Treinta a?os despu¨¦s
Dos obras bien conocidas abrieron la temporada de la Orquesta de Valencia: el Concierto para violonchelo y orquesta de Dvor¨¢k y la Sinfon¨ªa n? 1 de Mahler. Esta ¨²ltima fue interpretada por la misma agrupaci¨®n, hace ahora 30 a?os, con Miguel Garc¨ªa Navarro al frente. El director, indudablemente, habr¨¢ notado los cambios en la orquesta, convertida ahora en un instrumento mucho m¨¢s profesional y d¨²ctil.Se ejecut¨® en primer lugar el Concierto de Dvor¨¢k, con Boris Pergamenschikov dejando respirar a la m¨²sica, fraseando con relajaci¨®n y no obsesion¨¢ndose con el seguimiento r¨ªgido del comp¨¢s. El sonido fue hermoso, aunque se hubiera deseado algo m¨¢s de potencia en los pasajes de oposici¨®n al tutti. Garc¨ªa Navarro quiz¨¢s no calibr¨® bien las caracter¨ªsticas ac¨²sticas del auditorio, el dispositivo orquestal requerido por Dvor¨¢k y la sonoridad algo tenue de Pergamenschikov. El segundo movimiento fue le¨ªdo con el regusto melanc¨®lico que le conviene. En el Allegro moderato, sin embargo, los diferentes episodios del rond¨® parec¨ªan tener como ¨²nica l¨®gica interna la repetici¨®n del estribillo. Fue tambi¨¦n en ese Allegro cuando el solista dej¨® ver problemas de afinaci¨®n y cuando la orquesta empez¨® a mostrarse atronadora.
Luis Garc¨ªa Navarro
Orquesta de Valencia. Boris Pergamenschikov (violonchelo). Obras de Dvor¨¢k y Mahler. Palau de la M¨²sica, Valencia, 20 de Octubre.
Con Mahler, de nuevo en el ¨²ltimo movimiento, Garc¨ªa Navarro,quiz¨¢ por la indicaci¨®n de st¨¹rmisch (tempestuoso), permiti¨® que los m¨²sicos se desbocasen en cuanto a limpieza de sonido (metales) y exceso de volumen. Eso s¨ª: no hubo colas ni desajustes. El director de Chiva tiene una larga experiencia que le permite controlar las entradas y los finales. Pero no parec¨ªa comulgar con la idea de que el Mahler de la Primera Sinfon¨ªa es ya, de alguna manera, el Mahler de la Novena e, incluso, de la terrible Sexta. Un Mahler, por tanto, poco proclive a las explosiones de j¨²bilo y al que debe permitirse inquietar al espectador.
Esa falta de perspectiva -no es dif¨ªcil dejarse enga?ar por el car¨¢cter juguet¨®n de ciertos pasajes, por las seductoras citas de los Lieder eines fahrenden Gesellen, por los ritmos populares austriacos, por los cu-c¨²s y dem¨¢s evocaciones de la naturaleza- result¨® patente en el tercer movimiento. A pesar de las correctas intervenciones de los solistas, la percepci¨®n global no acababa de cuajar. La mezcla de canci¨®n infantil (est¨¢ basado en el conocid¨ªsimo Fr¨¨re Jacques), marcha f¨²nebre y ritmos bailables nos indica el car¨¢cter contradictorio con que percibe la realidad el propio compositor. Mahler resulta, a poco que rasquemos, especialmente burlesco, sarc¨¢stico. Las citas que el compositor hace de sus propios lieder no acababan de cobrar sentido el viernes. Las modulaciones que revisten la aparici¨®n del tema central en el segundo movimiento no pueden traducirse como si fueran simples transformaciones de la tonalidad. Los cambios en la din¨¢mica tampoco son porque s¨ª. Hace falta transmitir esa sensaci¨®n de universo roto que subyace en la obra de Mahler. Y recordar que Mahler supo intuir el cataclismo que le ven¨ªa encima a su pa¨ªs, a su tradici¨®n musical y al mundo que le rodeaba.
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