Figo
La bronca que le espera a Figo esta tarde en el Camp Nou est¨¢ m¨¢s que justificada. Los barcelonistas no pueden entender c¨®mo su madre, su madre portuguesa, les abandon¨® a todos para largarse a vivir con el enemigo fatal. Desde el caso de Di St¨¦fano no se hab¨ªa producido un hecho de similar relevancia, pero el supuesto es incomparable, puesto que si el Bar?a perdi¨® a una gran madre rubia no sufri¨® el desgarro actual. Con Figo se ha cumplido, sin embargo, uno de los actos m¨¢s tr¨¢gicos en la historia moderna del f¨²tbol y su simbolog¨ªa lleva a la desesperaci¨®n.No es sencillo que un equipo logre poseer una madre cabal y poderosa que se afiance sobre el tiempo. El Barcelona ha tenido otras madres fundacionales como Kubala o Cruyff y conoce la importancia de este amor. Ambas fueron decisivas en la creaci¨®n y procreaci¨®n de una ¨¦poca, un estilo, una pasi¨®n, una clase de adhesi¨®n. Kubala era una madre a lo antiguo, lavandera y culona, blanda de car¨¢cter pero limpia y de buen coraz¨®n. Cruyff era una mala persona, menos cari?osa y hacendosa que Kubala, pero pose¨ªa el encanto del que disfrutan algunas madres instruidas que terminan influyendo mucho sobre los hijos e incluso cr¨ªan a alguno gay. Con Kubala se estaba seguro de vivir bien alimentado y con Cruyff se ve¨ªan garantizados los ingresos que atra¨ªa su sexy de mujer fatal.
El Barcelona ha perdido frente al Madrid a otras dos seudomadres en los ¨²ltimos a?os: Laudrup y Schuster. Pero se trataba de madres de menor entidad, m¨¢s independientes y relativamente desveladas por la progenie. Lo de Figo, sin embargo, es espectacular. Que haya abandonado el Bar?a esta matrona merece la intervenci¨®n de la psicolog¨ªa jungiana y la psicolog¨ªa familiar. Cuesta creer que el dinero y s¨®lo el dinero sea la explicaci¨®n de una ruptura que ha dejado a su espalda el valor sin precio de la creciente consanguinidad grupal. A escala universal es tanto como si Beckenbauer, Pel¨¦, Yashin o Charlton hubieran escapado una noche de sus destinos hist¨®ricos. Es verdad que hoy apenas queda historia y s¨®lo existe la secci¨®n de sucesos, pero aun as¨ª. Figo no est¨¢ loco. No es postmoderno. No parece proclive a la traici¨®n o al flirt. ?Qu¨¦ ha pasado, pues, por el vientre de esa madre para desentra?arse tanto?
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