Italia vuelve a primera fila

Las complejas negociaciones para la reforma del Tratado de Amsterdam han marcado el regreso de Italia al n¨²cleo duro del Consejo Europeo. Ausente durante a?os del cogollo diplom¨¢tico debido a la profunda crisis institucional del ¨²ltimo decenio, est¨¢ cogiendo fuerza pol¨ªtica en los ¨²ltimos meses. Roma se ha aliado de manera firme con Berl¨ªn y Par¨ªs, m¨¢s con los primeros que con los segundos.Ha tenido la habilidad de aprovechar la banal circunstancia de que Francia es presidencia -y como tal renuncia a presentar iniciativas nacionales- para suplantar la tradicional carta franco-alemana previa a los Consejos europeos.

En Biarritz no ha habido carta franco-alemana, pero s¨ª una iniciativa germano-italiana sobre la reforma de las cooperaciones reforzadas que ha sido considerada por la diplomacia francesa como "una buena base de trabajo".

Italia escribi¨® el texto, Alemania lo corrigi¨® y Francia lo impulsa al acuerdo. La iniciativa se ha abierto camino en el actual Consejo Europeo.

Italia coincide tambi¨¦n con el eje Par¨ªs-Berl¨ªn al defender que la Comisi¨®n Europea sea lo m¨¢s corta posible y que los pa¨ªses se turnen para ocupar las carteras de comisarios. Y que se turnen sin discriminaciones, lo mismo pa¨ªses grandes que peque?os.

Pero difiere de Francia en el complejo asunto de los votos a la hora de abordar el peso de Alemania en el Consejo de Ministros.

Los alemanes quieren m¨¢s votos que nadie, porque su poblaci¨®n despu¨¦s de la reunificaci¨®n del pa¨ªs es muy superior a la de los dem¨¢s. Francia defiende que todos los socios grandes tengan los mismos votos.

Pero Italia ha presentado una propuesta que da la raz¨®n al alem¨¢n, al que propone otorgar 33 votos, tres m¨¢s que a los otros tres pa¨ªses m¨¢s grandes. Es una manera elegante de que Espa?a, a la que s¨®lo asigna 27 votos, siga estando por debajo de Italia. Son dos p¨¢jaros de un tiro.