Arag¨®n
La gran manifestaci¨®n de Zaragoza contra el Plan Hidrol¨®gico podr¨ªa suponer un hito para la presente legislatura. Su cuant¨ªa multitudinaria fue tan inesperada que sorprendi¨® no s¨®lo a los extra?os al problema sino incluso al propio Partido Popular, que debiera haberlo previsto pues ha tenido hasta hace poco la responsabilidad de gobernar en Arag¨®n. Lo cual constituye todo un s¨ªntoma revelador del grado de conocimiento que tienen en G¨¦nova y Moncloa de por d¨®nde discurre la Espa?a real, ignorando el malestar latente que comienza a percibirse en muestras masivas como ¨¦sta de profunda indignaci¨®n ciudadana.Algunos lo entender¨¢n como pura an¨¦cdota entre ferial y pirot¨¦cnica, una especie de pilarazo baturro, a modo de p¨®rtico inaugural de las fiestas del Pilar. Y en esta l¨ªnea, viendo el ardor popular con que los manifestantes corearon a voz en cuello el himno de Labordeta, quiz¨¢ lo interpreten como un gesto de trasnochada nostalgia progresista, ahora que nos acercamos al 25 aniversario del inicio de la transici¨®n. Pero se equivocar¨¢n estos despistados, si es que as¨ª lo piensan de verdad. Pues la toma civil de la palabra por Arag¨®n en pleno para elevar su voz airada podr¨ªa ser algo m¨¢s que una erupci¨®n de protesta reactiva, desbordada por la acumulaci¨®n de las frustraciones sufridas.
El trasvase del Ebro no se puede hacer por decreto contra la sociedad civil aragonesa. Intentarlo ser¨ªa no s¨®lo un desm¨¢n arbitrista, af¨ªn al autoritarismo tecnocr¨¢tico, sino que contravendr¨ªa la intenci¨®n regeneracionista que se le supone al d¨¦spota ilustrado. La pol¨ªtica p¨²blica debe ser contrac¨ªclica, a fin de regular y encauzar las turbulencias que amenazan con desbordar las fuerzas del cambio social. Y en este momento, el principal desequilibrio del modelo espa?ol de desarrollo es el territorial. La renta, la poblaci¨®n y la natalidad afluyen hacia el arco mediterr¨¢neo empobreciendo y despoblando la Espa?a interior. Por eso, la pol¨ªtica hidr¨¢ulica debiera contener ese flujo para contrarestarlo y reequilibrarlo, en lugar de amenazar con desbordarlo todav¨ªa m¨¢s.
Y si este Gobierno de Aznar se empe?a en realizar el trasvase del Ebro contra la voluntad de Arag¨®n, es posible que caiga en un error de apreciaci¨®n tan grande como el cometido por Gonz¨¢lez con el refer¨¦ndum de la OTAN. Se recordar¨¢ que el anterior presidente del Gobierno, cegado por la soberbia que le produc¨ªa su mayor¨ªa absoluta, se empe?¨® en exigir a la ciudadan¨ªa que convalidase expl¨ªcitamente nuestro ingreso en la OTAN. Y aquello supuso para Gonz¨¢lez el inicio del fin de su mayor¨ªa electoral, que, desde ese mismo momento comenz¨® a declinar con progresi¨®n ineluctable hasta expulsarle del poder a?os despu¨¦s, tras cometer sonados errores an¨¢logos como el que dio lugar a la huelga general de 1988. Todo lo cual se achac¨® al llamado s¨ªndrome de la Moncloa: esa incurable ceguera que aqueja a su inquilino cuando la mayor¨ªa absoluta le permite gobernar sin controles limitadores (que es como conducir entre la niebla sin las l¨ªneas blancas de la carretera), haci¨¦ndole perder todo contacto con la realidad del pa¨ªs.
Por eso, la ceguera que demuestra con Arag¨®n puede significar que Aznar ya ha ca¨ªdo v¨ªctima del mismo s¨ªndrome irreversible de alejamiento del pa¨ªs real que acab¨® con Gonz¨¢lez. Hasta ahora no parec¨ªa que fuera as¨ª, pues el actual presidente demostr¨® durante la pasada legislatura una gran astucia para gobernar en minor¨ªa (que es como jugar a contragolpe en campo contrario), y esto le hizo aprender por propia experiencia el dif¨ªcil arte de adivinar por d¨®nde avanza el pa¨ªs real. As¨ª fue como logr¨® incrementar contra pron¨®stico su base electoral, hasta alcanzar por sorpresa la mayor¨ªa absoluta. Esta trayectoria le distingu¨ªa de Gonz¨¢lez, quien lleg¨® al poder absoluto de un s¨®lo golpe para ir perdiendo votos desde el momento en que comenz¨® a gobernar. Pues bien, esta misma erosi¨®n ineluctable del poder absoluto, que no afect¨® a Aznar durante su primera legislatura, es la que ahora le est¨¢ haciendo perder toda la anterior astucia que constitu¨ªa su mejor fuerza, llen¨¢ndole de soberbia hasta cegar su visi¨®n del pa¨ªs real.
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