia no es zona frecuentada por los premios Nobel, alejada quiz¨¢ por historia y cultura de algunos de los valores m¨¢s afianzados -cient¨ªficos, sociales o art¨ªsticos- entre quienes asignan cada a?o los galardones. Por eso es especialmente bienvenido el doblete de este a?o. Otorgando a un disidente chino el Nobel de Literatura y al l¨ªder surcoreano el de la Paz, el comit¨¦ de los premios m¨¢s prestigiosos del mundo ha mostrado su compromiso con las ideas de progreso y libertad, all¨¢ donde se encuentren.El escritor Gao Xingjian no es conocido entre nosotros -no hay versi¨®n espa?ola publicada de ninguna de sus obras-, y lo es poco en su propio pa¨ªs, del que se exili¨® a Francia poco antes del aplastamiento de la primavera democr¨¢tica de Tiananmen, en 1989. Pese a ser la primera vez que la literatura del gigante asi¨¢tico recibe el reconocimiento de la Academia sueca, no obstante su riqu¨ªsima tradici¨®n, los chinos no podr¨¢n disfrutar de la obra de Xingjian. Pek¨ªn ha acogido con irritaci¨®n el galard¨®n internacional, que califica de muestra de cinismo pol¨ªtico del Comit¨¦ Nobel, y eso que el escritor nunca lleg¨® a ser un cr¨ªtico prominente de los dirigentes comunistas. El premio se?ala as¨ª la contradicci¨®n fundamental de una futura gran potencia donde la libertad y por tanto la cultura est¨¢n amordazadas por el dogmatismo pol¨ªtico.

El reconocimiento con el Nobel de la Paz a Kim Dae-jung, otro disidente, es el merecido colof¨®n a la carrera de un veterano (74 a?os) luchador por los derechos humanos, que ha conseguido, para asombro de casi todos, romper el petrificado hielo de las relaciones entre las dos Coreas. El presidente surcoreano ha sido decisivo en el viaje crucial de llevar al borde de la reconciliaci¨®n a dos pa¨ªses hermanos, todav¨ªa t¨¦cnicamente en guerra tras m¨¢s de medio siglo de hostilidad.

Sentenciado a muerte dos veces por los militares de su pa¨ªs, torturado, exiliado, en arresto domiciliario en decenas de ocasiones, Kim Dae-jung ha sembrado la esperanza en el este de Asia tras su elecci¨®n como presidente a finales de 1997. Tras su hist¨®rico abrazo de junio pasado en Pyongyang con el semiclandestino l¨ªder norte?o Kim Jong-il, las dos Coreas han abandonado su ret¨®rica guerrera, han permitido el encuentro de familias divididas durante generaciones y han iniciado la reconstrucci¨®n de sus v¨ªas de comunicaci¨®n. Sus atletas desfilaron juntos en Sydney. La reunificaci¨®n del sur capitalista y el norte comunista queda obviamente muy lejana. Pero el Nobel de la Paz hace justicia a quien -con la "colaboraci¨®n destacada de Corea del Norte", seg¨²n reconoce el comit¨¦ noruego otorgante- ha comenzado a resquebrajar la todav¨ªa m¨¢s fortificada frontera del planeta.