Blanco, negro y cazando ratones SERGIO MAKAROFF
Conoc¨ª a Gato P¨¦rez en 1979 -reci¨¦n llegadito- en las oficinas de Gay Mercader, que por entonces era el manager de Tequila y tambi¨¦n el m¨ªo. Congeniamos inmediatamente -argentinos, m¨²sicos, residentes en Barcelona- y me invit¨® a tomar una cerveza en el bar de abajo. De origen catal¨¢n e instalado hac¨ªa a?os en Barcelona, me regal¨® unos cuantos consejos, me ofreci¨® pistas y me acogi¨® con una charla protectora que me hizo sentir bien.Buscamos or¨ªgenes comunes y nos encontramos ni m¨¢s ni menos que con el m¨ªtico Hogar Obrero del barrio de Caballito, un macrorrascacielos bonaerense de origen sindical que funcionaba como una ciudadela termitero. Pos sus infinitos pasillos y escaleras pulularon personajes legendarios del rock argentino, como los mellizos Salvidea, que si no ten¨ªan marihuana para vender timaban a los compradores dici¨¦ndoles: "Dame la guita y esp¨¦rate un minuto aqu¨ª", para luego esfumarse por la salida que daba a la calle de atr¨¢s.
Gato hab¨ªa bebido de esas aguas espesas y result¨® reconfortante compartir experiencias y ra¨ªces con un t¨ªo tan c¨¢lido y bonach¨®n. Y afortunado: ?hablaba catal¨¢n! Eso me pareci¨® un tesoro y quise ser como ¨¦l: argentino, catal¨¢n, compositor, cantante y barcelon¨¦s. Todav¨ªa me sigue pareciendo una buena idea y lamento que Gato no est¨¦ aqu¨ª para xerrar una mica al bar de la cantonada.
De aquella primera conversaci¨®n me impact¨® sobre todo su concisa descripci¨®n de las mujeres del pa¨ªs: "Son lujuriosas y sensuales", me dijo con pupilas chispeantes y sonrisa de pach¨¢. Sab¨ªa de lo que hablaba. "Las argentinas son m¨¢s llamativas y provocadoras, pero a la hora de la verdad te dar¨¢ m¨¢s placer una catalana". Sabias palabras que despu¨¦s de 26 a?os en Baires y 22 en Barna suscribo al 100%. Sensualidad, lujuria y seny: ?guau!
Musicalmente, Gato fue un pionero. Como tal, goz¨® del reconocimiento de una minor¨ªa consistente y sufri¨® la ausencia de una aceptaci¨®n masiva. Ven¨ªa del rock y no tuvo ning¨²n complejo en asumir la rumba catalana como un lenguaje propio, ensanchando sus l¨ªmites con aportaciones rioplatenses, jazz-rockeras, salseras y lo que hiciera falta.
Como una cruza entre Peret y Cort¨¢zar, se lanz¨® con pasi¨®n a cultivar un g¨¦nero inventado por ¨¦l y que hoy suena como de toda la vida.
Ya a nadie extra?a que un rockero blanco y educado componga canciones en las que su bagaje se fusiona felizmente con ritmos y sonoridades de piel morena. Vamos, que en tiempos de Yes y Emerson, Lake and Palmer a nadie se le ocurr¨ªa cantar cumbias, rancheras o guarachas. Hoy lo hace todo el mundo, la m¨²sica popular es por ello m¨¢s rica y divertida, y eso se lo debemos, por ejemplo, a Gato P¨¦rez.
Lo recuerdo con cari?o y disfruto de la diversidad y el entrecruce de culturas cantando unos versos de La gran ciudad: "Hay gitanos y jud¨ªos, valencianos, portugueses, andaluces, africanos, isle?os y aragoneses y una rambla rebosante de fecunda humanidad".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.